Caña, caña…

Hace pocos días, el central azucarero Batalla de las Guásimas, del municipio de Vertientes –al centro sur de la provincia de Camagüey–, cumplió su plan de producción ascendente a 66 mil 245 toneladas de azúcar. A pesar de que esa cifra no impresiona, este ingenio, fundado por la Revolución Cubana en el año 1979, aún hoy se consolida como el mayor productor de crudo en la llanura agramontina. Su pitazo final alentó así a otros tres ingenios de esa porción de la geografía antillana, donde deben fabricarse 167 mil toneladas del dulce en la actual zafra.

El resultado de los vertientinos llegaba trece días después de la fecha prevista, debido a dificultades con las lluvias, humedad en las plantaciones cañeras y constantes intermitencias en el abasto de materia prima. “Fueron 142 días de cosecha y la recta final fue difícil para conseguir la caña necesaria”, refiere Pedro González Montesinos, jefe del puesto de dirección de la industria.

El atraso del Batalla los hizo descender de un tercer lugar nacional a la novena posición entre 46 Unidades Empresariales de Base (UEB) que hacen zafra en el país.

“Aunque mantuvimos en alza los indicadores fabriles de eficiencia, rendimiento y recobrado, además de aportar más de 6 mil megawatts al Sistema Electroenergético Nacional (SEN), fue insuficiente la entrada de materia prima al basculador”, refiere una fuente de la sala de control y análisis industrial.

¿Y si no hay caña, qué?

“El decrecimiento progresivo de la zafra en Cuba se debe, en gran medida, a la poca disponibilidad de la materia prima, factor que determina que no se pueda aprovechar con mayor eficiencia y eficacia la capacidad industrial instalada”, dice Ifraín Otero, experimentado investigador del tema azucarero en la provincia de Camagüey.

En Guantánamo, la realidad es parecida y trabajadores del central Argeo Martínez justificaron la inestabilidad en la molida con roturas y falta de caña por problemas en el corte, alza y tiro, según informaciones de fínales de de marzo.

En la provincia de Villa Clara, a punto de arribar al mes de mayo, cuando comienzan los momentos más difíciles de cualquier cosecha azucarera, los tres centrales que ya habían cumplido sus planes también lo hicieron con retrasos por las frecuentes paradas por falta de caña.

El panorama más favorable se ha percibido en las provincias de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila, únicas cumplidoras de la zafra antes de concluir el mes de abril.

La industria azucarera espirituana repite la buena nueva por sexto año consecutivo, pero es evidente que sus centrales estaban en capacidad para seguir moliendo con eficiencia si hubiera habido suficiente caña para hacerlo.

Ciego de Ávila fue la primera provincia de Cuba en cumplir el plan de producción de azúcar en la zafra 2012-2013, con crecimientos que duplican en solo tres años la zafra de 2010.

Los punteros de la recuperación

Los centrales avileños Ecuador y Ciro Redondo, con 50 toneladas de caña por hectárea como promedio, se han ubicado ahora entre los punteros del país en la recuperación cañera. Sin embargo, en Cuba, antes de 1991, el rendimiento promedio era de alrededor de 60 toneladas por hectárea.

Pero el mérito de los dos ingenios avileños es indiscutible, pues el día en que esas 50 toneladas sean el promedio nacional, se podrían esperar incrementos ya significativos en la producción azucarera cubana.

La zafra está deprimida como nunca antes en su historia y la aquejan una multitud de problemas, pero el primero de ellos es la producción de caña.

No son pocos los productores y las unidades agrícolas cuyos rendimientos sostenidos sobrepasan las 70 toneladas por hectárea. Los hay también de 80 toneladas. En áreas con regadío se pueden ver incluso plantaciones que superan las 100.

Hay potencialidades para dar el salto, pero parece como si hubiera plomo en las botas de los cañeros. Para muchos ese peso muerto se aliviaría si se aumenta consecuentemente el precio de la caña a los productores y si se avanza, con la debida pero no exagerada cautela, en un proceso prácticamente inevitable que involucre a la inversión extranjera y permita recapitalizar la industria y la agricultura azucarera.

(Por Luis Enrique Perdomo Silva/ R. Recio)

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