Calima sahariana: ¡No respires!

¿Cómo afecta la nube de polvo del Sahara la vida y la salud humana?

Polvo del Sahara visto por satélite. Imagen ilustrativa.

Una nota que citaba a la Dra. Yinelys Bermúdez Souza, directora del Instituto de Meteorología, aseguraba que una nube de polvo del Sahara avanzaba por el océano Atlántico y su llegada al Caribe implicaría un importante aumento en las concentraciones de polvo sahariano, una disminución de las lluvias y días de mucho calor a partir del viernes 21 de julio. 

Por su parte, el Ministerio de Salud Pública, en un comunicado hacía una serie de recomendaciones para evitar los nocivos efectos de este fenómeno sobre la salud de las personas. Entre ellas están:

Pero, ¿por qué ocurre este fenómeno? ¿Cómo afecta la nube de polvo del Sahara la vida y la salud humana? 

Calima sahariana, causas y consecuencias

El término “calima” hace referencia a “la suspensión en el aire de partículas secas tan pequeñas que son invisibles a simple vista pero suficientemente numerosas para dar al aire una apariencia opalescente. Existen dos tipos de calima por su origen: tipo A o natural, que se forma a partir del transporte de arena, sales del agua (sodio) u otros elementos presentes el ambiente y tipo B cuyo origen reside en la contaminación o en los incendios forestales. 

La calima sahariana es un fenómeno cíclico, que ocurre todos los años en los meses de verano y une al Sahara con el continente americano. El mismo es provocado por las tormentas en el desierto que generan la formación de nubes cargadas con más de 100 millones de toneladas de polvo. Esto provoca que se forme una gruesa capa de 3 a 5 kilómetros de espesor, situada entre 1 y 3 kilómetros de altura en la atmósfera. La misma recorre más de 6 mil kilómetros gracias a los vientos Alisios desde el norte de África hasta el Caribe, pudiendo afectar desde la amazonia hasta Canadá. 

Este fenómeno tiene efectos positivos y negativos. Entre ellos están la fertilización de los suelos de la Amazonía  y los océanos con productos como el nitrógeno y el fósforo. También causa una disminución de la radiación solar, las lluvias y la formación de huracanes. Las nubes de polvo sahariano arrastran además productos que pueden ser tóxicos como pesticidas, virus y bacterias  peligrosos para las plantas, los animales y los seres humanos. 

El aire que respiramos: impacto de la contaminación del aire en la salud

En el año 2021 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó las directivas mundiales sobre la calidad del aire (DCA). Uno de los resultados más importantes recogidos en este documento es que la contaminación del aire inflige daños a la salud humana en concentraciones aún más bajas de lo que se suponía hasta ese momento.

Según las propias directrices cada año la exposición a la contaminación del aire causa 7 millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de millones de años de vida saludable. En los niños, esto podría suponer una reducción del crecimiento y la función pulmonar, infecciones respiratorias y agravamiento del asma. En los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior. 

También están apareciendo pruebas de otros efectos como diabetes y enfermedades neurodegenerativas. Esto sitúa la carga de morbilidad atribuible a la contaminación del aire en el mismo nivel que otros importantes riesgos para la salud a nivel mundial, como la dieta malsana y el tabaquismo.

Entre los contaminantes clásicos, es decir sobre los que se recoge más información están: la partículas en suspensión (PM), ozono (O₃), dióxido de nitrógeno (NO₂), dióxido de azufre (SO₂) y monóxido de carbono (CO). Los riesgos para la salud asociados a las partículas en suspensión de diámetro igual o inferior a 10 y 2,5 micras (µm) PM₁₀ y PM₂,₅, que son las más frecuentes encontradas en las nubes de polvo del Sahara, resultan de especial relevancia para la salud pública. 

Tanto las PM₂,₅ como las PM₁₀ son capaces de penetrar profundamente en los pulmones, pero las PM₂,₅ pueden incluso entrar en el torrente sanguíneo, lo que afecta principalmente al sistema cardiovascular y respiratorio, así como a otros órganos. 

Calima sahariana y salud humana

El impacto de la calima sahariana o las nubes de polvo del Sahara sobre la salud humana está muy bien documentado. Especialmente, en las Islas Canarias, las que por su localización son afectadas con frecuencia por este fenómeno. 

En un estudio realizado en este archipiélago se encontró que la presencia de calima se relacionaba con un aumento del riesgo de ingreso del 22,6 %  para todas las enfermedades respiratorias, del 29,9 % para los pacientes con enfermedad  pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y del 33,4 %  para asma bronquial. Concluyeron además que la altitud de la nube de polvo y los niveles de PM10 medios  o altos, tenían una particular importancia en la aparición de estos cuadros.

¿Por qué sucede esto? El aparato respiratorio está diseñado para filtrar el aire de modo que el que llegue a los alvéolos esté lo más puro posible. Las partículas en suspensión menores de 2.5 y 10 micras son capaces de burlar los mecanismos de defensa del organismo y llegar hasta el final del árbol bronquial donde interfieren en los procesos de intercambio de gases y en el paso del oxígeno al  torrente sanguíneo. Se sabe, además, que las partículas menores de 2.5 micras pueden llegar a la sangre. 

Esto es especialmente peligroso para las personas en las edades extremas de la vida, las embarazadas y aquellos portadores de enfermedades como EPOC, Asmas bronquial y alergias, cuyos mecanismos de defensa están disminuidos. 

Investigaciones realizadas en lo que se conoce como “el cinturón del polvo” los días donde los pacientes con enfermedades cardiovasculares estaban expuestos a episodios de calima y tormentas de arena existe un aumento del 2 % en la mortalidad cardiovascular por cada 10 μg/m3 de PM10. De igual manera encontró relación entre la exposición a las PM y el síndrome coronario agudo del que forman parte el infarto agudo del miocardio, las anginas… Por cada 5μg/m3 en la media anual de PM2,5 el riesgo de desarrollar alguna de estas patologías llegaba hasta el 13 %, y con 10μg/m3 de PM10 hasta el 12%.

Una parte del cuerpo particularmente expuesta a este tipo de contaminación son los ojos. Por eso es importante no exponerse para evitar la aparición de conjuntivitis, picor y ardor en los ojos, resequedad ocular y alergias oculares. En caso de exposición se recomienda: si se siente la sensación de cuerpo extraño en los ojos, lavarse la cara con abundante agua. También se pueden utilizar lágrimas artificiales tantas veces sea necesario, en caso de sensación de arenilla, sequedad o ardor. Utilizar equipos de protección personal apropiados como gafas protectoras, mascarillas o pañuelos de tela humedecidos para cubrir nariz y boca. Por último, se recomienda humedecer el piso antes de barrer para evitar levantar el polvo que pudiera acumularse. 

Finalmente, el aumento de las temperaturas, en un mes donde se han marcado varios récords de calor, es un riesgo importante a tener en cuenta. En ese caso es importante seguir las orientaciones de las autoridades sanitarias a la que se podrían añadir evitar salir a las horas de mayor calor, entre las 10 a.m. y las 4 p.m.; ingiera abundantes líquidos y use ropas frescas. En los niños y ancianos es importante vigilar la aparición de signos de fatiga y el aumento de la temperatura. 

La contaminación del aire  por el polvo del Sahara

Aún cuando es improbable que en nuestro país se alcancen las elevadas concentraciones de polvo del Sahara, que se han visto en otras zonas, más cercanas a África, este fenómeno golpeará con fuerza a un importante grupo poblacional de personas vulnerables. A esto habría que sumarle que los efectos de la pandemia de COVID-19 aún están presentes en muchas personas, que incluso pueden permanecer asintomáticos, pero ante la exposición a factores de riesgo como las PM podrían agravar su estado. Por eso es tan importante que en los días que durará este fenómeno cumplamos estrictamente las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias.  

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