Tabaquismo en Cuba: en busca de una ley tan impopular como necesaria

Esta epidemia global provoca más de 13 mil muertes al año en la isla; 36 cubanos mueren cada día por esta causa y un fumador consume más de 15 cigarrillos al día.

Foto: Kaloian.

No lo mató el hígado (…)
Sino el pulmón, donde el cáncer le creció dicen que por haber fumado sin reposo.
Y la verdad es que apenas puedo recordarlo sin un cigarro (…)
Incluso en el hospital, moribundo, rogaba que le encendieran un cigarro.
Sólo un momento. Sólo por un momento.

¿Y Fernández?, Roberto Fernández Retamar

Hace unos días recordaba, precisamente cuando una vecina pasó gritando que habían llegado los cigarros a la bodega, “¿Y Fernández?”, el desgarrador poema que le dedicó Roberto Fernández Retamar a su padre. 

Resulta contradictorio que, en un país donde existe el interés explícito de disminuir la incidencia del tabaquismo, el cigarro y el tabaco sigan estando incluidos entre los productos racionados por la libreta de abastecimiento. 

De acuerdo al Anuario Demográfico de 2022 hay en el país más de 8.7 millones de personas mayores de 20 años, las cuales tienen derecho a comprar 4 cajas de cigarro al mes.

De ese modo estarían siendo comercializadas, a precios muy bajos, más de 35 millones de cajetillas, lo cual equivale a más de 700 millones de cigarros todos los meses. Esto sin contar lo que se vende de manera liberada en la cada vez más amplia red de bares, cafeterías, timbiriches y comercios de todo tipo. 

Cabe preguntarse entonces: ¿se está haciendo todo lo necesario para frenar la epidemia del tabaquismo en Cuba?

Generación libre de humo 

De acuerdo con el último informe de la OMS sobre la epidemia global de tabaquismo, el 71 % de la población mundial vive en países donde se ha tomado alguna de las seis medidas que se consideran imprescindibles para limitar los efectos de esta pandemia. Sin embargo, algunos gobiernos están tomando decisiones aun más audaces para evitar su escalada. 

Ejemplo de ello es la Ley de Tabaco y Vaporizadores (Tobacco and Vapes Bill), aprobada recientemente por la Cámara de los Comunes, del parlamento inglés con el objetivo de crear “una generación sin humo y abordar el problema de los vaporizadores”, de acuerdo con una publicación del Departamento de Salud y Asistencia Social del Reino Unido. 

En concreto, la ley tipificará como delito la venta de productos de tabaco o sus derivados (que incluyen cigarros, sustancias a base de nicotina, etc.) “a cualquier persona nacida después del 1 de enero de 2009”, de acuerdo con un artículo publicado en Expansión

La norma tiene una particularidad: mientras esté vigente, cada año se aumentará en un año la edad legal permitida para la compra de estos productos. El objetivo es evitar sustituir una generación de fumadores por otra, dándole a los jóvenes “la libertad de vivir vidas más largas, más saludables y más productivas”, según dice la ley. 

Prevista para entrar en vigor el primero de abril del próximo año, la norma tiene la particularidad: no penalizará el tabaco en sí ni impedirá que cualquiera que hoy pueda comprarlo lo haga en el futuro, pues según Victoria Atkin, secretaria de Estado de Salud y Asistencia Social del Reino Unido, las autoridades no persiguen “demonizar a las personas que fuman”. Buscan proteger del nocivo vicio a las nuevas generaciones y ayudar a los adictos a dejar de fumar, duplicando los fondos públicos dedicados a este fin. 

Otro de los temas que incluye la ley es el relativo a los vaporizadores (del inglés vapes), que comúnmente se conocen en nuestro país como cigarros electrónicos. De acuerdo con un artículo de divulgación publicado en el sitio de la Sociedad Americana del Cáncer, estos dispositivos incluyen una batería para el encendido, una fuente de calor que convierte en “un aerosol de partículas diminutas” el líquido contenido en cartucho. Este puede ser a base de nicotina disuelta en aceite y otros productos, como los Canabinoides Sintéticos, a los que nos referimos en un trabajo reciente. Finalmente, incluyen una boquilla o abertura para inhalar el aerosol.    

El vapeo o vaping se está convirtiendo en un serio problema en varios países de Europa, que incluso ha llegado a las escuelas. De acuerdo con el artículo de Expansión, estos productos se venden a precios muy bajos y comparten anaqueles con dulces y golosinas. Para hacer más efectiva esta macabra estrategia de ventas, sus etiquetas contienen personajes de dibujos animados y a los compuestos a base de nicotina se les agregan sabores. De ahí que la nueva ley también regulará todo lo relativo a los sabores, envases y la forma en la que se exhiben los vaporizadores en los comercios, para evitar que los niños se vuelvan adictos a la nicotina por esta vía.

Algunos analistas creen que esta ley está inspirada en otra similar que se aprobó en Nueva Zelanda, pero fue derogada prácticamente antes de hacerse efectiva, cuando este año cambiara el gobierno de aquel país. 

Una pandemia entre pandemias 

El interés de los británicos en ponerle fin al tabaquismo es, sin dudas, loable, sobre todo cuando se conocen las cifras que genera esta pandemia. De acuerdo con la OMS, en el mundo mueren todos los años más de 8 millones de personas de enfermedades relacionas con el tabaquismo. Téngase en cuenta que, según la ONU, la cifra de muertos por COVID-19 entre 2020 y 2021 “solo” alcanzaría los 14.9 millones. Esto representa unos 7.5 millones de fallecidos al año, 500 mil menos de los que fallecen a causa del tabaco.

Adicionalmente, la mayoría de estas muertes se producen en países con ingresos medios y bajos, como Cuba. Y es que 8 de cada 10 de los 1 300 millones de consumidores del tabaco viven en estos países, donde el impacto de esta pandemia en la morbimortalidad suele ser superior a otras zonas geográficas. 

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, (OPS),  el tabaco es “el único producto de consumo legal que mata hasta la mitad de sus usuarios cuando se utiliza exactamente de acuerdo con las indicaciones del fabricante”. ¿Por qué? Porque, según la misma fuente, las compañías gastan al año la exorbitante cifra de 8 mil millones de dólares en mercadeo, lo que les reporta enormes ganancias. Entretanto,  sólo en concepto de pérdida de productividad y gastos de salud se estima el costo global del tabaquismo en 1.4 billones de dólares, lo que representa casi el 2 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. 

Si hablamos desde el punto de vista médico, la esperanza de vida de los fumadores es como promedio 10 años menor que la de los no fumadores. Pero ni estos quedan exentos de peligros, porque la exposición al humo del tabaco ajeno provoca, según la OMS, 1.2 millones de muertes al año. Además, cerca de 1 de cada 2 niños en el mundo respira aire contaminado por el humo del tabaco y 65 mil menores fallecen como consecuencia de esto. Lo anterior representa la mitad de las 110 mil muertes que causó en 2019 en niños otra pandemia terrible, la del VIH/SIDA. 

El camino de Bután

Podría pensarse que la solución está en prohibir totalmente el comercio de cigarros. Así lo hizo Bután, un diminuto reino de 700 mil habitantes situado en la cordillera del Himalaya, vecina de Nepal, India y China, donde desde 2005 se aprobó una ley que perseguía crear una nación sin humo. 

Sin embargo, para el año 2011 la medida había sido muy poco efectiva. Y es que, en lugar de disminuir el consumo, creó un pujante mercado negro, proveniente de la India. 

En un esfuerzo para frenar este fenómeno, en ese año más de 50 personas habían sido encarceladas por violar las severas normas aduanales, que solo permitían la importación de 200 cigarrillos, siempre y cuando el portador conservara el comprobante con la fecha de la compra. 

Uno de los casos que concitó mayor atención fue el de un monje budista que, por no conservar el documento e importar 74 paquetes de tabaco para mascar, fue encarcelado y sentenciado a tres años. Lo anterior causó una airada reacción en las redes sociales del país asiático, de acuerdo con un reporte de DW.  

Políticas regulatorias, ¿son efectivas?

Un hito en la lucha mundial contra la pandemia de tabaquismo fue la adopción por más de 160 países, incluida Cuba, en 2005, del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT OMS). Este fue el primer tratado internacional de salud pública auspiciado por la OMS y que contiene las directrices para la implementación de las medidas de control del tabaco. 

Entre las disposiciones clave de este documento están la obligatoriedad de elevar los impuestos a los productos del tabaco (Art. 6) por parte de los estados firmantes, quienes además deben proteger contra la exposición al humo ajeno en los lugares de trabajo, sitios públicos cerrados y el transporte público (Art. 8).

El convenio incluye la obligatoriedad de advertencias sanitarias en el empaquetado, las que deberían cubrir al menos el 30 % de la superficie e, idealmente, el 50 % (Art. 11). Por último, se prohíbe la publicidad, promoción y patrocinio de los productos del tabaco, de acuerdo con el artículo 13 de la norma. 

Además del CMCT-OMS, según un artículo sobre las normas jurídicas para la prevención y control del tabaquismo en Cuba, existe un plan de medidas de la OMS llamado MPOWER-OMS, por sus siglas en inglés, que busca: vigilar el consumo de tabaco (Monitor); proteger a las personas del humo del tabaco (Protect); ofrecer ayuda a los adictos (Offer); informar y advertir sobre los peligros de esta adicción (Warn); prohibir la publicidad, promoción y patrocinio del tabaco (Enforce); y aumentar el precio y los impuestos al tabaco (Raise). 

Estos tratados y planes han tenido un gran impacto en diversos países, destacándose entre ellos Irlanda, Noruega, Italia y España, donde está prohibido el consumo de tabaco en bares y restaurantes. 

En nuestra región se aplican restricciones en países como Argentina, Chile, Colombia, México y Uruguay. En este último está prohibido fumar en espacios cerrados públicos o privados, y las multas por incumplimiento van de mil dólares hasta el cierre definitivo de los establecimientos, según la publicación citada.

Tabaquismo en Cuba

De acuerdo con un artículo publicado en la Revista Cubana de Salud Pública, en los últimos cincuenta años las cifras de la epidemia de tabaquismo en Cuba han ido disminuyendo progresivamente. En 1978, la prevalencia en la isla era de 68.9 % para la población mayor de 17 años. Esto ubicaba al país entre los primeros lugares a nivel mundial, por lo que en esa fecha se tomaron una serie de medidas. 

Para 1984, la prevalencia del tabaquismo había disminuido a un 42.2 % y el consumo per cápita de cigarros anualmente era de 2470. Once años después, en 1995, fumaba en Cuba el 36.8 % de la población, con un 48.1 % de prevalencia entre los hombres y un 26.3 % entre las mujeres. 

En 2001, la prevalencia había disminuido a 31.9 %, con cerca de 2 millones de fumadores. Adicionalmente, el consumo de cigarros decreció a un per cápita de 1314.

Para 2010, la prevalencia del tabaquismo en la isla era de un 23.7 % para la población mayor de 15 años. De ese total, el 74,8 % comenzó a fumar antes de los 20 años, por lo que hacia ese grupo había que dirigir las mayores acciones de prevención. 

Nueve años después, las cifras no habían cambiado significativamente. De acuerdo con los resultados de la última encuesta sobre tabaquismo realizada en la isla en 2019, el 21.6 % de la población era fumadora, lo que equivale a más de 2 millones de personas. La edad de inicio del nocivo hábito en la isla es a los 17.4 años. 

Esto muestra, más que ligeros avances, un estancamiento con respecto a lo logrado durante la década anterior (Tabla 1). Otro dato que resulta importante es que el 30 % de los cubanos están expuestos al humo ajeno. En ese sentido sí hubo un avance en relación a 2010, cuando la cifra era del 41 %. 

Evolución de la prevalencia del tabaquismo en Cuba. Tabla de elaboración propia.

Necesidad de una ley

Aunque las cifras de incidencia del tabaquismo en Cuba han disminuido en las últimas décadas, todavía queda mucho por hacer. La isla está lejos de naciones como Nauro o Birmania, donde fuma el 49.5 % y el 43 % de la población, respectivamente. Pero también estamos lejos de mostrar resultados como los de El Salvador y Colombia, que muestran cifras cercanas al 8 %.  

En nuestro país se dan también las controversias típicas de una nación productora: el tabaco, además de un importante rubro económico, es motivo de orgullo nacional y está fuertemente vinculado a las tradiciones y la identidad.

Foto: Kaloian.

En cuanto a los instrumentos jurídicos, tampoco es que haya ausencia de ellos. De acuerdo a uno de los artículos ya citados, de 1976 a 2017 se aprobaron en la isla 29 documentos de diferente alcance relacionados al tabaquismo. Cinco de ellos fueron aprobados por la Asamblea Nacional, dos por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y el resto por los Ministerios de Salud Pública, Educación y el Instituto de Aeronáutica Civil, entre otros. 

Sin embargo, la existencia de las normas no garantiza su cumpliento. No conozco una sola persona que haya sido multada por fumar en un espacio público. Basta con montarse en una guagua o ir a cualquier institución para ver a las personas, hasta directivos, fumando tranquilamente.

Incluso en los hospitales, ambiente en el cual trabajo, y escuelas, he visto personas contaminando el aire ajeno con el humo de sus cigarros; si alguien les llama la atención, responden airadamente. A ese punto llegamos, a pesar de las múltiples campañas de concientización que se ponen en marcha. 

Foto: Kaloian.

Todo esto ocurre en un contexto donde el tabaquismo provoca más de 13 mil muertes al año, 36 cubanos mueren cada día por esta causa y, como promedio, un fumador consume más de 15 cigarrillos al día, mientras que el 45 % de los fumadores tiene alta dependencia y comienza a fumar en los cinco primeros minutos del día. Todos estos datos sin dudas asustan y preocupan.  

Resulta evidente que el país necesita con urgencia una ley integral antitabaquismo que regule todo lo relativo al monitoreo, vigilancia y control de esta epidemia. Así como voluntad para implementarla, a pesar de lo impopular que pueda ser. 

De esta manera, se lograría unir en su solo texto, de forma articulada y sistemática, todas las medidas incluidas en el plan MPOWER-OMS, avanzando en aquellas que ya se han implementado e incorporando las que falten. Además, obligaría a la acción conjunta de todos los organismos del Estado involucrados en este asunto de importancia vital para la sociedad. La vida de miles de personas está en riesgo.  

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