De la langosta y otros asuntos (i)legales

La langosta cubana es uno de los manjares más codiciados del mundo / Foto: Ronald Suárez Rivas

La langosta cubana es uno de los manjares más codiciados del mundo / Foto: Ronald Suárez Rivas

En medio del mar poco profundo que bordea el sur de Cuba, la langosta es tan solo un plato más en el menú de las embarcaciones. A veces tan reiterativo que con frecuencia algunos prefieren cambiarlo por pollo o por pescado. Todo lo que se repite demasiado cansa, y este marisco no es la excepción.

Claro que a solo unas millas, en tierra firme, el panorama cambia. Los decomisos y las contravenciones insisten en preservar hasta la última libra para el turismo o la exportación, con el argumento de generar divisas para la economía del país.

Pero aquí, los cientos de pescadores encargados de la captura de estos suculentos crustáceos, nada tienen que ver con tales decisiones.

Los barcos langosteros tienen una especie de piscina en su interior, para mantener vivos los crustáceos que pescan / Foto: Ronald Suárez Rivas
Los barcos langosteros tienen una especie de piscina en su interior, para mantener vivos los crustáceos que pescan / Foto: Ronald Suárez Rivas

Su trabajo es sacarlos del fondo del mar y garantizar que lleguen sanos y salvos a puerto. De eso han vivido siempre, y a estas alturas no sabrían hacer nada más. Cuentan que en otra época los métodos eran muy primitivos, pero con los años se han ido modernizando.

Rogelio Millar, patrón del Ferro 304, explica que en tiempos de su abuelo, nadie habría pensado que una sola embarcación podría lograr 100 toneladas en un año.

Entonces, en una chalana, los hombres tenían que usar un cubo con un cristal en el fondo, para ubicar las langostas debajo del agua, y luego zambullirse a sacarlas. En el 2014, sin embargo, Rogelio y su tripulación, sobrepasaron las 150 toneladas.

Los métodos de pesca se han ido modernizando en busca de más productividad / Foto: Ronald Suárez Rivas
Los métodos de pesca se han ido modernizando en busca de más productividad / Foto: Ronald Suárez Rivas

Es el resultado de la introducción de barcos mejores y nuevas técnicas, entre las que se incluyen varios tipos de jaulas. Además, por la creación de centros de acopio, una suerte de pequeños acuarios ubicados en los bajos de la plataforma insular, donde los barcos descargan la captura del día, para poder continuar pescando sin tener que perder tiempo viajando a puerto.

Aun así, sigue siendo un oficio duro y solitario, que le exige a estos hombres pasar la mayor parte de su vida navegando. La paga es buena, pues cada uno puede llegar a sobrepasar en un mes los 6000 pesos y los 1000 CUC, 52 veces el salario promedio de Cuba y nadie duda de que se trata de un dinero bien ganado.

Incluso suele afirmarse que es solamente la familia la que disfruta realmente del esfuerzo de los pescadores. No obstante, la vida en el mar tiene otras recompensas. El aire puro, el paisaje, y una langosta en el plato cada vez que apetezca…

La captura se realiza respetando el período de veda (febrero a junio), para garantizar la reproducción de la especie / Foto: Ronald Suárez Rivas
La captura se realiza respetando el período de veda (febrero a junio), para garantizar la reproducción de la especie / Foto: Ronald Suárez Rivas

Dicen que no hay un chef en Japón o en Europa, que domine más recetas que un cocinero de barco langostero, ni que pueda hacerle la competencia a la hora de prepararlas.

Durante mucho tiempo, solo las tempestades, y quizás el tormento de tener que tirarse al agua en los meses de invierno, alteraban su rutina. Hoy, sin embargo, les toca lidiar además con el furtivismo, un mal que se empeña en flotar en todo el sur del occidente cubano, precisamente la zona más productiva del país.

Aunque las condiciones de trabajo han mejorado, este sigue siendo un oficio duro, que le exige a quienes lo ejercen pasar la mayor parte de su vida en el mar / Foto: Ronald Suárez Rivas
Aunque las condiciones de trabajo han mejorado, este sigue siendo un oficio duro, que le exige a quienes lo ejercen pasar la mayor parte de su vida en el mar / Foto: Ronald Suárez Rivas

Rolando Muñoz, patrón del Argus II, afirma que se trata de embarcaciones ilegales que zarpan desde diversos poblados costeros como Dayanigua, Boca de San Diego, Majana, para saquear sus jaulas.

Los estragos ocasionados por los furtivos obligan a perder días enteros en la reparación de las artes / Foto: Ronald Suárez Rivas
Los estragos ocasionados por los furtivos obligan a perder días enteros en la reparación de las artes / Foto: Ronald Suárez Rivas

El problema va más allá de que les roben la langosta. “También nos rompen las artes de pesca, para llevarse las sogas y las mallas. Cada vez que esto pasa, no solo perdemos la captura, sino que tenemos que pasarnos días enteros reparando jaulas”.

Según datos de la Oficina Nacional de Inspección Pesquera, como resultado de las acciones emprendidas por las autoridades para contener esta situación, tanto en mar como en tierra, en el 2014 fueron ocupadas unas 14 toneladas de langosta, y hasta el mes de agosto de este año, ya habían sumado otras siete.

En estos grandes jaulones ubicados en los centros de acopio se preservan las langostas capturadas, para que puedan ser trasladadas vivas a la industria / Foto: Ronald Suárez Rivas
En estos grandes jaulones ubicados en los centros de acopio se preservan las langostas capturadas, para que puedan ser trasladadas vivas a la industria / Foto: Ronald Suárez Rivas

A pesar de ello, muchos pescadores coinciden en que el furtivismo sigue causando estragos.

Eladio Lazo, jefe del centro de acopio de la zona 9, un hombre acostumbrado a escuchar los lamentos de las embarcaciones que llegan hasta allí todos los días, asegura que en mayor o menor magnitud, el fenómeno está presente en toda la plataforma.

Aunque las condiciones de trabajo han mejorado, este sigue siendo un oficio duro, que le exige a quienes lo ejercen pasar la mayor parte de su vida en el mar / Foto: Ronald Suárez Rivas
Aunque las condiciones de trabajo han mejorado, este sigue siendo un oficio duro, que le exige a quienes lo ejercen pasar la mayor parte de su vida en el mar / Foto: Ronald Suárez Rivas

Se trata, según Eladio, de un asunto complejo, con múltiples causas como la falta de opciones de empleo en muchos pueblos de la costa y el alto precio de la langosta en el mercado negro. Además, por una filosofía que ha prevalecido siempre entre quienes navegan sobre estas aguas del Caribe: “el mar es de los piratas”.

El trabajo de las chalanas, con buzos que realizan hasta 300 inmersiones al día, sigue siendo indispensable en la captura de la langosta / Foto: Ronald Suárez Rivas
El trabajo de las chalanas, con buzos que realizan hasta 300 inmersiones al día, sigue siendo indispensable en la captura de la langosta / Foto: Ronald Suárez Rivas
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