El Síndrome de Burnout: todos estamos en riesgo

El Síndrome de Burnout fue declarado en el año 2000 como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para afectar la calidad de vida, la salud mental e incluso, la existencia del individuo que lo sufre.

Síndrome de Burnout. Foto: tomada de UOL.

La historia de Querry, un arquitecto mundialmente famoso, quien por no encontrarle gusto a la vida ni los placeres del arte decide hacer un viaje a África, específicamente, a una colonia de leprosos, es el argumento de A Burnout Caseen español: Un caso acabado— del escritor inglés Graham Greene, uno de esos eternos candidatos al premio Nobel de Literatura. Querry es diagnosticado por el Dr. Colin, a lo que sería el equivalente mental de “a burnt-out case” —literalmente, “un caso quemado”—; es decir, “un leproso mutilado por la enfermedad y la amputación”. El libro, publicado en 1961, es uno de los títulos más importantes en la extensa bibliografía del autor de El poder y la gloria, quien, sin proponérselo, dio nombre a un síndrome que padecen millones de personas en todo el mundo. 

El Síndrome de Burnout, también conocido como síndrome de desgaste profesional, de sobrecarga emocional o de fatiga en el trabajo fue declarado en el año 2000, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para afectar la calidad de vida, la salud mental e incluso, la existencia del individuo que lo sufre. La definición más aceptada de esta patología es la de C. Maslach, que lo describe como “una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, cuyos rasgos principales son el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal”. Por su parte, Pedro Gil-Monte lo define como: “una respuesta al estrés laboral crónico, integrado por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse agotado”… ¿Se ha sentido así alguna vez?

A partir del 1 de enero de este año, entró en vigor la última revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la OMS, y el Síndrome de Burnout (SB) ha pasado a considerarse una enfermedad, constituida por tres elementos fundamentales: “falta de energía o agotamiento”; “aumento de la distancia mental, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo”; y una “sensación de ineficacia y falta de realización”. Esto ayudará a su mejor prevención, diagnóstico y tratamiento.

Para que se tenga una idea de la magnitud del problema, el SB es considerado como un factor influyente en los episodios de estrés y ansiedad, y la factura global actualizada por esta causa reconoce la pérdida de 12.000 millones de días de trabajo al año y un costo económico de US$1 billón por el impacto en la productividad, según advierten la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Por otro lado, un estudio en Paraguay encontró que casi 9 de cada 10 médicos encuestados lo presentaron, exactamente, el 88,1% de los participantes.

A su vez, el informe Women in the Workplace 2021 (Mujeres en el lugar de trabajo 2021), de la firma Mckinsey&Company, que investigó este tema, referente a la cuestión de género, mostró que el 42 % de las mujeres a nivel mundial padece agotamiento frente al 35 % de los hombres. Por otro lado, en América Latina, un estudio estableció que México es el primer país del mundo en burnout, dado que un 75 % de su población lo padece, superando a China (73 %) y a los Estados Unidos (59 %).

Entre los factores de riesgo de padecerlo están componentes personales, como la edad (es más frecuente en los jóvenes); el género (las mujeres suelen manejar mejor el estrés pero están más sobrecargadas de trabajo); variables familiares (la armonía y estabilidad familiar ayudan a conservar el equilibrio necesario para enfrentar situaciones conflictivas); personalidad (las personalidades extremadamente competitivas, impacientes, hiperexigentes y perfeccionistas suelen verse más afectadas).

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A lo anterior, se suma una inadecuada formación profesional con excesivos conocimientos teóricos, escaso entrenamiento en actividades prácticas y/o “falta de aprendizaje de técnicas de autocontrol emocional”… Al parecer, la combinación más riesgosa sería: ser joven, tener hijos, trabajar más de 60 horas a la semana. Otros elementos que aumentan significativamente el peligro son: “Recibir muchas llamadas irregulares (2 o más noches durante la semana)” y “Aumentar la carga de trabajo para pagar deudas”. ¿Le ha sucedido?

Es importante reconocer los síntomas del SB, entre ellos están: sentirse constantemente cansado; no abrigar sentimientos de compromiso con las actividades que realizamos en el marco laboral ni con las de las demás personas; pensar que todo lo que hacemos es inútil y no logra realizarnos profesionalmente. A estos hay que sumar una serie de signos que nos pueden poner sobre la pista como son: dolores de cabeza constantes, aumento de la tensión arterial, taquicardia, sudoración corporal, tics nerviosos, pérdida del cabello, menor eficacia del sistema inmune que se traduce en enfermarse con frecuencia, menstruaciones irregulares, cambios en el hábito intestinal dado por diarrea o estreñimiento, insomnio… También hay algunos signos psicológicos como la dificultad para concentrarse, aumento en los errores, menor capacidad para tomar decisiones, ansiedad, excesiva preocupación… En algunos casos se observa reducción del deseo sexual, disminución de la autoestima y constantes cambios de humor que, si no son tratados a tiempo, pueden ser causa de depresión e inestabilidad emocional.

Estos síntomas y signos pueden presentarse de manera paulatina o repetirse, cíclicamente, a lo largo del tiempo. En cuanto a su intensidad, el SB se clasifica en cuatro niveles que van del leve, caracterizado por quejas vagas, cansancio y dificultad para levantarse a la mañana; moderado, en el que suelen aparecer muestras de cinismo, aislamiento, suspicacia…; grave, cuando se presenta un marcado enlentecimiento a la hora de hacer el trabajo, automedicación con psicofármacos, ausentismo, abuso de alcohol o drogas; en los casos extremos se han visto aislamiento muy marcado, cuadros psiquiátricos y, ocasionalmente,  suicidios. Es por eso que debemos estar muy atentos.

Para el diagnóstico del SB hay instrumentos que evalúan los componentes fundamentales del síndrome, pero deben ser manejados por expertos. Estos determinarán la existencia y magnitud del cuadro, que en ocasiones puede requerir tratamiento psiquiátrico. Sin embargo, hay una serie de consejos que podrían ayudarle a prevenir esta enfermedad:

  1. Sepárese mentalmente de su trabajo: Es importante, al final del día, establecer una rutina para pasar del “modo trabajo” a la vida personal.
  2. Diga que no: Aceptar nuevos retos y realizar tareas desafiantes es importante en el desarrollo profesional, pero es importante también conocer nuestros límites y no sobrepasarlos todo el tiempo.
  3. Establezca claramente sus objetivos: Esto ayuda a mantenernos enfocados y a reencontrar la inspiración en el trabajo.
  4. Mejore su ambiente laboral: No solo el trabajo puede saturarnos sino también hacerlo en un ambiente desgastante, por lo que es importante dedicar un tiempo a organizarlo, lo que incluye las relaciones interpersonales.
  5. Realice actividades que lo apasionan: Cuando el trabajo se torna estresante, realizar actividades distintas que nos generan placer, particularmente hobbies, puede ser de mucha ayuda porque contribuyen a desconectarnos de las preocupaciones y a mantener la mente y el cuerpo estimulado.
  6. Monitoree su estado emocional: No solemos dedicar tiempo a averiguar cómo nos sentimos y eso puede dar impulso al SB, sobre todo si no nos percatamos de su existencia en los momentos iniciales.
  7. Practique el autocuidado: Realizar frecuentemente ejercicios físicos, llevar una dieta saludable, respetar los horarios de sueño y descanso, evitar hábitos tóxicos… es fundamental para mantenerse mentalmente saludable.
  8. Desconéctese: Todos los días recibimos una avalancha de información, y en ocasiones es necesario apagar los dispositivos, aislarnos del mundo y, sencillamente, disfrutar.
  9. Fortalezca sus relaciones sociales: Es importante contar con un entorno familiar y de amigos que nos ayuden a pasar por los momentos difíciles y estresantes, y con los que compartir también en el ocio.
  10. No tema pedir ayuda: Problemas como el Burnout pueden parecer sencillos pero tienen que ver con complejos mecanismos mentales, hábitos y aspiraciones, no es fácil reencontrar el equilibrio cuando se ha perdido sin la ayuda de profesionales.  
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