La Economía Social y Solidaria se proyecta para enfrentar las desventajas sociales

El asistencialismo no puede ser la única solución contra la desigualdad: hay que redistribuir recursos de otras fuentes o, mejor aún, generar nuevos y desarrollar otros servicios para dedicarlos a reducir las desventajas sociales.

El Callejón de los Peluqueros, desde donde se tejen las historias del documental "Por cuenta propia". (Archivo)

“Hay personas en desventaja y que necesitan ayuda. En aras de cerrar las brechas de desigualdad, y de ir superando vulnerabilidades sociales”. Ese fue uno de los puntos tratados en la videoconferencia del 22 de septiembre con gobernadores e intendentes cubanos encabezada por el presidente Miguel Diaz-Canel.1 El jefe de Estado hablo de orientar la labor social “a todo el que tenga desventajas”, señalando en particular familias disfuncionales, mujeres víctimas de la violencia, madres solteras, madres jóvenes o niños y niñas que tengan alguna desventaja social por las condiciones donde viven; jóvenes desvinculados del estudio y trabajo; personas con necesidades especiales por discapacidad  física  o mental, enfermos crónicos, personas de la tercera edad y a quienes no les alcanza el dinero para comprar las cosas fundamentales, los malnutridos “que pueden estar en cualquiera de estas categorías”.

“O sea, hay una cantidad de desventajas sociales que provocan desigualdades en la sociedad, que tenemos, de inmediato, que enfrentar y atender; y yo creo que la vía fundamental es… la del trabajo social” – enfatizó Díaz-Canel.

Efectivamente, los trabajadores sociales pueden ayudar a diagnosticar esas desventajas, pero difícilmente puedan eliminar las causas. Porque eliminar las causas va a requerir, inevitablemente, de recursos materiales, que son escasos. “Los recursos financieros destinados al apoyo de los más vulnerables”, a partir del sector estatal presupuestado, están muy tensionados: el déficit fiscal planificado para 2021 ya alcanza 18% del PIB. Va a requerir, sobre todo, de alianzas entre los diferentes actores económicos y sociales de la comunidad. El asistencialismo no puede ser la única solución: hay que redistribuir recursos de otras fuentes o, mejor aún, generar nuevos y desarrollar otros servicios para dedicarlos a reducir las desventajas sociales. Y es aquí donde entra a jugar un papel esencial la Economía Social y Solidaria.

La Economía Social y Solidaria (ESS) es un sistema de relaciones que aporta al desarrollo de las fuerzas productivas. Tiene la capacidad de movilizar los procesos productivos, la creatividad y la innovación a la vez que rompe las inercias, la enajenación y empodera a los colectivos laborales. Esta nueva forma de relación social tiene un carácter multidimensional: político, ético, económico, social y medioambiental. Está transversalizada por la cooperación, la solidaridad y la inclusión social.2

La ESS contiene a la Responsabilidad Social Institucional (RSI), entendida como modo de gestión empresarial y de cualquier otra institución, comprometido con generar valor desde prácticas sostenibles y en interacción con su contexto a favor de la equidad y la justicia social. Pero sobrepasa la RSI en tanto se trata de transformar las relaciones económico-sociales, movilizar la economía local para generar empleos, propiciar encadenamientos productivos y empoderamiento de los actores, toda vez que promueve y consolida comportamientos solidarios. Sus lógicas promueven estructuralmente relaciones socialistas solidarias.

La ESS se integra al proyecto socialista en la medida que tiene al ser humano como centro del desarrollo y busca satisfacer las necesidades comunes de la población. Se encuentra al servicio de la sociedad al estar comprometida con la prestación de servicios. Reconoce las diferentes formas de gestión de la propiedad y su articulación, prioriza la sociedad de personas sobre la sociedad de capitales. Se expresa sobre todo a nivel territorial, local y comunitario, orientada por los gobiernos municipales. Se estructura en colectivos y redes articulados para contribuir al desarrollo local.

En su relación con el desarrollo local, la ESS permite:

El aporte de la Economía Social y Solidaria para construir socialismo en Cuba (I)

¿Cómo puede la ESS ayudar a empoderar a todos los actores económicos locales, incluido el sector estatal presupuestado, para superar vulnerabilidades sociales y de ese modo cerrar las brechas de desigualdad en los territorios?

En primer lugar, la ESS reconoce la Estrategia de Desarrollo Municipal (EDM) como marco de acción para guiar las acciones y los proyectos barriales, y por lo tanto el liderazgo que debe ejercer la Asamblea y Consejo de la Administración del Poder Popular y los Consejos Populares. En segundo lugar, sustituye la visión de intervención barrial por la de transformación de la comunidad, es decir, partir de la participación activa de los vecinos y actores económicos locales en diagnosticar primero y solucionar después los principales problemas que dan lugar a vulnerabilidades sociales.

En tercer lugar, se apoya en las alianzas entre todos los actores locales: económicos (empresa estatal, cooperativas, mipymes, empresas mixtas, cuentapropistas); instituciones educativas (universidades provinciales y centros municipales, escuelas técnico-profesionales, centros de capacitación, escuelas) y centros de investigación científica; instituciones presupuestadas como centros de educación y salud que tienen actividad económica (compra, venta, empleo, prestación de servicios); proyectos y programas de desarrollo local; y las organizaciones políticas, de masas y entidades de la sociedad civil (asociaciones, grupos comunitarios, sociales, religiosos, ONG).

La articulación de los actores económicos desde la ESS y la RSI con el desarrollo local permite identificar vulnerabilidades y los recursos para enfrentarlas. A partir de:

Los proyectos de desarrollo local (PDL) se reconocen como un conjunto de recursos, esfuerzos y acciones que tienen el propósito de transformar una situación existente a otra deseada, que contribuya al desarrollo de los municipios, provincias y comunidades donde actúa, e impacte en la calidad de vida de la población. En su diseño e implementación debe primar el criterio de potenciar las capacidades de los grupos y actores participantes, aprovechar los recursos endógenos en la solución de las problemáticas planteadas y el carácter participativo de su gestión.3

Los gobiernos municipales deben tener gestores de desarrollo local encargados de elaborar, gestionar y aprobar PDL, apoyados en los Centros Universitarios Municipales (CUM), universidades, centros de investigación y organizaciones no gubernamentales (ONG), según las fortalezas de cada territorio. En ocasiones los PDL surgen desde la base: cooperativas, mipymes o grupos comunitarios que quieren impulsar un proyecto en particular.

Los PDL pueden tener como objetivo central transformar condiciones de vulnerabilidad, ej., crear un taller para elaborar productos a partir de madera reciclada y dar empleo a personas discapacitadas; o tener otros objetivos, pero incluir acciones que beneficien a personas con necesidades especiales, ej. una cooperativa de producción agropecuaria que cree con sus propios recursos una Casita Infantil para cuidar los hijos e hijas en edad preescolar de sus trabajadoras y trabajadores, empleando para ello a maestras y maestros jubilados y jóvenes desvinculados para atender los niños, a la vez que contrata la alimentación a una cafetería cercana.

Siguiendo con ese ejemplo, una unidad empresarial con madres trabajadoras en su plantilla situada en una localidad donde no alcanzan las capacidades de círculos infantiles pudiera solicitar que el aporte que debe pagar como tributo al desarrollo territorial (el 1% de las utilidades netas) lo pueda invertir en crear una Casita infantil y espacio de cuidado después del horario escolar, de modo que las madres y los padres puedan trabajar su jornada laboral completa.

La necesidad de terrenos, locales de trabajo, equipos de transporte y otros, limita el surgimiento y desarrollo de muchos emprendimientos económicos, particularmente los privados y cooperativos. Por otro lado, abundan los solares yermos, terrenos abandonados, locales en desuso, equipos subutilizados en nuestros barrios y comunidades, casi siempre propiedad de entidades y empresas estatales, que rara vez quieren deshacerse de ellos. Una política que, por un lado, incentive la puesta en valor de esos espacios –mediante cesión o alquiler- y penalice la inmovilización de espacios ociosos –como se hace con las tierras agrícolas-, a la vez que facilite su entrega a actores económicos que los puedan aprovechar y poner a producir, constituye ganancia social neta. Si ese emprendimiento acogiera, por ejemplo, a jóvenes desvinculados o estudiantes para hacer sus prácticas productivas, a los que les debe pagar un salario, pudiera recibir – es un ejemplo – un estipendio de Educación o Seguridad Social por su labor formativa, que ayudaría a paliar sus gastos.

Hay muchas más formas de cooperativas que las que hemos posibilitado crear en la fase experimental que acaba de concluir con el Decreto-Ley 47/2021.

Las cooperativas de construcción que se crearon en la fase de experimentación trabajaron en su mayoría para empresas estatales en las que ambas se beneficiaban por la existencia de la doble moneda, de ahí que muchas cooperativas entraron en crisis por el ordenamiento monetario. Ahora podemos fomentar cooperativas de construcción de viviendas y hábitat –incorporar servicios de agua y alcantarillado, energía renovable, gestión de residuales, viales, espacios públicos-, constituidas en los propios barrios por los propios residentes –arquitectos, ingenieros, constructores-quienes pudieran construir tanto viviendas sociales –subsidiadas por el Estado– como residencias uni y multifamiliares para vender a precio de mercado. Así se controla la especulación a la vez que las utilidades se quedan en la comunidad. La banca pudiera apoyar con créditos blandos. Y los moradores de edificios multifamiliares y ciudadelas podrían crear cooperativas para gestionarlos de manera solidaria, tomando en cuenta la capacidad de pago de los vecinos.

Los ancianos y los discapacitados no les gusta abandonar su hogar, aun cuando requieren de asistencia de vida, y el Estado carece de suficientes facilidades para atenderlos de forma ambulatoria o residencial, además del costo que eso implica para el presupuesto. ¿Por qué no experimentamos con cooperativas de cuidados del hogar? La integran personas –casi siempre mujeres- que van a las casas de los ancianos y discapacitados para ayudarlos con las tareas del hogar, la alimentación, la salud, y les brindan compañía. Pueden ser compensados por una combinación de fuentes de ingreso: una parte de la pensión o jubilación de los beneficiados, contribución de sus familiares, remesas, o pagos directos de la Seguridad Social. Por esta vía las personas y familias más acomodadas ayudarían a subvencionar a los más necesitados, una redistribución del ingreso solidaria que le resta carga al Estado.

Una cooperativa de productores/consumidores del sector agropecuario favorece las conexiones entre ambos y es el lugar donde confluyen los consumidores asociados. Los agricultores llegan a contar con una garantía de mercado organizado desde la siembra y planificado, según las demandas de los socios consumidores, en cantidad, diversidad y estabilidad, lo que reduce considerablemente las pérdidas pos-cosecha. La cooperativa cuenta con área para la venta de alimentos en correspondencia con el número de asociados y los volúmenes de productos. Las familias concurren en horarios y días determinados a buscar la factura de la semana, previamente acordada, o se le lleva a las casas de personas vulnerables. Establece un sistema de precios diferenciados de alimentos y productos de primera necesidad para grupos en condiciones de vulnerabilidad. Puede brindar ofertas gastronómicas y espacios para eventuales encuentros entre asociados; terreno productivo, demostrativo y educativo para el cultivo de hortalizas y condimentos en condiciones urbanas, y vivero/tienda para la venta de posturas, macetas, herramientas e insumos. Los actuales espacios de la agricultura urbana y las cooperativas de mercados agropecuarios serían candidatos ideales para convertirse en cooperativas de productores/consumidores de alimentos.4

Los bancos pueden dar acceso a créditos blandos para la formación de cooperativas/mipymes de mujeres, jóvenes y jubilados.

Ampliar el servicio de las oficinas de empleo en las Direcciones Municipales de Trabajo llevándolas a los barrios y focalizando en el reclutamiento activo de personas desempleadas, no sólo esperar a que las personas acudan a las oficinas sino llevar las ofertas hasta ellos y promoverlas de manera creativa. Crear desde las formas no estatales una bolsa de empleo para jóvenes, mujeres, personas con discapacidades en alianza con las mipymes de la comunidad.

Facilita que las personas que tienen productos ociosos, oficios, habilidades artesanales –particularmente mujeres- encuentren espacios cerca de sus hogares para trabajar y generar ingresos. Existen experiencias como la Atelier ¡Atrévete, eres más! de Los Pocitos, Marianao. Las producciones pueden venderse en ferias y ventas de garaje, e incorporarse a los PDL.

Los estudiantes son un gran caudal de conocimiento y energía, dispuestos a colaborar con los proyectos sociales y asistir a las personas más vulnerables. Vimos muestra de ello cuando el tornado que azotó La Habana en 2019, en el enfrentamiento a la COVID-19 y, recientemente, en las transformaciones en los barrios. Con vistas a apoyar la formación de jóvenes vulnerables a dejar la escuela, sufrir desempleo o conformarse con empleos informales, las escuelas, los CUM, los trabajadores sociales y las organizaciones cívicas y religiosas de la comunidad pueden organizar capacitaciones, entrenamientos y lecciones, donde -ejemplo- los universitarios repasan a los estudiantes de preuniversitario y escuelas técnico-profesionales, los maestros jubilados y estudiantes de educación media superior a los escolares de primaria y secundaria, los empresarios jubilados a nuevos emprendedores. Se puede apoyar la creación de círculos de interés para estudiantes de la enseñanza primaria y secundaria, no sólo en las propias escuelas sino también a través de las asociaciones y grupos comunitarios, incluso en los propios emprendimientos. Hay formas en que los gobiernos locales pueden fomentar esta solidaridad, aplicando diferentes estímulos, tanto materiales como morales.

En conclusión, la ESS, en la medida que tiene al ser humano como centro del desarrollo y busca satisfacer las necesidades comunes de la población, constituye una herramienta de atención diferenciada a las personas con desventajas y vulnerabilidades, complementa la acción del Estado y multiplica sus recursos, respeta la voluntad de los vecinos y los incorpora a la solución de sus propios problemas, y articula las diferentes formas de propiedad y gestión, colectivos y redes, en un esfuerzo común. Se expresa sobre todo a nivel territorial, local y comunitario, orientada por los gobiernos municipales e integrada a la Estrategia de Desarrollo local y los programas de transformación de los barrios y comunidades vulnerables.

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Notas:

1 Alina Perera Robbio, “Para que Cuba se reanime y avance ¿Cuánto más hacer?”, Granma, 23/09/2021, p. 4.

2 Red ESORSE – Red Cubana de Economía Social y Social y Responsabilidad Social. “Mapa conceptual de la Economía Social y Solidaria”, 14 de septiembre del 2021

3 https://www.gacetaoficial.gob.cu/sites/default/files/goc-2021-o40.pdf

4 Fernando R. Funes-Monzote y Roberto Sánchez Medina, “Cooperativas de consumidores: Pensando un modelo de mercado justo para Cuba”. Cuba y la Economía, 14 agosto 2021. https://cubayeconomia.blogspot.com/2021/08/cooperativas-de-consumidores-pensando.html

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