Cuba vive el “día cero” de la reforma monetaria

Esta reforma ineludible para actualizar el modelo socialista cubano trae implícito un reajuste salarial, de las pensiones, retirada de subsidios y un incremento de los precios de bienes y servicios  cuyo precio se multiplicará.

Foto: Otmaro Rodríguez.

Cuba vive el “día cero” de la reforma monetaria y cambiaria, considerada la más compleja de las transformaciones económicas emprendidas en el país en las últimas tres décadas por su fuerte impacto en el entramado económico y la sociedad.

Su puesta en marcha definitiva, tras aplazamientos del proceso anunciado en 2013, comienza en medio de la tensa y crónica crisis económica que arrastra Cuba, agravada por el negativo efecto de la pandemia de COVID-19 y el reforzamiento de las sanciones por parte del gobierno de Estados Unidos.

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Además de coincidir con el inicio del Año Nuevo, se celebra en Cuba el «Día de la Liberación», una de las principales del calendario oficial, que en esta ocasión conmemora el 62 aniversario de la llegada al poder de la revolución liderada por Fidel Castro en 1959.

Esta reforma ineludible para actualizar el modelo socialista cubano trae implícito un reajuste salarial, de las pensiones, retirada de subsidios y un incremento de los precios de bienes y servicios  cuyo precio se multiplicará.

Cuba ha entrado de esta forma en el complicado camino de la unificación de sus dos monedas -el peso cubano CUP- y el convertible CUC, que desaparecerá de la circulación dentro de seis meses, así como de la eliminación de una serie de distorsiones económicas provocadas fundamentalmente por la diversidad de tasas de cambio existentes.

A partir de esta fecha desaparecerá el peso cubano convertible CUC -moneda artificial paritaria con el dólar puesta en circulación en 1994- y el peso cubano CUP, la moneda única con denominación legal para todas las operaciones, se devalúa frente al dólar con una tasa de cambio fija de 1 USD por 24 CUP.

Hasta ahora la tasa de cambio oficial era de un CUC por 25 CUP para la población y el sector privado, pero imponía una fuerte devaluación de 1 CUC=1 CUP para las empresas estatales.

Aunque esta medida es reconocida como necesaria, economistas, población y sus promotores, no soslayan que el mayor peligro que puede traer el final de la dualidad monetaria y cambiaria es la inflación, por la subida de los precios de bienes y servicios, pese al incremento de ingresos que supone la anunciada aplicación de una reforma salarial y de las prestaciones de la asistencia social.

La «tarea ordenamiento monetario» -término oficial que identifica a esta medida- ha supuesto entre otras medidas la actualización de las plantillas laborales, el cambio de denominaciones de billetes de CUP, y la subida de precios de los productos básicos que se ofertan por la cartilla de racionamiento, vigente desde 1962, y de servicios como las tarifas del servicio eléctrico, telefónico y transporte.

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Precisamente, el alza de las tarifas de la electricidad hasta el 500 por ciento respecto a los precios actuales provocó un malestar general entre la población cubana, que volcó sus quejas y críticas en comentarios a nivel de calle y en las redes sociales, una vía cada vez más usada por los cubanos como espacio de opinión pública.

A ello el Gobierno cubano respondió esta semana con el anuncio de una modificación a la baja para todos los tramos de consumo en los que se divide la tarifa eléctrica que se aplicarán desde inicios del venidero año.

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