A plomo limpio, el funeral de un miliciano palestino

Los niños, que cada vez son más, revolotean de un lado a otro y miran obnubilados las armas y a estos hombres, que hoy son sus héroes, pero mañana podrían ser sus mártires.

Milicianos de Balata Cisjordania en funeral de compañero, jóvenes palestinos armados de perfil M-16 Foto Alejandro Ernesto

Brigada Balata. Foto: Alejandro Ernesto.

Nablus, un día cualquiera. Llegamos un grupo de periodistas al campo de refugiados de Balata, el más antiguo de Cisjordania. Coincidimos con el funeral de un joven combatiente fallecido esa mañana en uno de los rutinarios enfrentamientos con tropas israelíes.

Íbamos a otra cosa, pero decidimos esperar. Muchos de nosotros no conocíamos Balata y otros jamás habían estado en el funeral de un miliciano palestino.

Funeral de un miliciano palestino en Cisjordania. Foto: Alejandro Ernesto.
Funeral de un miliciano palestino en Cisjordania. Foto: Alejandro Ernesto.

El campo de refugiados de Balata, en la ciudad de Nablus, se creó en 1950, poco después de la fundación del Estado de Israel. Inicialmente en sus 25 hectáreas vivían unos 5 mil palestinos desplazados por el conflicto. Hoy en la misma área residen en condiciones precarias más de 30 mil personas. Nablus históricamente ha sido un foco de resistencia y ahí surgieron, en el año 2000, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa.

Miliciano de Balata, Nablus, donde viven más de 30 mil personas. Foto: Alejandro Ernesto.
Miliciano de Balata, Nablus, donde viven más de 30 mil personas. Foto: Alejandro Ernesto.

Llovía. Confieso que me aburría bastante, cuando de la nada veo llegar un grupo de hombres armados, de no más de 30 años y rodeados de niños, que se dirigen hacia la entrada del campo. Se detienen, hablan por sus teléfonos móviles. Miran recelosos a todos lados. Llegan otros, se saludan con abrazos y se van agrupando en los diminutos portales que los protegen de una lluvia de a ratos intensa.

Un miliciano de la Brigada Balata posa junto a carteles con imágenes de otros combatienetes fallecidos. Considerados mártires por los palestinos y terroristas por Israel.
Un miliciano de la Brigada Balata posa junto a carteles con imágenes de otros combatienetes fallecidos. Considerados mártires por los palestinos y terroristas por Israel. Foto: Alejandro Ernesto.

Son miembros de la Brigada Balata. Combatientes sin filiación a ningún partido político o grupo armado reconocido. Son, como sus predecesores, los Lions Den —surgidos hace un año más o menos en la ciudad vieja de Nablus—. Jóvenes hastiados, muchos de ellos desempleados, sin perspectiva de futuro y cansados de la inmovilidad de las instituciones palestinas. Toman las armas frente a las incursiones de las Fuerzas de Defensa de Israel en su territorio. El campo de refugiados de Balata es su hogar y también su bastión.

Brigada Balata. Foto: Alejandro Ernesto.
Brigada Balata. Foto: Alejandro Ernesto.

Solo hablan árabe, así que la comunicación con ellos me resulta imposible, salvo por gestos. Pero se dejan fotografiar y algunos hasta posan mostrando orgullosos sus armas. Muchos llevan el rostro cubierto; pero a otros no les importa mostrar su identidad. Los niños, que cada vez son más, revolotean de un lado a otro y miran obnubilados las armas y a estos hombres, que hoy son sus héroes, pero mañana podrían ser sus mártires.

Se dejan fotografiar y algunos hasta posan mostrando orgullosos sus armas. Foto: Alejandro Ernesto.
Se dejan fotografiar y algunos hasta posan mostrando orgullosos sus armas. Foto: Alejandro Ernesto.

Pertenecientes a la generación Z, algunos son casi adolescentes. Son coquetos, usan peinados a la moda y llevan barbas y cejas bien arregladas. Descontando el verde olivo de algún pantalón o chaleco, visten ropa deportiva de negro riguroso.

Columbia, The North Face, Nike, Lacoste, Louis Vuitton y Adidas —sobre todo Adidas— son marcas (seguramente imitaciones) que estos jóvenes combinan con sus letales fusiles M-16 y alguna que otra granada. Hijos del siglo XXI, estos guerrilleros urbanos coordinan sus acciones a través de las redes sociales, sobre todo TikTok.

Algunos miembros de la Brigada Balata son casi adolescentes. Foto: Alejandro Ernesto.
Algunos miembros de la Brigada Balata son casi adolescentes. Foto: Alejandro Ernesto.

De pronto salen a la avenida, caminan unos 500 metros y se ponen a la cabeza del funeral, en el que otros jóvenes palestinos, sin armas, cargan sobre sus hombros en una camilla y cubierto por la bandera nacional el cuerpo de Mahdi Hashash, miembro de la Brigada Balata. Tenía 17 años.

Había estado en un funeral así en Ramala, cuando cientos de personas acompañaron el cuerpo de la periodista de Al Jazeera Shireen Abu Akleh en un recorrido por el centro de la ciudad. Pero en aquella avalancha humana, en la que se hacía difícil caminar y aún más tomar fotos, no había armas. Y mucho menos disparos.

Columbia, The North Face, Nike, Lacoste, Louis Vuitton y Adidas —sobre todo Adidas— son marcas (seguramente imitaciones) que estos jóvenes combinan con sus letales fusiles M-16 y alguna que otra granada
Columbia, The North Face, Nike, Lacoste, Louis Vuitton y Adidas son marcas (seguramente imitaciones) que combinan con sus letales fusiles. Foto: Alejandro Ernesto.

En Balata sí hubo plomo. Y mucho. Los gritos de “Alá es grande” y otros en árabe indescifrables para mí fueron acompañados por ráfagas al aire. Decenas de M-16, el fusil habitual entre los insurgentes palestinos y algún AK-47 se dejaban escuchar por todos lados, a veces muy cerca de mi cámara mientras la marea humana que participaba en el funeral se adentraba en las callejuelas del campo. Nada de salvas, eran balas ordinarias, de las que matan.

Milicianos de la Brigada Balata disparan al aire en funeral de miliciano en Nablus Cisjordania. Foto: Alejandro Ernesto.
Milicianos de la Brigada Balata disparan al aire en funeral de Mahdi Hashash en Nablus, Cisjordania. Foto: Alejandro Ernesto.

Nos fuimos de allí cuando el cuerpo del joven Hashash y sus acompañantes entraron en la mezquita. Me habría quedado a seguir retratando el funeral, pero no podía separarme del grupo.

Salí de allí con el corazón un poco apretado y el retumbar de los disparos aún sonando en los oídos. No nos acostumbramos a la muerte, mucho menos cuando se va gente joven. Por edad, cualquiera de aquellos chicos podría ser mi hijo. El hijo que tengo lejos y al que, desde la distancia, intento proteger de tantas cosas.

Miliciano de la Brigada Balata, en Neblus, Cisjordania. Foto: Alejandro Ernesto.
Miliciano de la Brigada Balata, en Neblus, Cisjordania. Foto: Alejandro Ernesto.

Un amigo en Cuba vio estas fotos y me dijo que imágenes así solo las ve en el noticiero; otro que parecían sacadas de una película. Pero son reales y ahora las veo de cerca. Para los palestinos enterrar a sus hijos es una tragedia cotidiana.

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