El facho de las Jirafas

Olvídese de probar croquetas de cuello de jirafa, y si las quiere póngase un salacot y váyase de safari al África, porque el cuento de que se habían robado una del Zoológico Nacional era precisamente eso: un cuento…

Una de las más pintorescas bolas de turno en Cuba –porque aquí conviven varias- afirmaba que además del mudo mamífero se habían fachado cuatro monos y un poni, en un acto que envidiaría el mismísimo David Copperfield, aunque aquí hay cada magos que desaparecen lo que sea.

Agarré un libraco telefónico y busqué en sus cotizadas páginas los teléfonos del Zoo Nacional y su ilustre antecesor, el de 26. En el primero tuve que jurar que no estaba corriendo máquina, que era periodista y quería saber si era verdad aquel rumor. Tras un silencio, me aseguraron con sequedad que era mentira. En el Zoo de 26 me dijeron que ahí hacía años que no había jirafas…

Como existe una Habana de la que los animales diurnos no tenemos idea, sospeché que quizás si habían desaparecido los animales, traficados a alguna finca de nuevo rico, o sacrificados en algún trabajo de santería, pero un amigo palero me dijo que no tenía idea de que las jirafas fueran usadas en algún rito litúrgico.

Igual, hace algunos años se robaron los avestruces del parque Josone, de Varadero, y descubrieron al “coleccionista” porque su hijo dijo en la escuela, con candidez y vanidad, que había comido bistec de avestruz. Cuando el Período Especial se comieron hasta los gatos, y el bajón en la población de los zoológicos cubanos fue épico. Y los leones se volvieron vegetarianos a la cañona…

En Siguaraya City las bolas son recurrentes. Cuando Allport y Postman postularon su célebre Teoría del Rumor, apenas esbozaron lo que es ese fenómeno en Cuba, donde por naturaleza somos hiperbólicos. Además, no soportamos el chisme pero nos entretiene.

Quizás aquí al rumor le llamamos “bola” porque cuando echa a rodar alcanza dimensiones insospechadas, y a falta de una prensa en sintonía con la “vox populix, rara vez se le pone freno. O todo lo contrario. Supuestos difuntos aparecen de la nada, sin ton ni son, solamente para decir “hey, estoy aquí, vivito”…

Tal vez ahí nació aquella popular canción de los Van Van, El negro no tiene ná, con la guapachosa voz de Pedrito Calvo. Se decía que le habían dado candela. Y como a él, a miles. De fiñe recuerdo que un día dijeron que Álvaro Torres se había matado en un accidente de avión. También se dijo que Tony Calá estaba fundío porque le hicieron el santo mal. Y que Rudy Reyes había matado a su mujer. Y que una actriz había matado al marido por violar a la hija. Y que se había muerto Susana Pérez, y muchos más.

Muchas veces hay un trasfondo real en las historias, pero otras veces es pura maledicencia humana. De política no quiero ni hablar…

Por estos días se dice también que el próximo 12 de febrero –con fecha y todo- se acabaría la dualidad monetaria en Cuba. Y que Jorgito Martínez se había muerto. Una vez más salió para desmentirlo el informativo más serio de la televisión cubana: Vivir del cuento… Con señas visibles de que ha estado enfermo, Jorgito salió en su personaje de Arnaldo el Fumigador, pero dijo que “estaba entero” y a continuación Pánfilo (Luis Silva) dijo que la gente hablaba cada bobería…

En este caso, por suerte, los muertos que vos matáis gozan de buena salud… Pero igual, olvídese de la croqueta de jirafa

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