¿Hacia donde se dirigen?

Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, Cuba y EE.UU. dan el primer paso en el largo camino hacia la normalización. A pesar de eso, quedan pendientes asuntos tan importantes como el Embargo Económico que pesa sobre la Isla desde hace medio siglo.

El Presidente Obama no puede cambiar las leyes del Congreso pero parece dispuesto a utilizar todas las prerrogativas del Poder Ejecutivo para avanzar. El problema radica en que una gran parte de ese camino podría ser desandado por el próximo mandatario estadounidense.

Sacar a Cuba de la lista de países terroristas es una medida clave. Julia E. Sweig, experta del Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU., lo valora como “el paso más importante que puede dar la administración Obama previo a la restauración plena de relaciones económicas”.

Agrega que “pondría a Cuba en un escenario normal en el cual sus vínculos financieros en todo el mundo, y con los Estados Unidos, no estarían ya sujetos a las sanciones y el escrutinio de los mecanismos contra el terrorismo implementados luego del 9/11”.

Ciertamente, el fin de la persecución de las transacciones internacionales de Cuba, la posibilidad de utilizar el dólar en sus negocios y la ampliación del límite en el envío de remesas familiares le dará bastante oxígeno a las arcas del Estado cubano.

Y sin Embargo…

Las relaciones económicas seguirán lastradas por el Embargo Económico, hasta que el Congreso de EE.UU. lo derogue. Además de ser el principal obstáculo, servirá para cuestionar la legalidad de cada una de las acciones presidenciales hacia Cuba.

A pesar de esto, el optimismo se ve en las calles de Cuba, muchos creen que es el fin del bloqueo. En EE.UU. las empresas se preparan para invertir y el historiador de La Habana, Eusebio Leal, cree que “el bloqueo se derrumba solo” porque “ya está dinamitado en su base”.

El crecimiento gradual de visitantes de EE.UU. le permitirá a Cuba preparase mejor para recibirlos / Foto: Raquel Pérez.
El crecimiento gradual de visitantes de EE.UU. le permitirá a Cuba preparase mejor para recibirlos / Foto: Raquel Pérez.

Pero lo cierto es que aún no se derrumban ni las prohibiciones de viajar a Cuba, se flexibilizan las licencias pero la ley sigue prohibiendo el turismo. Seguramente vendrán más visitantes de ese país pero no es previsible una avalancha mientras haya que pedir permiso a Washington.

De todas formas este crecimiento gradual de visitantes de EE.UU. le permitirá a Cuba preparase mejor para recibirlos. Los turistas de esa nación gastan mucho pero también son más exigentes por lo que los cubanos se verán obligados a mejorar bastante el servicio.

Tal vez una de las primeras medidas que acordarán de común acuerdo es el fin de la Ley de Ajuste que da residencia a todos los cubanos que pisen suelo norteamericano. La Habana cree que promueve la emigración ilegal y para Washington implica una inmigración descontrolada.

Sin abandonar a nuestros socios

Paradójicamente las repercusiones económicas más positivas se darán en los negocios con terceros países, el riesgo de invertir o negociar con La Habana se ha reducido sustancialmente y aumentó el valor de las acciones de algunas de las empresas extranjeras que trabajan en la Isla.

Ricardo Cabrisas, Vicepresidente del Consejo de Ministros / Foto: Raquel Pérez.
Ricardo Cabrisas, Vicepresidente del Consejo de Ministros / Foto: Raquel Pérez.

El propio vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas, declaró que aun “hay que esperar para ver cómo se comportan las inversiones de EE.UU. pero lo que estamos seguros es de que no abandonaremos a nuestros antiguos socios”.

“No somos bobos para privilegiar a EE.UU. por sobre quienes trabajaron con nosotros hasta ahora”, explica el periodista económico Ariel Terrero y agrega que “cuando lleguen a sectores como el turismo se encontrarán con que ya hay inversiones importantes y consolidadas como las de España”.

Aun así, el Instituto Peterson de Economía Internacional calcula que las exportaciones de bienes estadounidenses a Cuba pudieran llegar 4.300 millones de dólares anuales y las exportaciones de bienes cubanos alcanzarían los 5.800 millones de dólares anuales.

También se abren nuevas posibilidades para la explotación energética del Golfo. Es un gran avance para “la delimitación de las fronteras marinas y el aprovechamiento de los hidrocarburos de manera segura para cada parte”, dijo José Eusebio Salgado, experto mexicano en derecho marítimo.

La larga marcha

Los próximos dos años serán de un negociación intensa y el camino avanzado hasta ahora no la hará menos compleja. Por el contrario, el hecho de que ya sea pública facilitará la acción de aquellos que quieren sabotear la normalización de las relaciones bilaterales.

Antonio Guerrero, uno de los agentes cubanos canjeados valora que “el restablecimiento de las relaciones significa el reconocimiento de que, aunque seamos un país pequeño, tenemos derecho a decidir nuestras relaciones internacionales y el sistema (político) sin que nadie nos imponga nada”.

Pero el Presidente Obama acaba de decir en una entrevista que “si nos acercamos, tenemos la oportunidad de influir en el curso de los acontecimientos en un momento en el que va a haber algún cambio generacional; creo que debemos aprovecharlo y tengo intención de hacerlo”.

Casi al mismo tiempo el Presidente Raúl Castro advertía que “No debe pretenderse que para mejorar las relaciones con los Estados Unidos, Cuba renuncie a las ideas por las que ha luchado durante más de un siglo, por las que su pueblo ha derramado mucha sangre y ha corrido los mayores riesgos”.

Las declaraciones de los mandatarios muestran que las bases del conflicto bilateral siguen en pie pero a la vez ambos abren la posibilidad de debatirlas en una mesa de negociación, cuyo encuentro al máximo nivel se podría producir en la Cumbre de Las Américas en abril.

Las declaraciones de los mandatarios muestran que las bases del conflicto bilateral siguen en pie / Foto: Alain L. Gutiérrez.
Las declaraciones de los mandatarios muestran que las bases del conflicto bilateral siguen en pie / Foto: Alain L. Gutiérrez.
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