CRF19, la cepa agresiva de VIH detectada en Cuba

Por: Gabriela M. Fernández

La noticia de la constatación de una nueva cepa del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en pacientes cubanos circula por estos días en medios extranjeros y de oposición dentro de la Isla. Hasta el pasado martes 17 de febrero, cuando la prensa oficial lo confirmó, la mayoría de los artículos disponibles online constituían versiones totales o parciales de un reportaje del sitio estadounidense El Nuevo Herald, donde se relaciona la aparición de la variante recombinante CRF19_cpx del virus con el desarrollo acelerado del SIDA en un grupo de pacientes.

El Instituto de Medicina Tropical de Cuba Pedro Kouri (IPK) realizó la investigación que identificó la cepa conjuntamente con el Laboratorio de Virología Clínica y Epidemiológica de la Universidad Católica de Lovaina de Bélgica. Los resultados del estudio están disponibles en un artículo publicado por la revista científica EbioMedicine. El motivo de esa investigación binacional consistía en averiguar las causas del rápido progreso de la enfermedad en un grupo de pacientes en la isla.

La variante conocida del VIH suele tomar hasta 10 años para desarrollarse en la enfermedad, sin embargo, fueron diagnosticados en Cuba personas que mostraban síntomas del SIDA en los tres primeros años de expuestos al virus. La explicación científica consiste en que, cuando el virus hace su primera entrada al organismo, tiene acceso a una proteína llamada CCR5 en la membrana celular. Eventualmente, el virus puede llegar hasta otra proteína de la membrana llamada CXCR4, lo cual facilita que el virus penetre en la célula y continúe la infección hasta presentar el SIDA. Con la presencia de la nueva cepa, este proceso ocurre mucho más rápido.

La forma en que se descubrió la variante CRF19_cpx planteaba un problema bioético: el conjunto de personas que formaron parte del estudio no había recibido terapia retroviral, según el artículo publicado. El análisis realizado a las 52 personas detectadas con “acelerado desarrollo” del virus se contrastó con dos grupos de prueba: uno conformado por positivos al VIH que aún no mostraban el SIDA (21 personas) y otro por enfermos crónicos con la variante conocida del virus (22 personas). En total, 95 pacientes fueron analizados en el estudio, cuya última muestra de sangre fue tomada en 2008.

Vivian Kouri, directora del Laboratorio de Infecciones de Transmisión Sexual del IPK, explicó a El Nuevo Herald por correo electrónico que, de los pacientes que desarrollaron rápidamente la enfermedad, “algunos llevaban poco tiempo de diagnosticados por lo que no se esperaba que debían desarrollar SIDA tan rápido y en otros casos el diagnóstico coincidió prácticamente con el momento en que el paciente marcó SIDA”.

Mientras que la parte belga del estudio alegó al Herald que ellos no tenían nada que ver con la selección y tratamiento de los grupos: “Nosotros solamente realizamos las pruebas de laboratorio”, explicó la Dra. Anne-Mieke Vandamme, directora del proyecto.

La doctora Kouri argumentó que “las muestras de los pacientes con SIDA crónico se recogieron justo en el momento en que se iba a iniciar terapia” y en su mayoría se trataba de casos que presentaba alguna enfermedad “oportunista con conteo de CD4 por encima de 350 células—o sea, marcaron SIDA por enfermedad oportunista y no por conteo de CD4—que era cuando se iniciaba la terapia ARV [antirretroviral] en Cuba al momento del estudio”.

La respuesta oficial de Cuba llegó a los medios en la noche del 17 de febrero. El Noticiero Nacional cubano publicó la noticia de la aparición de la variante recombinante CRF19_cpx del VIH. La doctora Kouri explicó a la televisión que esta cepa fue originaria de África, pero ya ocupa el tercer lugar en frecuencia entre los casos detectados en la Isla. Además, señaló que ninguno de los pacientes –con cualquier subtipo viral- se asoció con una resistencia mayor a los tratamientos retrovirales. En otras palabras, todos los casos “tenían la posibilidad de que la terapia fuera efectiva”.

Una de los factores más peligrosos que tiene esta nueva cepa resulta el hecho de que muchas veces los infectados comienzan a presentar síntomas incluso antes de ser diagnosticados.

Cuba gasta alrededor de 150 millones de dólares al año en los programas de lucha contra el SIDA y mantiene una de las tasas de infestación más bajas de la región, lo cual implica a la larga un mayor ahorro, según explican los especialistas cubanos.

También existen campañas de sensibilización promovidas por el Ministerio de Salud Pública para la promoción del uso de preservativos en jóvenes y adultos de cualquier orientación sexual e, incluso, a mujeres y hombres casados, debido a la alta tasa de infección por esa vía.

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