La muerte sobre un ciclo

Foto: Club de Ciclismo Roberto Castañeda en Facebook

Foto: Club de Ciclismo Roberto Castañeda en Facebook

Ciego de Ávila se ha enlutado alrededor de un club de ciclismo de la provincia. Yohankis Padrón Quiñones, profesor de la disciplina deportiva, compartió este fin de semana en la página de Facebook del club “Roberto Castañeda” la siguiente nota:

Tuvimos en la mañana una lamentable pérdida de uno de nuestros integrantes, en un accidente de tránsito, por la negligencia de un chofer de rastra con remolque cargado de pienso, sobrepasó a los ciclistas que iban entrenando y al no darle tiempo de adelantarlos por la aproximación de otro carro de frente, les tiro el remolque para arriba y enredó al ciclista, metiéndolo debajo de las gomas con una muerte instantánea. Su nombre: Edildo Lázaro Pereira Quesada.

Por las fotos que circulan, Edildo no tenía más de 30 años de edad. Lamentablemente, no ha sido el primero ni será el último ciclista que muera en las carreteras de la Isla, incluso cuando portan las camisetas fosforescentes y están en pleno entrenamiento.

Sucesos penosos como este recuerdan la necesidad de tomar toda precaución al alcance de las sociedades contemporáneas para proteger al segundo grupo de usuarios en las vías más vulnerable, después de los peatones.

Las últimas estadísticas sobre percances en la vía disponibles en el portal de la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba (ONEI), del año 2014, solo mencionan a los ciclos en el apartado de eventos causados por infracciones de sus conductores. Según este compendio, los ciclistas provocaron en el país aquel año 66 accidentes, con 3 víctimas fatales y 85 heridos.

Otro estudio, realizado en Cienfuegos durante 2009, revela que ese año en la pequeña provincia fallecieron 26 ciclistas, 11 de ellos con altos índices de alcohol en sangre.

Los datos son muy difíciles de poner en perspectiva, pero se intuye que un alto por ciento de los eventos de este tipo donde participa un vehículo de dos ruedas, suele tener resultados fatales para sus conductores.

Edildo Lázaro Pereira Foto: Club de Ciclismo Roberto Castañeda en Facebook
Edildo Lázaro Pereira Foto: Club de Ciclismo Roberto Castañeda en Facebook

En Cuba, como en casi cualquier parte del mundo, andar en bicicleta por las calles supone muchos peligros. La única diferencia quizás son las muchas acciones que pueden implementarse en la Isla para proteger más a estos usuarios de la vía, sobre todo si finalmente se ejecuta un plan de reinserción de los ciclos en la vida cotidiana de los cubanos, devolviendo su notable presencia en calles y carreteras.

En La Habana, por ejemplo, ante el aumento del flujo vehicular de los últimos años fueron desapareciendo los carriles diseñados solo para ciclistas por algunas de las más importantes avenidas de la ciudad.

Tampoco es muy fácil encontrar cascos, protectores para el cuerpo ni chalecos luminiscentes en las cadenas de tiendas. Luego, es demasiado frecuente encontrar en la oscuridad de la noche y las calles sin suficiente luminaria pública a personas que viajan en ciclos y se exponen en mayor medida a las consecuencias de un accidente de tránsito.

La falta de disciplina y cortesía en las vía también desempeña su papel. La mayoría de las veces, los atletas del pedal deben salir a entrenar acompañados por la policía motorizada. Los choferes con quienes—obligatoriamente— comparten vía, se toman a los de “la bici” con muy mal carácter. Muchos aluden en sus conversaciones informales que los deportistas les ralentizan el paso en las muchas carreteras de solo dos vías que tiene Cuba. Eso equivale casi siempre a ganarse la antipatía de un gremio que parece estar siempre apurado.

Foto: Club de Ciclismo Roberto Castañeda en Facebook
Foto: Club de Ciclismo Roberto Castañeda en Facebook

Los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 recuerdan una escena de miedo. La cubana Lisandra Guerra rodando en la pista, tras caer aparatosamente en la prueba de velocidad y con la ayuda de la tecnología, los espectadores viendo cómo se le incrustaban en su cuerpo: una, dos, tres astillas. Para fortuna de Guerra, los trozos de madera no tocaron ninguna parte vital. Pero la imagen no dejó de ser dolorosa en un deporte donde sucesos así son el pan de cada día.

En otras partes del mundo la realidad es la misma. Los profesionales del pedal están expuestos a cualquier accidente fatal. En fechas recientes una conductora atropelló, por invasión de carril, a ocho ciclistas del equipo alemán Giant-Alpecin mientras entrenaban. Y en la vecina—y también potencia continental de ciclismo— Colombia, un hecho similar, aunque más catastrófico cobraba la vida de tres atletas de nivel, allá por 1995, en una jornada con miras a la Vuelta a Antioquia. Mañana común y otro camión con tráiler que destrozaba familias.

Una grande de los ciclos, la colombiana María Luisa Calle, también fue víctima de estas “violaciones” en el asfalto. Esta vez fue un peatón en estado de embriaguez quien se le cruzaba a la olímpica, y el resultado fueron varias contusiones en la cabeza, para ambos. Y así, las historias no paran de repetirse, ni en los periódicos dejan de aparecer cintillos con titulares a tono.

Llegados a este punto, algunos habrán recordado a dos astros del pedal cubano: Sergio Pipián Martínez y Pedro Pablo Pérez. El primero fallecido, y el segundo con heridas graves en el cerebro, a causa de sendos accidentes de tráfico, aunque ellos no iban sobre una bicicleta. En la memoria también está un joven atleta de Cienfuegos, Reinier Jiménez, a quien se le dedica una Vuelta Ciclística en su provincia, tras haber fallecido en un accidente de tránsito.

Sí, en la vida siempre se marcha con un componente de riesgo, pero los sucesos fatales están para recordarnos cuánto más podemos hacer por atenuarlos.

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