Oro en Cuba: la fiebre silenciosa

Instrumentos de minería ilegal de oro incautados en operativo policial en Holguín. Foto: Juventud Rebelde

Instrumentos de minería ilegal de oro incautados en operativo policial en Holguín. Foto: Juventud Rebelde

José Carlos siempre responde a quien le pregunta con la misma letanía: “Na’, en la luchita, sacando el diario con lo que caiga”. Sin embargo, José Carlos no se llama así ni es un “luchador” de la calle, abierto a cuanta oportunidad pueda presentarse.

Como su nombre, oculto por las conveniencias del negocio, su “ocupación” solo puede confesarse en muy baja voz y entre personas de su total confianza. Jose, como me pide que le diga, es un buscador de oro.

Eso ha hecho por más de tres años, desde el día en que uno de sus vecinos se “sacó” más de diez mil pesos en una sola mañana. En muy pocos días se hizo con las herramientas imprescindibles y junto con un amigo comenzó a buscar su filón en la zona de La Caobilla, muy cerca del poblado de Jobabo, en Las Tunas.

Ese punto prácticamente ignorado de la geografía tunera ha ganado notoriedad al influjo de una peculiar fiebre del oro, tan subterránea como masiva, en la que muchos buscan su “El Dorado” a pesar de las estrictas regulaciones oficiales, lo difícil de las labores y el riesgo de manipular sustancias químicas dañinas para la salud.

Jose sabe a lo que se expone “pero hay que vivir. Es verdad que muchas veces uno se pasa tiempo sin sacar ni pa’l café, pero en otros momentos le llega la buena de un tirón. Yo no te voy a engañar, me da pa’ vivir y pa’ algún gustazo, no mucho más. Si pudiera no estaría en esto sino trabajando en el turismo o de vago en mi casa”, asegura en el portal de su vivienda, bien lejos de los huecos que se niega a enseñarme; donde tantos como él se ganan el sustento, nuevos ‘garimpeiros’ tropicales.

La precaria economía del municipio no ofrece muchas otras posibilidades, en especial luego del cierre del central azucarero que hace más de un siglo dio vida a la comunidad y del que hoy solo quedan unas cuantas ruinas y las tres torres.

Pero el oro está ahí, no muy abundante ni asequible, pero en cantidades suficientes como para que desde 2011 el propio Estado fomentara el yacimiento ‘Golden Hill’, un proyecto fundado en colaboración con la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) y que se subordina a la Empresa Geominera de Camagüey.

Sobre la inversión, como sobre casi todo lo que tiene que ver con el oro en Cuba, ninguna institución está autorizada a brindar datos.

Planta Golden Hill, en Las Tunas. Foto: Daniel Valero
Planta Golden Hill, en Las Tunas. Foto: Daniel Valero

 Un negocio secreto y peligroso

Nueve proyectos conforman hoy el “núcleo duro” de la explotación aurífera en el archipiélago, extendidos en una larga franja que va desde el municipio pinareño de Mantua hasta la zona de El Cobre, en Santiago de Cuba.

De acuerdo con el Centro de Investigación para la Industria Minero Metalúrgica (CIPIMM) la lista de emprendimientos que ya están en marcha incluye al establecido en las cercanías del poblado santiaguero (Oro-Barita) y el de Golden Hill, ambos con la tecnología de ‘heap leach’ (lixiviación en pila), un proceso químico que permite obtener el mineral aun cuando se presenta en bajas concentraciones.

Otras minas han sido instaladas en Falcón (Villa Clara) y Santa Lucía (Pinar del Río). No se trata de grandes reservas –por ejemplo, Oro-Barita pudiera agotarse antes de que concluya la década– pero que sí permiten obtener ganancias en un momento en que la onza troy se cotiza en el mercado internacional en torno a los 1100 dólares estadounidenses. De tal manera, en 2014 las entidades estatales reportaron la extracción de unos 179 kilogramos, equivalentes a unos 6,7 millones de dólares.

El margen de ingresos hubiera resultado mucho mayor de haberse cumplido con lo planificado para el año (490 kg.) reconocía hace algunos meses el ministro de Energía y Minas, Alfredo López Valdés. Pero la actividad no siempre consigue superar las trabas burocráticas que distinguen al sistema empresarial cubano.

Otro obstáculo para sacar mejores rendimiento de esta minería tan esforzada es la permanencia del bloqueo estadounidense, que cierra la posibilidad de acceso al principal mercado de ese metal en el mundo. No obstante, sorprende que la industria mantenga un perfil notablemente bajo en la prensa nacional y sus aportes vayan por vía expedita al presupuesto central, casi sin reportes en los balances de cuentas de los territorios donde se generan.

Por lo regular, en esos sitios solo se perciben los salarios pagados a sus pobladores y algunas ventajas inducidas por la inversión. Pero ni siquiera los supuestos beneficios satisfacen a todos, como deja entrever otro vecino de Golden Hill (o loma de San José, como se le conoce en el ámbito local).

“Este mismo camino (el que conduce a la mina) está así porque es natural; aquí no han echado ni un camión de rocoso, lo único que hacen de vez en cuando es pasarle la motoniveladora pa’ rectificar las cunetas y más nada. No sé cómo debiera ser, pero yo creo que aquí tendrían que dejar una parte de la ganancia para que la gente la vea y diga: ‘coño, da negocio tener esta mina… ¿o no?”.

Comienzo de una veta. “Descarnes” como este marcan el comienzo de un nuevo túnel. Foto: Daniel Valero
Comienzo de una veta. “Descarnes” como este marcan el comienzo de un nuevo túnel. Foto: Daniel Valero

 Minería ilegal y perseguida

La sombra acompañante del “luminoso” brillo del oro siempre son los mineros ilegales, pobladores locales que sin tecnologías ni asesoramientos adecuados ponen en peligro su vida y el equilibrio medioambiental de los espacios donde laboran.

Comprobarlo es posible a menos de diez kilómetros hacia el oeste de la loma de San José, en la zona de Las 45, hasta donde numerosas personas se trasladan para ejercer la explotación de viejos yacimientos.

“Hay mucha gente de Jobabo, sobre todo jóvenes, que se ponen a trabajar en esos túneles con cubos y cinceles, en espacios tan estrechos que uno no puede ni moverse. Y a veces son huecos de veinte o veintipico pies de largo, sin apuntalamientos ni nada. No por gusto hace un tiempo se mataron dos muchachos a los que se les desplomó encima una piedra grandísima. Por mucho que trabajaron para sacarlos, con equipos de la mina y todo, a uno lo encontraron ya descompuesto y tuvieron que enterrarlo enseguida, y el segundo quedó todo chiva’o y a los pocos días se murió”, explica otro agricultor de la zona con el que conversó OnCuba.

La misma historia puede encontrarse en puntos como El Jorge, La Caobilla y Cinco Lotes, donde hombres como José Carlos desarrollan su labor. “Es un trabajo difícil, que se ha hecho más complicado por la batida que está dando la policía. Aquí mismo han puesto muchas multas y hasta decomisaron un motor artesanal que se utilizaba para llegar hasta allá”, comenta.

Historias similares, de minería ilegal y acción punitiva, se han reportado en las provincias de Holguín y Villa Clara. Allí las explotaciones se realizan casi siempre sobre los lechos de ríos, escenarios para la acción de los jagüeros (bateadores de oro), aunque al final el proceso de “refinación” sigue los mismos métodos de sus “homólogos” de Jobabo.

A tantas dificultades se suma el peligro de utilizar azogue (mercurio) en el proceso de depuración del oro, mediante un arcaico procedimiento que aprovecha la capacidad de ambos metales para mezclarse. Más tarde a la amalgama se le aplica calor y cianuro de sodio, provocando que el mercurio ebulla y deje libre al oro recogido. El problema radica en la alta toxicidad de los dos primeros compuestos, cuyos vapores pueden infiltrarse hacia el organismo y provocar graves daños degenerativos.

Pero con tantas penurias económicas, esa no es la mayor preocupación para José Carlos.  “Ni sé lo qué te diga”, duda al responder por cuál será el futuro de esta peculiar “industria”.

“No creo que en este negocio nadie piense mucho en eso: ahora hay que sacar lo que se pueda y ya después se verá. Por supuesto, no te he dicho nada de esto; a quien te pregunte, yo estoy en la luchita”.

Cuba posee una extensa faja aurífera, que se extiende desde la provincia de Villa Clara hasta Holguín. Mapa elaborado con datos del Instituto de Investigaciones Minero Metalúrgicas.
Cuba posee una extensa faja aurífera, que se extiende desde la provincia de Villa Clara hasta Holguín. Mapa elaborado con datos del Instituto de Investigaciones Minero Metalúrgicas.
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