Cuba y los caminos del sol. Crónicas de un emprendedor (V y final)

Buena parte del éxito empresarial hoy radica en la asociación, en la complementación y la cooperación entre negocios similares.

Foto: Canva.

El Sol no se puede bloquear, no se puede dominar, no se puede destruir. La energía solar (…) es la única que puede producir el verdadero desarrollo económico y social que necesita la humanidad.
Enrico Turrini.
El camino del Sol. Ed. CUBASOLAR. La Habana, 1999, p.304.


HAXBER Energías es un emprendimiento joven, aunque, con excepción de uno de nosotros, los socios doblamos “la curvita”. Tengo la impresión de que es algo frecuente en este movimiento de las mipyes —si así pudiese llamársele—: ver personas maduras, de una generación con padres y madres vivos con necesidad de cuidados y que se convierte en una especie de anclaje al país. La idea de la emigración, tan frecuente en los últimos tiempos, deja de ser, por muchas y diversas razones, una alternativa viable. 

Hablo de personas con experiencia profesional, ganas de trabajar, que se sienten útiles y encontraron un espacio en el cual intentar, aunque sea por última vez, dar un servicio a un país que alguna vez creció a la par de esa generación. Gente que se niega a ver este país caer por el despeñadero de la desidia, el resentimiento y la ineptitud.

Somos un pequeño negocio que, tratando constantemente de seguir las reglas del juego (aunque algunas parecen absurdas) vamos construyendo un espacio y viendo una oportunidad de crecimiento en cada hendija que se nos abre delante. Tenemos el marketing asegurado: apagones y sol. Se trata solo de ser responsables y ofrecer soluciones para problemas concretos, y no a la inversa.

Operamos con una divisa: el principal activo de una empresa son sus clientes. Puede tenerse todo, pero sin clientes no hay negocio. El punto de partida de nuestro trabajo es un levantamiento técnico, que encuentra lo que tiene y lo que necesita quien acude a nuestros servicios y sobre esa base hacemos un dictamen, proponemos soluciones y discutimos los presupuestos y plazos. Realizamos estudios de eficiencia energética, incluso, para los casos en los que solo se quieren averiguar los consumos y el estado de la instalación eléctrica.

En esta primera y necesaria fase de trading comercializamos productos y servicios que van desde luminarias de todo tipo, kits de recarga para vehículos eléctricos, sistemas de bombeo de agua, sistemas de generación de electricidad con y sin respaldo de baterías a partir de 3 Kw, generadores de electricidad de 4,8 Kw en adelante, brindamos asistencia técnica, repuestos, baterías y un conjunto de productos y servicios asociados todos a energías renovables. Concretamente, todo lo que brindamos trae asociado un panel solar.

Tratamos de maximizar la eficiencia ahorrando, no a costa de los clientes. Disminuimos los tiempos entre el proyecto, la llegada de los suministros y la puesta en marcha. Evitamos los activos, los almacenes, las oficinas y todos los gastos no imprescindibles. Por eso tenemos el personal mínimo indispensable. 

Cuando la instalación lo permite, trabajamos directamente, no nos molesta sudar lo que nos comemos. Como aprendí de un campesino hace mucho tiempo: la mayor riqueza, si proviene del trabajo, no corrompe. Aunque estamos muy lejos de lo que alguien pudiera llamar riqueza. 

Enfrentamos los mismos retos que la gran mayoría de los negocios en Cuba: problemas de capital, insumos que necesariamente se adquieren en el exterior, y estamos trabajando, como mucha gente buena de este país, para realizar la producción aquí. 

Hemos tenido que cruzar el Paso de las Termópilas de la importación. En alguna ocasión una asesora legal de una empresa comercializadora hizo cancelar una negociación ya casi cerrada porque en nuestra contraparte extranjera había una persona de origen cubano. Fue algo totalmente injusto, que nos puso a pensar en cuánto debe ser cambiado y en esa centralización a la inversa. 

Parte de la responsabilidad social de los nuevos emprendimientos debe consistir, también, en educar, y denunciar, cuando sea necesario, este tipo de comportamiento lesivo de la dignidad de los cubanos. Si una entidad se permite el lujo de despreciar a nuestros ciudadanos, donde quiera que se encuentren, sobre todo, a quienes desean de buena voluntad trabajar con y en su país, con esa entidad no negociamos. 

Una golondrina no hace verano, pero somos varios miles de empresas con las debidas licencias de importación y son también muchas las empresas importadoras. La experiencia que tenemos con una de ellas es muy satisfactoria.

De hecho, para ser justo, debo enfatizar que el contacto con varias instituciones ha sido y es diáfano, fructífero. Me refiero al grupo de trabajo para las energías renovables del Ministerio de Energía y Minas, la Cámara de Comercio, la ONURE, el Grupo Nacional de Universidades para las Fuentes Renovables de Energía y la Eficiencia Energética, entre otras. 

La interacción con otros emprendimientos similares es muy positiva. En poco tiempo he tenido que aprender mucho sobre electricidad, casi graduarme de ingeniero. Sin embargo, no se puede ignorar a aquellas personas que se prepararon y que llevan años de práctica en el sector. En su mayoría, modestas y dispuestas a compartir conocimientos. He logrado siempre aprender de cada contacto. Y son empresas responsables, sólidas en su trabajo, con resultados palpables.

Para HAXBER la idea no es competir. De hecho, es demasiado el espacio aún, la demanda supera con creces a la oferta y tardará bastante en llegar a algo cercano a la saturación del mercado. Buena parte del éxito empresarial hoy radica en la asociación, en la complementación y la cooperación entre negocios similares. Las experiencias que tenemos hasta el momento son inmejorables.

En medio de la crisis que atravesamos debemos juntar esfuerzos, ser proactivos, proponer y llevar a cabo proyectos que desenreden los nudos que nos atan. Cuba estará bloqueada por largo tiempo. Esa es una certeza con la que varias generaciones hemos crecido. Pero no podemos atribuir todos nuestros problemas al bloqueo y sentarnos a esperar que lo levanten. Son leyes, retorcidas, sí, pero de un país sobre el cual nada podemos hacer. Solo podemos hacer algo en el nuestro, con el nuestro y para el nuestro.

El sol también es tan cierto, brillante y quemante. Nadie nos lo puede sancionar, ni quitar, ni correr de lugar. Y la solución no puede ser quejarnos del calor infernal, o llenar los espacios de aire acondicionado —aunque para nada estoy en contra de ellos— mientras se talan cada día más árboles y se desaprovechan espacios para “sembrar” paneles solares que capten toda esa energía.

Como dije antes, mi sueño de Martin Luther King es ver espacios urbanos y rurales repletos de paneles solares, con estética, con arte, con responsabilidad ciudadana. La posibilidad del vandalismo no puede ser argumento para frenar proyectos de esa envergadura. 

Desde la cooperación internacional pueden canalizarse muchos recursos para ir cubriendo la demanda. Lo que sucede es que los fondos no pueden ser manejados con los mismos criterios que hasta ahora; ni puede mantenerse la “sospecha” sobre la prosperidad, ni ese corral financiero que hace desaparecer como por arte de magia los magros fondos que puedan obtenerse.

Sé de sobra que hay talento suficiente para promover programas docentes y culturales que desde tempranas edades eduquen y preparen a la ciudadanía en el aprovechamiento y la debida canalización de la energía solar, de cualquier tipo de energía que no destroce el planeta y nos dé más años de vida sana y bienestar. Claro está, tratando esta vez de cuidar la calidad de los contenidos y su manifestación. 

Hay que invertir recursos y contratar a quienes realmente saben hacerlo, sabemos a dónde conduce la mentalidad de contingencia. Tiene que ser tan estratégico como la campaña de alfabetización en 1960.

Por otra parte, lo poco con que contamos, administrado con inteligencia y transparencia, permitiría generar un fondo de fomento que capitalice las empresas dedicadas a esta labor y le ahorre en el corto, mediano y largo plazos infinidad de recursos al país. Y no solo otorgando financiamiento, sino brindando incentivos que permitan a las empresas sobrevivir y ampliarse, lo cual contribuirá a dinamizar la generación de energía y aliviar la carga del sistema. 

En la lógica actual se pierde muchísimo capital tratando de salvar una encrucijada insalvable. Mientras se fuerzan nuestras añejas termoeléctricas para mantener al sector residencial con el mínimo posible de apagones, se detienen sectores productivos y, al final, los apagones son inevitables, porque la falla del sistema también lo es.

Y en esos sueños no puede faltar la juventud. Las empresas tenemos que ser capaces de generar capital para procesos de I+D, tener la responsabilidad social para sentarnos a conversar con autoridades universitarias, con centros de investigación y financiar laboratorios con jóvenes llenos de ideas frescas, que rompan botellas para buscar silicio, que encuentren el sodio con que los chinos están haciendo baterías, que reciclen materiales, que diseñen prototipos adaptados a nuestras condiciones y, sobre todo, que puedan vivir de su trabajo con bienestar, que prosperen y decidan tener sus familias en su país, que puedan viajar el mundo y siempre puedan escoger soñar y realizar sus sueños en su tierra. No somos pocos los que seguimos tratando.

El porvenir de Cuba como Nación, como proyecto de sociedad, como organismo vivo pasa, en buena medida, por los caminos del Sol, dejemos de ser tontos y andemos por ellos.

 


 

♦ Lea la Primera parte de esta serie.
♦ Lea la Segunda parte de esta serie.
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