Jugar en red y salir del underground

El cable azul señala el camino del juego. Desde el poste más cercano salta al vacío y va a dar a un resquicio de la pared externa del apartamento, se cuela por la ventana del cuarto y anida en el puerto de red de la vieja computadora. La vieja computadora lo es por fuera, pero por dentro le han trasplantado el corazón y el cerebro. Ahora tiene un Corei7 en las entrañas y un terabyte en el disco duro, para recordar todos y cada uno de los rostros que, en las noches, combaten a muerte en un campo de batalla virtual.

A veces escucho a Daniel vociferando, amenazando, riendo. Después sale al balcón con cara de sueño, con los ojos chiquiticos, encandilado por la luz del sol real. Daniel es un tipo pacífico, aunque cuando juega DotA2 no queda monstruo con cabeza. Él creía que estaba “escapa´o”, luego de tantas horas agazapado detrás del monitor; sin embargo, en el último torneo interprovincial, los gamers de Matanzas, los Galaxy, lo hicieron morder el polvo.

Muchachos como Daniel y los matanceros están convencidos de que los videojuegos como DotA2 o World of Warcraft (WoW) son mucho más que eso: son deportes electrónicos. Una modalidad que gana adeptos por día y que, en el mundo, cada año mueve millones de dólares.

“Son juegos de equipos, de estrategias, en el que no se trata únicamente de vencer al oponente, sino de utilizar la inteligencia colectiva”, explica Enrique, “dotero” empedernido y organizador de algunas competencias en Ciego de Ávila.

Durante la más reciente, logró reunir unos seis equipos de igual cantidad de provincias. Ocuparon los espacios del único cine con vida de la ciudad y, solo cobrando a seis pesos la entrada, la institución cumplió su plan del semestre. A pesar del calor y el olor a luneta vieja, la afluencia fue mayor que durante el Festival de Cine Latinoamericano y la Semana de Cine Erótico juntos. Tanto así que la administración de la sala propuso hacer el torneo todos los meses.

“Eso quisiéramos, pero no se puede, porque esto es gracias al esfuerzo de cada uno. Aquí todos nos pagamos el transporte y el hospedaje. Nosotros estudiamos o trabajamos, y jugamos los fines de semana. No somos unos vagos adictos a los videojuegos. Y no, no hemos recibido apoyo de nadie”, dice Rene, un villaclareño.

En la Isla, desde 2007, existe la Asociación de Deportes Electrónicos de Cuba, una organización que aspira a reunir jugadores y amantes de los deportes electrónicos, pero que apenas es conocida fuera de La Habana.

¿Se puede? ¿No se puede?

Cuando los técnicos de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, ETECSA, fueron a instalar los puntos de acceso para la conexión a Internet mediante la Wi-Fi en el Parque Martí de Ciego de Ávila, encontraron que en la ciudad había más de una red inalámbrica operando. En realidad ya lo sabían, pero hasta entonces no había sido relevante.

Poco a poco, desde hace aproximadamente cinco años, la capital provincial se fue entretejiendo con pequeñas subredes. A la par del cableado telefónico, en algunos lugares se puede adivinar finas líneas azules que interconectan varias casas, cuyo denominador común es un joven amante de los videojuegos. A veces la conexión es más sofisticada, inalámbrica.

“Con un Nano Station, se pueden conectar por Wi-Fi muchos jugadores. En Cárdenas hay que andar al hilo, porque se los roban en un abrir y cerrar de ojos. Y un Nano en la calle cuesta 200- 230 CUC. Afuera solo valen 80 dólares, pero aquí son demasiado caros”, comenta Shikamaru, un cardenense de 21 años que usa gorra de los Marlins y chancletas Dupé.

“En Villa Clara, al menos que yo sepa, no tenemos cableado ni Wi-Fi. Nosotros nos reunimos en una casa, cargamos con las computadoras y los cables y hacemos nuestro pequeño torneo. Solo jugamos una vez por semana, porque trabajamos. Yo soy ingeniero, por ejemplo. O sea, soy semi profesional”, explica René, un villaclareño afónico después de una jornada de “combates”.

“Como no podemos conectar Gerona con La Fe, porque están muy alejadas una de otra, a veces alquilamos entre todos una casa y nos vamos con todos los equipos. Lo ideal sería hacerlo en el Joven Club, pero allí no nos quieren”, me dicen los chicos de New Age, en la Isla de la Juventud.

La mayoría de estos jóvenes no aceptan decir sus nombres, no solo porque utilicen avatares en sus vidas virtuales, sino porque intuyen que están haciendo algo que no es del todo legal. “Es que podríamos buscarnos problemas”, argumentan.

Sin embargo, uno de los técnicos de ETECSA consultados por OnCuba asegura que no hay delito en crear redes de este tipo, porque no interfieren el espectro radioeléctrico comercial, siempre que trasmitan en la frecuencia de 2,4 Ghz. “Ahora, con la Internet en lugares públicos, el problema es que la Wi-Fi trasmite en esa misma frecuencia. La señal más fuerte prevalecerá”.

No obstante, el año pasado el semanario Girón, de la provincia de Matanzas, publicó una nota en la que daba cuenta del decomiso en Cárdenas de un “arsenal” de equipamientos radioelectrónicos, entre los que figuraban módems, servidores y soportes de antenas de transmisión inalámbrica (Wi-Fi). Otras fuentes dijeron entonces que habían sido procesados cinco ciudadanos por “uso ilegal del espacio radioeléctrico” y “actividad económica ilícita”.

La legislación cubana no prevé la utilización del espectro radioeléctrico por personas naturales y mucho menos habla sobre conexiones inalámbricas. El Decreto 171, de 1992, describe las contravenciones del reglamento para el uso del espectro, en tanto la Resolución 127 de 2011, del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, establece que “la banda de frecuencias de 2400 MHz. a 2483,5 NIHz., sea utilizada para el desarrollo de Sistemas de Acceso Inalámbrico de Alta Velocidad, destinados a proporcionar comunicaciones de datos a usuarios finales” y aprueba el “Reglamento para el Empleo de Sistemas de Acceso Inalámbrico de Alta Velocidad en la banda de frecuencias de 2,4 GHz”.

Al respecto, la conclusión más coherente es la certeza de que, a la luz de los días que corren, son necesarias políticas y regulaciones que armonicen el empleo del espectro radioeléctrico, sin menoscabo de ninguno de sus usuarios.

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Más que un juego

En 2014, el torneo mundial de DotA2 celebrado ante 18 mil espectadores en Key Arena, Seattle, entregó un premio de cinco millones de dólares al equipo ganador: los Newbee, de China. Tal suma confirma la tendencia al crecimiento de este tipo de videojuegos, muy popular en países como Estados Unidos y el gigante asiático. Este año, entre el 3 y el 8 de agosto, en la misma ciudad, tendrá lugar el torneo The International 5, que ya cuenta con un pricepool de más de 14,8 millones de dólares.

Solo la infraestructura de los Joven Club de Computación, en el contexto cubano, podría acoger las competencias de deportes electrónicos ―más aún cuando ya comenzaron a cobrar los servicios―, toda vez que entre las modalidades del trabajo por cuenta propia no se contempla una ocupación como esta. En este sentido, una nota oficial publicada en la prensa cubana en noviembre de 2013, aclaró que “la exhibición cinematográfica, que incluye las salas de 3D, así como la organización de juegos computacionales, nunca han sido autorizados”.

Sin embargo, salvo en contadas ocasiones, los Joven Club se mantienen al margen de estos torneos y de las necesidades de un sector de la juventud que podría convertirse en cliente asiduo de sus servicios. Al respecto, un forista del autotitulado Portal de la Liga Cubana de Deportes Electrónicos, aportaba algunas claves: “Debemos primero pelear por poder jugar en la Intranet Nacional. Un server WoW nacional, uno de DotA2, etc. así podemos jugar desde Cuba, sin creernos cosas. Un server nacional para batirnos todos y que se luzcan los mejores. Tenemos que crear nuestro propio sitio de DotA2 con ranking nacional, mejores jugadas, replays, fotos, foros. Los Joven Club tienen esta batuta en sus manos, pues son los que pueden incidir a corto plazo en esto. Sobra talento en Cuba para desarrollar estas ideas. Pongámonos a trabajar.”

Parece una buena idea. Jugar en red y salir del underground.

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