El pequeño y desconocido mundo de las inversiones indirectas de EEUU en Cuba

Comienzan a salir a flote datos que evidencian la participación de empresas estadounidenses en negocios con Cuba.

Fachada del hotel Meliá Cohiba en La Habana. Foto: Otmaro Rodriguez

Las demandas en Estados Unidos contra la cadena hotelera española Meliá y la estadounidense Trivago ha permitido confirmar lo que era un secreto a voces hace muchos años: que empresas norteamericanas han invertido en compañías extranjeras con intereses en Cuba.

Toda demanda en Estados Unidos implica siempre un proceso llamado discovery, una etapa inicial en que la parte demandada tiene que colocar a disposición de los demandantes, las interioridades de sus inversionistas y finanzas. Como explica a OnCuba el director del US Cuba Economic and Trade Council, John Kavulich, esto permite tener una idea exacta del valor de la propiedad para establecer el monto de la demanda que, en este caso, todavía no ha sido definido.

El discovery (descubrimiento, en español) develó la punta del iceberg en términos de empresas estadounidenses participando en compañías extranjeras que han invertido en Cuba. Un proceso que comenzó mucho antes del deshielo entre Washington y La Habana y que, curiosamente, no es ilegal. En el caso de Meliá se sabe que al menos 10,04% de sus accionistas son norteamericanos.

Los 10 mayores accionistas de Meliá Hotels International son la familia fundadora del grupo, Gabriel Escarrer Julié y familia, con el 52%; la firma neoyorquina Ell Capital Management Inc., con 5,53%; la empresa con sede en Austin, Texas, Dimensional Fund Advisors LP, que dispone de 1,82% de las acciones; el fondo de inversiones de Pensilvania, The Vanguard Group y otro fondo de Boston, Massachussets, Fidelity Management & Research Co., que tiene el 1,33% de las acciones.

Esta cifra ya fue más elevada. En el año 2000, por ejemplo, las acciones del Grupo Sol-Meliá eran controladas por 16% de empresas o personas bajo jurisdicción estadounidense. Lo interesante del asunto es que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) autoriza a que empresas bajo jurisdicción estadounidense que hagan inversiones que no controlan totalmente los grupos económicos en que han invertido, pueden invertir en empresas extranjeras que realizan actividades comerciales en Cuba con dos condiciones: que esas inversiones no impliquen el control de la empresa y que la mayoría de los ingresos de esa empresa no provienen de la actividades en la isla, explica Kavulich.

Realmente los inversionistas estadounidenses no obtienen grandes ganancias con las operaciones de Meliá en el mercado cubano, de hecho, éstas han bajado. Según el último informe financiero del grupo, en el primer trimestre de 2019 se registró una merma de las ganancias de 10,7% en relación a igual periodo del año anterior, en parte debido a las sanciones económicas impuestas por la administración de Donald Trump.

“Las inversiones americanas en Cuba fueron siempre un misterio pero también un secreto a voces. Se hablaba mucho de eso pero no estaba claro porque no era público. Lo que sí estaba claro era que se hacían a través de otras empresas. Meliá siempre estuvo bajo sospecha. Pero hay otras cadenas hoteleras porque los empresarios americanos nunca negaron su interés en el turismo cubano”, explica el abogado en derecho de inversiones, Sam Tucker.

Las demandas contra las empresas norteamericanas y extranjeras que han entrado en los tribunales estadounidenses han sido posibles después que la administración Trump puso en practica en julio pasado la aplicación del titulo III de la Ley Helms-Burton.

En la medida que aumente el discovery en otras demandas se esperan que salgan a flote otras inversiones indirectas de Estados Unidos en la industria turística cubana.

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