La reforma económica transforma la Educación cubana

Escuela rural cubana./ Foto: Milka Miranda Rivero

Escuela rural cubana./ Foto: Milka Miranda Rivero

Durante los primeros siete años de “actualización del modelo” en Cuba el foco de la atención sobre los cambios ha girado en torno a la economía y la política, sus aperturas y cierres, mientras se mira mucho menos a las consecuencias sociales de la transformación.

Los efectos del ajuste sobre un sector neurálgico para el país como la educación pública y gratuita, deben ser descritos con mayor profundidad, alerta el economista cubanoamericano Carmelo Mesa Lago, recién galardonado con el Premio LASA por la obra de toda la vida, en unas declaraciones al proyecto Cuba Posible.

Para Mesa Lago es muy difícil decir que exista una estrategia definida de transformación de la educación. “En realidad, el gobierno de Cuba no ha hecho pública una estrategia, una política específica de educación. Lo que ha ocurrido es una reducción de los gastos sociales que incluyen educación, salud, pensiones, asistencia social y vivienda, y que como ha afirmado en varias ocasiones Raúl Castro, son gastos tan grandes que resultan insostenibles financieramente”, argumenta.

El académico aprecia resultados macroeconómicos en la política de disminuir gastos sociales, aunque recuerda que existe otra cara de la luna: “También en salud ha habido un recorte fuerte: se han cerrado hospitales rurales, los médicos de familia han disminuido a la mitad porque se han enviado muchos a Venezuela, Brasil y otros países. Pero los recortes en servicios como educación y salud no se hacen sin resultados sociales adversos”.

Esos impactos adversos los aprecian de primera mano las familias cubanas, en las cuales son motivos recurrentes de preocupación las carencias de recursos suficientes para estudiar, la cantidad de profesores, el estado constructivo de los planteles y la calidad de la enseñanza en las escuelas del país.

Precisamente la sostenida incapacidad de completar el número de maestros necesarios, en un escenario donde se suman nuevas opciones más lucrativas para los graduados de Pedagogía, es otra de los señalamientos que realiza Mesa Lago:

“Un maestro tiene cada vez más oportunidades de trabajar en el sector privado, vender comida, poner un paladar, o sacar licencia de repasador: el imán para el maestro de salirse del empleo estatal es muy grande. El Estado hizo algunos incrementos nominales del salario de los maestros, pero cuando se toma en cuenta la inflación, el promedio sigue estando  por debajo del nivel de 1989.”

Carmelo Mesa Lago durante una presentación académica
Carmelo Mesa Lago durante una presentación académica

Las autoridades del Ministerio de Educación aseguran estar trabajando en una estrategia “a largo plazo”, con una comisión creada desde 2013, que no hasta el momento no ha rendido cuentas públicas de sus análisis.

En septiembre de 2014 fueron anunciadas flexibilizaciones notables a los horarios docentes y mayor autonomía en cada escuela, aunque inmediatamente se aclaró que no guardaban relación con las actividades de la comisión.

En esa oportunidad también se readmitió el permiso para que los estudiantes de Secundaria Básica que lo deseen almuercen en sus casas o reciban el almuerzo llevado por sus familias en las escuelas, con lo cual se mantiene solo para quien lo pida la criticada “Merienda Escolar”. La medida suprime otro célebre gasto presupuestario y de alimentos con fin igualitario que fue instaurado en la época de Batalla de Ideas, pero que derivó rápidamente en insatisfacciones de los alumnos por la calidad del pan o del yogourt de soya ofrecido diariamente.

De la Batalla de Ideas también se han corregido prácticas “idealistas” por otras “pragmáticas”, cree Mesa Lago, y menciona, por ejemplo, el indiscriminado acceso a la Educación Superior. “Bajo Fidel la matrícula universitaria aumentó tres veces entre los cursos 1989/90 y 2007/08 (la cúspide) y específicamente la de humanidades y ciencias sociales en 40 veces. Bajo las reformas de Raúl se redujo la matrícula general en 72 por ciento y las humanidades/ciencias sociales en 83 por ciento, aunque todavía en 2014 era 567 por ciento en comparación al año 1989.”

“Por otro lado –continúa– entre 1989/90 y 2007/08 disminuyó la matrícula en ciencias naturales y matemáticas, mientras que creció muy poco en ciencias técnicas y agronomía, todas ellas carreras esenciales para el desarrollo y, aunque aumentó con las reformas, todavía en 2014 las ciencias naturales y las matemáticas estaban 30 por ciento por debajo del nivel de 1989. Estas cifras hasta ahora me hacen pensar que los ajustes no se han hecho de manera sistemática”, comenta.

Las inconstancias y fragilidades de la planificación cubana también afectan el diseño de una política global en la educación. Entre los tópicos tratados en la entrevista está el crecimiento del número de técnicos medios y obreros calificados, que tampoco parece acabar de conectar con las necesidades inmediatas y prospectivas de las economías locales.

En diversas oportunidades la socióloga cubana Mayra Espina Prieto también ha anotado los déficits del enfoque social de las actuales reformas. “La agenda actual de la reforma cubana concede a la política social un papel subordinado a la tarea económica, desaprovecha su perfil de factor de desarrollo y no aborda con la intensidad necesaria la problemática de la desigualdad y de las desventajas y exclusiones sociales preexistentes”.

Como la educación, también la asistencia social, la salud y otros campos sobre los que se ha construido el consenso político de la Revolución cubana soportan fuertes turbonadas en estos tiempos de cambio. Mesa Lago recomienda no perder de vista lo que allí pase, para poder paliar los efectos adversos de toda reforma.

Foto: Miguel Gaínza
Foto: Miguel Gaínza
Salir de la versión móvil