Las silenciosas consecuencias del monóxido de carbono para la salud

Todos estamos expuestos de una u otra manera a este mortífero gas conocido como “el asesino silencioso”, del que hoy hablamos.

Foto: Kaloian.

El pasado 26 de agosto una pareja de cubanos residentes en los Estados Unidos murió intoxicada por monóxido de carbono. Fue un trágico accidente doméstico. Varios medios se hicieron eco de la noticia, divulgada a través de las redes sociales por una persona cercana a la pareja.

Los cubanos residían en Lansing, la capital del estado de Michigan, donde había pasado un tornado que dejó muchos hogares sin fluido eléctrico. Ante esta situación, el matrimonio encendió dentro de la vivienda un “generador de corriente”, lo que en Cuba conocemos comúnmente como “planta eléctrica”. Al día siguiente, cuando no fueron a trabajar, familiares y amigos se alarmaron. El hijo de la pareja se presentó en la vivienda, donde los encontró fallecidos.

Noticias sobre este tipo de accidentes domésticos, que en no pocas ocasiones pueden ser trágicos, son frecuentes. De hecho, el pasado 15 de julio un hombre y dos niños de 10 y 12 años murieron por esta causa en Buenos Aires, según un reporte de La Nación. Otra pareja de recién casados se intoxicó con el gas en una finca rural de la comunidad de Capdepera, en Mallorca. Él falleció antes de poder recibir ayuda, en tanto que su mujer fue trasladada en estado grave al hospital de su localidad. 

La incidencia de este tipo de intoxicaciones es relativamente alta en algunas regiones. En España, por ejemplo, entre 5 mil y 10 mil personas las sufren cada año, especialmente en las zonas más frías, según una publicación científica. En Estados Unidos 420 personas fallecen cada año por esta causa, mientras que más de 100 mil ingresan en las salas de urgencias intoxicados por este gas, según informaciones del Centro Nacional de Salud Ambiental de ese país.  

Aunque en Cuba no es habitual, la literatura científica recoge algunos casos. Por otro lado, ante la crisis del sistema eléctrico cubano, se han hecho populares en nuestro país las plantas eléctricas, como la que causó la muerte a la pareja de cubanos residentes en Michigan. Además, todos estamos expuestos de una u otra manera a este mortífero gas conocido como “el asesino silencioso”, del que hoy hablamos.

El monóxido de carbono

El monóxido de carbono (CO), también conocido como óxido de carbono, gas carbonoso y anhídrido carbonoso, puede causar la muerte o dejar secuelas irreversibles cuando se respira en niveles elevados. En concentraciones tóxicas penetra en el organismo por vía inhalatoria sin ser detectado, hasta que cause síntomas clínicos.

Entre las características del CO tenemos que se trata de un gas inodoro, incoloro, no irritante y altamente tóxico. La ausencia de olor en su estado puro es un motivo de intoxicaciones accidentales. A veces puede hallarse mezclado con otros gases, que le confieren olor.

¿Cuáles son las principales fuentes de CO? A continuación, apuntamos las más frecuentes:

El monóxido de carbono tiene una alta capacidad de difusión a través de los pulmones. Eso significa que pasa con mucha facilidad de los pulmones a la sangre. Tanto es así que existe una prueba médica, específica, en la que esta capacidad es medida para determinar el grado de afectación de los pulmones en algunas enfermedades.  

Otra de las características de este gas es la alta afinidad que tiene con la hemoglobina (HB). Para que se tenga una idea, el CO es 250 veces más afín por la hemoglobina que el oxígeno. De modo que cuando entra al organismo en concentraciones elevadas desplaza al oxígeno, formando una molécula llamada carbóxihemoglobina, que no es más que la unión de CO con la HB. Esto disminuye la capacidad de la sangre de transportar el oxígeno a las células.

Adicionalmente, daña la capacidad de las moléculas de hemoglobina de liberar el oxígeno en los tejidos que tanto lo necesitan, haciendo que la molécula transportadora de este gas “abrace” al oxígeno y “no lo deje escapar”. Además, bloquea una serie funciones en el interior de las células, lo que reduce la su capacidad para producir energía. Esto hace que se produzcan otras sustancias que dañan a las proteínas, las grasas y el ADN. A la larga las células mueren tanto en el corazón y el cerebro como en otros órganos, lo que provoca importantes daños a la salud y, en el algunos casos, la muerte.

Efectos sobre la salud humana

Los efectos sobre la salud humana del CO van a depender de la concentración de este gas en el ambiente. Las consecuencias de la exposición a distintas concentraciones han sido convenientemente estudiadas y reglamentadas por distintas organizaciones que rigen la actividad de los trabajadores y velan por su salud, como la OSHA, que es la agencia de la secretaría del trabajo de los Estados Unidos que vela por la salud laboral.  

Esta agencia prohíbe la exposición de los trabajadores a más de 50 partes de gas CO por millón de partes de aire promediadas durante un período de 8 horas. Según las regulaciones de esta misma institución, los trabajadores marítimos deben ser retirados de la exposición si la concentración de CO en la atmósfera supera las 100 partes por millón (ppm). El nivel máximo de CO para los empleados que realizan operaciones de carga y descarga de mercancías es de 200 ppm.

Veamos a continuación cuáles son los peligros de la exposición a las distintas concentraciones de este gas, así como su relación con los distintos síntomas que pueden aparecer en cada caso:

Nótese cómo la gravedad de los síntomas aumenta en la medida que las concentraciones de CO son mayores, mientras que el tiempo para la aparición de los síntomas se acorta.

Por otro lado, alrededor del 10 al 15 % de las personas que sufren una intoxicación por CO desarrollan complicaciones a largo plazo. Entre ellas se encuentran daños cerebrales, pérdida de visión y audición, enfermedad de Parkinson y enfermedades coronarias. Esto ocurre como consecuencia del daño sufrido por las diferentes estructuras ante la falta de oxígeno y la exposición al gas.

Los síntomas de envenenamiento con monóxido de carbono (CO) dependerán, como ya vimos, de la concentración del gas en el ambiente y de los niveles de carboxihemoglobina en sangre del paciente. Ellos van desde dolores de cabeza y náuseas a mareos vagos, debilidad generalizada, dificultad para concentrarse y deterioro del juicio. Luego, si la exposición aumenta, aparece la falta de aire ante esfuerzos cada vez más pequeños, dolor en el pecho y confusión. Más adelante aparecerán la pérdida de conocimiento, las convulsiones y, por último, sobreviene la disminución de la tensión arterial, la insuficiencia respiratoria, un estado de coma y la muerte.

La literatura médica recoge además otros muchos síntomas que también pueden ayudar a identificar este cuadro, como déficits visuales, dolor en el abdomen y déficits neurológicos focales, como puede ser la incapacidad para mover una parte del cuerpo, sonreír o hablar adecuadamente. En algunos paciente víctimas de envenenamiento grave pueden aparecer signos y síntomas neuropsiquiátricos como demencias, psicosis, etc., días o semanas después de la exposición, y volverse permanentes.

¿Qué hacer frente a una intoxicación por CO?

Cuando se sospecha que una persona es víctima de una intoxicación por CO lo primero es retirarla de la zona afectada y mantenerla lo más alejada posible de la fuente de monóxido de carbono. Luego se pedirá ayuda a personal especializado o se trasladará a un centro de salud.

El tratamiento dependerá del grado de intoxicación, pero es importante recordar que el antídoto para el CO es el oxígeno, por lo que estos pacientes suelen ser tratados con O2 lo más puro posible. También se tratarán los síntomas y en algunos casos se utilizará la terapia hiperbárica con O2 (en una cámara a 2 a 3 atmósferas de presión con oxígeno al 100 %). Por lo general, esto se considera para personas que tienen alguna de las siguientes condiciones:

La terapia hiperbárica con O2 puede disminuir la incidencia de síntomas neuropsiquiátricos tardíos. Sin embargo, esta terapia puede causar lesiones en los pulmones y no está disponible en la mayoría de los hospitales. Además, los estudios sobre su eficacia son controversiales.

¿Cómo se pueden disminuir los riesgos de intoxicación por CO?

Para recordar: 

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