Conozca Cuba primero…

La Habana

La Habana / Foto: Roberto Ruiz.

Impulsar el turismo internacional fue una de las estrategias para paliar la crisis de los noventa. Alrededor del año 2000 Cuba llegó a ocupar el octavo lugar en los arribos de visitantes al hemisferio americano, cuando una década atrás se encontraba en el puesto 231. Actualmente esta actividad continúa entre las principales fuentes de ingresos para el país.

El desarrollo de marinas y campos de golf, la incorporación de cooperativas y trabajadores por cuenta propia, una mayor entrada de capital extranjero, junto a la diversificación de las opciones turísticas, son coordenadas que van marcando el rumbo del sector. Al cierre del 15 de octubre, habían llegado a la Isla 2 millones 307 mil 055 visitantes, cifra que indica un crecimiento de 3,8 porciento con respecto a 2013.

Ingresos por exportaciones de servicios cubanos
Fuente: Ricardo Torres. “Crisis económica y recuperación. Evolución del sector productivo cubano y desafíos para el futuro”. Revista Tempo exterior no. 28, Vol. XIII (II), 2014.

Las potencialidades de grandes proyectos como la Zona Especial de Desarrollo Mariel y la Bahía de La Habana, conviven con lastres como la descapitalización y la dualidad monetaria. A juicio de José Luis Perelló, Doctor en Ciencias Económicas y profesor titular de la Facultad de Turismo de la Universidad de La Habana, todas estas variables configuran un escenario donde la variedad y calidad de la oferta serán decisivas.

El Caribe se caracteriza por un fuerte movimiento turístico. ¿Cuáles ventajas competitivas tiene Cuba en relación con otros países del área?

Primeramente su posición geográfica: Cuba ocupa el centro del Caribe y del continente americano, por lo tanto está cerca de los principales emisores de turismo del hemisferio: Estados Unidos –al cual todavía no tenemos un acceso amplio– y Canadá, que es nuestro primer mercado.

José Luis Perelló
José Luis Perelló / Foto: Roberto Ruiz.

La Habana, por ejemplo, es Patrimonio de la Humanidad y, pese a todas las dificultades que tiene, está discutiendo uno de los 10 primeros lugares entre las ciudades más visitadas del mundo. Las demás islas tienen playas más o menos como las nuestras, pero su territorio es demasiado pequeño para brindar notables oportunidades al turismo.

Por otra parte, en este momento el Caribe es la principal área de turismo de cruceros en el mundo, aquí se efectúa el 51 por ciento de esta modalidad. En ese macrodestino turístico, Cuba ocupa una ubicación excepcional. Como sabemos que las restricciones de viaje por parte de Estados Unidos no van a ser eternas –creemos que están en su etapa final–, hay que preparar las condiciones por si ocurre una apertura en ese sentido, pues conocemos el potencial que pudiera recibir el país si esas prohibiciones se levantan.

En caso de una eventual flexibilización de las relaciones con Estados Unidos, ¿qué escenarios podrían preverse respecto al mercado norteamericano?

La cuota de mercado de Estados Unidos para el Caribe está en el orden de los 4,8 millones de visitantes. Por supuesto, no podemos pretender que los estadounidenses visiten Cuba y no vayan a ninguno de los 24 destinos restantes.

El levantamiento de las restricciones de viajes se puede dar con una firma. Si en ese momento no se ha construido y no se han preparado las condiciones para recibir ese turismo, el obstáculo lo tenemos nosotros. Estamos hablando de recibir cruceros con 2 mil 500, 3 mil personas, del yatismo que está inscrito en el sur de la Florida… De acuerdo con informes de Visit Florida, hay más de 40 mil embarcaciones que están preparando una apertura para cubrir el tramo a Cuba en una jornada náutica.

Durante este tiempo hemos estudiado las posibilidades de ese mercado. Respecto a las instalaciones hoteleras, el plan de crecimiento contempla unas 135 mil nuevas habitaciones para 2030, en todo el país. Se sabe qué se va a construir en cada momento y lugar.

Tradicionalmente el destino Cuba se vende como una opción de sol y playa, sin embargo existen potencialidades en cuanto a naturaleza, ciudad, cultura y salud. ¿Cuánto podría dinamizar la actividad turística en la Isla aprovecharlas?

Esa es la imagen del Caribe, la que gusta ofertar a los turoperadores, porque significa vender los aviones completos, debido a que es un turismo masivo. Una de las cuestiones fundamentales está en elevar el nivel de ingresos del segmento que viene a Cuba. Y esos visitantes no van a hoteles “todo incluido”, porque se considera un turismo tal vez de élite, con una formación cultural, les interesa más el arte y la historia que el sol y la playa.

Los proyectos de desarrollo de marinas y campos de golf son parte de la estrategia en tal sentido. ¿Cómo usted valora esas iniciativas?

Toda isla tiene una cultura marinera, Cuba tuvo una tradición náutica durante muchos años. Ocurrieron determinadas cuestiones ligadas al mar: salidas ilegales, la Ley de Ajuste Cubano, que delimitaron esa cultura náutica en la población.

Ahora el escenario es otro. Se debe rescatar esa tradición. Hacia eso está enfocado el plan de desarrollo aprobado por el Ministerio de Turismo, la náutica, en todas las modalidades: aventura, yatismo, chárter náutico, marinas de vía a bordo, puertos deportivos náuticos, incluso la creación de clubes de pesca y marinería. Tenemos las mejores bahías del Caribe, no se ha explotado lo que representan los tres mil 100 kilómetros de costa cubana.

El proyecto integral Bahía de La Habana no solo conllevaría crear condiciones para la recepción de cruceros, sino estarían incorporados muelles para megayates, terminales de ferry, y toda una infraestructura que se ha dado en llamar “tratamiento del mar”, de acceso público, con piscinas, spas, parques naturales marítimos… Sería un espacio de recreación para los visitantes internacionales y para los habitantes de la ciudad.

Creo que en el turismo de golf el desarrollo sería más lentos, primero porque en Cuba no hay cultura del golf. Son inversiones grandes, un campo cuesta aproximadamente 500 mil dólares por hoyo, y debe ser certificado por personalidades de ese deporte. La competencia es enorme: la Florida tiene 1271 campos de golf y República Dominicana tiene 38.

En otro aspecto, está priorizado el turismo de naturaleza y aventura, de modo que se da una diversificación del desarrollo. Por supuesto, hay una inversión enorme en infraestructura en los territorios de sol y playa, y esa se seguirá explotando. Hay que pensar que mientras nosotros estamos desarrollando otros turismos el Caribe también lo está haciendo.

¿Qué papel usted le otorga a la inversión extranjera en esta esfera? ¿A cuáles puntos recomendaría dirigir la gestión y los capitales foráneos?

Deben estar enfocados en esos programas, fundamentalmente la náutica. La inversión extranjera tiene que incluir alta tecnología: edificios inteligentes, sistemas de control automatizados, donde la inversión es más costosa. La otra prioridad es lo que se ha hecho: instalaciones hoteleras, grandes resorts.

Hay algo interesante: el Caribe no ha hecho inversiones en Cuba, excepto Jamaica. Sin embargo, a pesar de ser un área subdesarrollada, hay grandes empresas que pudieran hacer negocios aquí. Es una cuestión de posicionamiento, y con la fortaleza del puerto de Mariel, el posicionamiento es doble. Aunque no sé si el problema está en esas empresas o en la gestión nuestra. Porque Cuba ha presentado siempre sus ofertas en Inglaterra, Alemania, España, Francia, Italia, Rusia… Siempre va a lo continental, pero no ha hecho presentaciones de nada en Aruba, Jamaica o República Dominicana.

Participación de la inversión extranjera según sector de destino, 2012
Fuente: Omar Everleny y Pavel Vidal. “La inversión extranjera directa y la actualización del modelo económico cubano”. En: Economía cubana, ensayos para una restructuración necesaria. Colectivo de autores, CEEC, La Habana, 2013.

La Zona Especial de Desarrollo Mariel se proyecta como un gran polígono industrial y comercial. ¿Cómo entraría a funcionar la actividad turística allí?

En el Mariel hacen falta hoteles, restaurantes, cafeterías, centros de negocios, centros de eventos y convenciones, edificios de oficinas, una infraestructura de ocio y recreación… que comenzará a construirse a partir de este año en la Zona de Aseguramiento Logístico.

Existen dos grandes proyectos a ambos lados de Mariel: el complejo La Altura, con un campo de golf, una inmobiliaria y más de dos mil habitaciones; y el complejo El Salado, que también posee un campo de golf, una inmobiliaria y unas tres mil habitaciones. La preocupación sería entonces la fuerza de trabajo.

Esto tiene que ver con la fuerte articulación entre la rama turística y los territorios. ¿Cómo usted describiría el panorama actual de esas relaciones? ¿Cuáles desafíos se perfilan a mediano plazo?

Uno de los grandes retos es integrar a la población local al desarrollo del turismo. Si ese avance no demuestra a las comunidades en qué se pueden beneficiar, simplemente las personas no identifican el crecimiento turístico con su vida cotidiana.

Tenemos el caso de Mariel, el Salado y La Altura, en Artemisa; una provincia, como otras, cuya población tiene un alto envejecimiento. Si contaremos con 5 mil habitaciones, a razón de 1,4 trabajadores por cada una, más los 130 mil empleos que llevaría Mariel, el territorio no tiene tanta fuerza laboral, y eso implica migración interna.

Además, el turismo tiene que formar a las personas que trabajarán en esos lugares: idiomas, trato al cliente, interculturalidad. Hay que saber interactuar con otras culturas, conocer qué le gusta al turista japonés, que lo diferencia del turista chino y del vietnamita; por tener los ojos rasgados no es “un chino”.

Hace algunos años se aprecia un aumento sostenido del número de visitantes, sin embargo decrece el ingreso per cápita ¿A qué se debe esta contradicción?

El problema está en que los indicadores turísticos son reportados por las entidades estatales. A medida que se ha desarrollado el trabajo por cuenta propia, tenemos más de 18 mil habitaciones con licencia para arrendar al turismo internacional, y existen más de mil restaurantes con marca, junto al aumento de cafeterías y venta de artesanías.

Ahora, ese turista que se hospeda en casas particulares y va a las “paladares”, deja ingresos, pero esos no se recogen por las estadísticas. Y si se analiza cuándo comienza esa aparente paradoja, coincide con la aprobación y el crecimiento del trabajo por cuenta propia. Creo que el crecimiento de las utilidades asociadas al turismo en nuestro país está en correspondencia con el número de visitantes.

Por otra parte, el segundo mercado –por llamarlo de alguna forma– son los emigrados. Ellos no se hospedan en hoteles, pero se supone que dejen a su familia y en su barrio más dinero que el que puede dejar un turista canadiense, por ejemplo. Ello exige una nueva estructuración de las cuentas nacionales, que permita recoger verdaderamente cuál ha sido el ingreso, para conocer y tomar decisiones.

Llegada de visitantes internacionales a Cuba
Fuente: José Luis Perelló. “Desafíos territoriales del sector turístico cubano en el contexto del proceso de actualización”. En: Miradas a la economía cubana. Colectivo de autores, Editorial Caminos, La Habana, 2014.

¿Hasta ahora, cómo podríamos evaluar la incorporación de los cuentapropistas y cooperativas a la actividad turística por parte de entidades estatales? ¿Cuáles potencialidades existen aún en el sector no estatal?

El sector turístico estatal ya tiene autorización y mecanismos para incorporar a su oferta el sector no estatal. Por ejemplo, las agencias de viajes firman contratos con los restaurantes y llevan a los grupos de turistas. Eso ocurre también con hostales particulares en determinados sitios donde no hay grandes hoteles, como Trinidad y Viñales.

La potencialidad está en el crecimiento de nuevas licencias: si aumenta el número de autorizaciones, es porque hay clientela. Eso se ha comportado así amén de no haber instaurado un mercado mayorista, porque el país no tiene condiciones para asumirlo.

Esas pequeñas empresas no van a competir con el sector estatal, sino a complementar la oferta. Si el Ministerio de Turismo se hubiera planteado abrir mil nuevos restaurantes durante los últimos tres años, no lo hubiera logrado. Por lo tanto, esa inversión que está haciendo el sector no estatal en función del desarrollo turístico no va contra los costos del Estado.

Para algunos el uso de las tecnologías de informática y telecomunicaciones resulta un punto flaco del turismo nacional. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Creo que ahora la promoción y la publicidad no están en los soportes duros, o sea, en las revistas, las vallas, ni en la televisión; están en las redes sociales. Actualmente en cualquier parte del mundo la oferta está en la mano: desde un iPhone uno se localiza y busca qué le rodea. No se necesita una guía de papel ni un “mapa caminero” para ir a los lugares.

Y en eso, efectivamente, hay graves problemas. Suponiendo que estén los equipos de alta tecnología, no existe la infraestructura tecnológica para que eso funcione eficientemente. Sin embargo, en la gestión de venta se ha hecho algún avance, fundamentalmente con Amadeus, y Solways, que tiene una gran operatividad en el comercio electrónico.

A su juicio, ¿cuáles encadenamientos fundamentales genera el turismo con el resto de la economía?

Al principio ese encadenamiento fue positivo. Últimamente yo veo que se ha detenido o no ha funcionado según las necesidades. Por ejemplo, cuando hablo de 5 mil nuevas habitaciones, me refiero a 10 mil sábanas, como mínimo, 10 mil toallas, fundas, servilletas, manteles… Luego, conjuntamente con mi preocupación por buscar un inversionista extranjero que me ayude a levantar Mariel, necesito uno que me ayude a levantar una textilera, para no tener que importar las sábanas, las toallas, los manteles…

Al mismo tiempo, los avances en el turismo deben impulsar la agricultura, y así no tener que traer viandas, vegetales y frutas del exterior. La producción debe estimularse para esos proyectos, y también para los consumidores nacionales.

En los últimos años los vacacionistas cubanos –residentes y no residentes– han emergido como un segmento dinámico ¿Qué implicaciones tiene esto para el sistema turístico?

En todas partes del mundo el turismo tiene un componente nacional, los ingresos del sector no están sesgados. Del 31 de marzo de 2008 al cierre de 2013, el turismo interno creció 121 por ciento. Está clara la política en los lineamientos: el objetivo fundamental del turismo es la captación de divisas y el aumento del ingreso medio por turista; no se menciona de qué procedencia.

Los cubanos acostumbran pasar sus vacaciones en períodos de temporada baja para el turismo internacional, lo cual ayuda a compensar la estacionalidad. Generalmente el dinero con que pagan tiene una elevada composición de divisa fresca directa del exterior.

Principales segmentos turísticos en Cuba, 2013
Fuente: José Luis Perelló. “Desafíos territoriales del sector turístico cubano en el contexto del proceso de actualización”. En: Miradas a la economía cubana. Colectivo de autores, Editorial Caminos, La Habana, 2014.

Existen tendencias como el denominado “comercio nostálgico”, es decir, la compra de productos autóctonos que realizan los familiares y amigos que se han ido y residen fuera; porque sienten añoranza de algo a veces tan elemental como la tortica de morón. El “turismo étnico” se corresponde con aquellos que tienen sus raíces en el lugar que visitan, y les interesa, por ejemplo, una oferta por el 8 de septiembre, día de la Virgen de la Caridad del Cobre, u otras muchas de fechas.

En varios países se está hablando de eso, porque la migración no es solo cubana, de hecho, somos el país del Caribe con menor tasa migratoria. Entonces, existen los llamados paquetes turísticos étnicos. Si se creara un paquete para ir a los carnavales de Santiago, sería exitoso. Si se organiza el “Festival del Cubano ausente”, ¿cuántos vendrían? Simplemente pudieran arribar más de 100 mil cubanos. No creo que eso tenga implicaciones políticas ni ideológicas, simplemente sería algo totalmente novedoso, que se daría con un cambio de mentalidad de quienes deben organizarlo.

 

Nota:

1 Miguel Alejandro Figueras, “Impactos del turismo en la economía y la sociedad cubana”. En: Miradas a la economía cubana, Entre la eficiencia económica y la equidad social. Editorial Caminos, La Habana, 2013.

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