¿Por qué escasean en enero los productos agrícolas en La Habana?

Foto: José Jasán Nieves

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Tarimas vacías en los agromercados y la repentina ausencia de muchos de los habituales carretilleros de la capital fueron razones de alarma para algunos cubanos este primer miércoles de enero, tenuemente frío.

Después de la promesa del presidente Raúl Castro ante la Asamblea Nacional de revisar las causas de los persistentes altos precios en los productos agrícolas, algunos creyeron ver una protesta silenciosa de los campesinos y vendedores a la supuesta fijación de precios topados.

Pero no parecen ser atisbos de “guerra económica” ni pensadas conspiraciones, sino otras razones más simples, las causas de este bache en la comercialización.

Foto: José Jasán Nieves
Foto: José Jasán Nieves

“Nosotros para fin de año siempre compramos la mercancía adelantada, porque el que trae la mercancía siempre quiere coger su descanso ese tiempo. A partir del día 4 empiezan a traer la mercancía otra vez. Este martes compré y mañana voy a comprar también”, le dice a OnCuba Raulién, joven almacenero en el mercado de Infanta y Estrella, mientras acarrea mazos de cebolla blanca y cajas de boniato.

“Mercados desabastecidos a inicios de año puede ser una mala señal pero puede también ser un comportamiento casi normal en esta época”, asegura el economista Juan Triana Cordoví, profesor de Economía en la Universidad de La Habana. “Una posibilidad, y lo subrayo, una de ellas, puede ser el desabastecimiento que históricamente han padecido estos mercados en los primeros días del año. Esto generalmente se debe al tiempo que vuelve a tomar poner a funcionar toda la cadena que permite que estos productos lleguen al consumidor.”

“La mayoría de todos estos productos son perecederos, el clima en Cuba no propicia su conservación por más de 72 horas y la combinación de un alto volumen de compras a fin de año, las fiestas a las que también fueron los que trabajan en la cadena y la falta de instalaciones adecuadas para una mejor conservación por un tiempo más prolongado, pudieron influir en esta situación”, argumenta.

Vendedor
Raulién acomoda cebollas en el almacén del agromercado de Estrella e Infanta. Foto: José Jasán Nieves

Un rumor entre vendedores apuntaba a cierto retrotraimiento de los abastecedores. “A mí no me han dicho nada concreto, pero se dice que en Artemisa y Mayabeque confiscaron mercancía y devolvieron camiones hace unos días”, según una vendedora adscrita a la Cooperativa de Créditos y Servicios América Latina, ubicada cerca de la esquina de Infanta y Manglar.

En el agro “Colina”, en las inmediaciones de la Calzada de Diez de Octubre, Nereida Clemente comparte la razón del desabastecimiento. “La gente está esperando que las aguas tomen su nivel, aunque en el camino se afecta la población, porque aquí ha venido gente hoy buscando malanga no importa si a 8 pesos la libra; lo que quieren es que haya”, nos dice.

“Mira esto y saca tus propias conclusiones”, propone otro “tarimero” con 25 años de experiencia en el mismo lugar y que hoy lo muestra apenas surtido con guayabas y ajíes. “A mi hace días que no me traen nada, yo no soy de los que va al Trigal. Y para mí los fines de año siempre son buenos tiempos, pero esta vez…”, no termina la frase, pero se hace entender.

Él también escuchó el rumor de las detenciones en las cercanas provincias y prefiere no pronunciar más ninguna expectativa, porque lo suyo es vender. “Aquí lo mejor es andar con la marea, hasta que todo se acomode”, sentencia mientras nos vamos en retirada.

Foto: José Jasán Nieves
Tarima cerca de la esquina de Tejas, en La Habana. Foto: José Jasán Nieves

Sin embargo y de acuerdo a lo expresado por vendedores y transportistas llegados desde todo el país al mercado mayorista del Trigal, en las afueras de La Habana, hasta ahora nada (o muy poco) ha cambiado en las regulaciones de su trabajo.

En el camino desde Ciego de Ávila al camión de Eliecer Pérez González lo detuvieron agentes de la policía para una inspección de rutina. Entre los documentos que solicitaron incluyeron esta vez cierto “carnet” que autorizaría la venta de alimentos en la capital, algo que no está en manos de ellos aún, asegura.

“El próximo día 12 es la Asamblea de la cooperativa y allí esperamos que nos digan cuáles son las indicaciones nuevas”, revela Pérez González a poco de unirse al frenesí de la venta de su camión de piñas y plátanos, desde que llegamos rodeado de acarreadores.

“¡No le hicieron caso a lo que Raúl habló!”, exclama Alexis Tamargo, visiblemente molesto por los precios que ha encontrado este día en el Trigal: “Antes del fin de año la malanga estaba a 350 o 400 pesos el saco, pero hoy está a 700 y eso obliga a venderla por lo menos a 10 pesos la libra en la calle pa’ que te de la cuenta. He caminado más de siete camiones y cada vez que llego me dicen que todo está vendido: eso es un comprador que lo compra con su dinero y luego lo revende”, se explica entre vociferaciones.

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Alexis Tamargo reclama por la subida de los precios de los productos agrícolas. Foto: José Jasán Nieves

La aparentemente irresoluble relación entre la oferta y la demanda y precios accesibles a la economía familiar ha tenido en el fin de 2015 y el comienzo de 2016 un alto protagonismo en el debate público, como expresión quizás más evidente del menguado poder adquisitivo de los cubanos.

La encomienda presidencial al ministro de Economía, Marino Murillo, de volver a revisar los esquemas de comercialización y proponer una solución (“al menos momentánea”, ha dicho Raúl Castro) generó renovadas expectativas entre la población, el eslabón más débil ante revendedores y crecimientos bajos de la producción agrícola. Porque el problema, para muchos, no es solo de acaparamientos sino principalmente de cantidad de productos.

“Hoy el ajo está a 1 peso la cabeza aquí, porque hay camiones por todos lados con las ristras, pero la malanga está tan cara porque solo entraron dos camiones con ese producto”, comenta uno de los socios de la cooperativa El Trigal, en calidad de anonimato.

“Aquí hay tres figuras autorizadas a vender: el productor que trae su propia cosecha en un camión (que ese tiene mucho dinero para poder hacer las dos cosas) los vendedores de las cooperativas (que recogen todo el excedente de los asociados y lo traen un poco más caro) y también los compradores/vendedores que van por los campos comprando a los guajiros y lo traen a vender aquí, que son más caros todavía. Todo es legal”, agrega el trabajador de este concurrido sitio.

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Mercado El Trigal este miércoles 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves

“No creo que la solución sea repetir nuevamente el sistema de Acopio que durante tantos años padecimos y todavía hoy nadie ha podido calcular cuánto le costó a nuestra economía y a nuestra sociedad”, afirma el profesor Triana, consultado por OnCuba. “Si bien es cierto que el hombre es el único animal que choca tres veces con la misma piedra, lo realmente nocivo es encariñarse con la piedra”, sentencia.

El remedo de cascabel para este gato evasivo de precios y suministros agrícolas podría aparecer en los próximos días. Eso aún no lo sabemos. Aunque lo que sí volverá son los vegetales y las frutas otra vez de vuelta, desde todas partes, a las tarimas de la capital.

Mercado de Infanta y Estrella, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves
Mercado de Infanta y Estrella, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves
El Trigal, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves
El Trigal, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves
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El Trigal, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves
El Trigal, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves
El Trigal, este 6 de enero de 2016. Foto: José Jasán Nieves

 

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