El misterioso caso del mercado de Cuatro Caminos

Hace más de dos meses que el mercado de Cuatro Caminos, en La Habana, está cerrado, sin que pase nada en su interior y CIMEX, la empresa encargada de su restauración, aun no ha dado información pública. Pero los rumores y algún que otro comentario de fuentes informadas arrojan luces sobre qué camino tomará Cuatro Caminos.

A punto de cerrar el mercado, por allá por febrero, un vendedor de flores llamado Vladimir me comentaba con cierta cautela: “nos están sacando porque van a hacer una reparación capital donde, supuestamente, debemos regresar en algún momento… Pero nunca se ha hablado de que pase al área de divisa”. Y ahora pensándolo bien, digo yo, con lo que debe demorarse eso, seguro, seguro que no pasa al área de divisa: ya no habrá doble moneda, ¿o sí?

Vladimir vive en la Lisa, o eso me dijo, le compra flores a una cooperativa agropecuaria en las Alturas del Sevillano, las vendía en Cuatro Caminos y, diariamente, ganaba “1200, 1300 pesos. Al mes más o menos 40 mil pesos” y por esos días no le hacía mucha gracia que lo sacaran de allí, pues como me dijo, “donde quiera que nos pongan la pérdida será enorme, porque son mercaditos regados por ahí, y las flores son una opción, no una necesidad. En ningún lugar se vende como en Cuatro Caminos”.

Y quizá tenga razón, porque desde 1994, este mercado es el mayor lugar de concentración de vendedores de productos agropecuarios en La Habana y uno de los más famosos de Cuba, porque en Cuatro Caminos y sus alrededores podías encontrar cualquier cosa…

Últimamente, más de cien vendedores acudían a sus espacios, por los cuales pagaban un 5% de impuesto sobre las ventas y otro 5% por la utilización del espacio. Esto, bajo la modalidad de “concurrentes”, creada por el Ministerio de Agricultura para regular la presencia de estos cuentapropistas en los mercados agropecuarios y que, en Cuatro Caminos, era controlada por cerca de 20 trabajadores administrativos, a los que debía reportársele diariamente el estado de cuentas de cada vendedor para fijar los pagos.

La modalidad de concurrente no posibilita un contrato de alquiler de espacios por tiempos definidos, sino que permite más movilidad y flexibilidad para las administraciones y los cuentapropistas. Por eso no fue tan complicado que sacaran a Vladimir, o a Raúl, un jovencito de 22 años con una tarima de viandas en el mercado, al que también se le afectaron las ventas y tampoco le agradó la medida, “porque los demás mercados por ahí están malos y nadie quiere ir por eso, aquí viene todo el mundo.”

Aun así, la Dirección de Mercados Agropecuarios capitalina les ofreció a cada concurrente la posibilidad de reubicarse en alguno de los 33 mercados de oferta y demanda de La Habana, explorando las posibilidades de espacio que cada uno tenía. Algunos aceptaron la oferta, otros, como Vladimir, parece que no, pues fuimos a buscarlo en la ubicación que nos dijo en febrero, y parece que nunca la tomó.

Pero, del otro lado de la historia, la del mercado, Cuatro Caminos es hoy una mole de metal y cemento vacía –hasta de interruptores y varias losas del piso–, con muchos gatos, algunos custodios, inspectores sanitarios que constantemente pasan a chequear no sé qué, y unos pocos trabajadores de CIMEX, que aun no tiene información pública que dar, o información, a secas.

La cosa es que, en Cuatro Caminos, se pretende rehabilitar las dos plantas y el sótano que posee el edificio con el objetivo de devolverle todo el espacio para un futuro mercado “de los de verdad”. Contaría con zonas refrigeradas para carnes, flores y otros productos que requieran conservación; tendrá también tiendas, quizá algún restaurante, y espacios adecuados –según me comentaron gente que parece saber bastante– para cuentapropistas. Que vuelvan los que estaban son otros cinco pesos.

También me dijeron que la obra se va a llevar sus buenos millones de CUP y CUC –depende de cuál circule y en qué momento, digo yo– y también su buen par de años, que pueden ser cuatro, si se mira el estado de deterioro de la estructura y los delicados trabajos de restauración y respeto al patrimonio que deberán hacerse. Aunque la mayoría de las estructuras metálicas están en buenas condiciones.

El Mercado General de Abastos y Consumo Único, simplificado en Mercado Único y llamado popularmente “de los Cuatro Caminos”, fue fundado en 1920 ocupando toda la manzana que está entre las calles Monte, Cristina (hoy Ave. México), Matadero y Arroyo (Ave. Manglar). Desde que abrió sus puertas, fue uno de los mercados más visitados de la ciudad y circulaban a su alrededor los entonces modernos tranvías. Su localización cercana al puerto y a la Calzada de Monte le daba céntricas y accesibles posibilidades comerciales.

En su primera planta se ubicaban las casillas de venta de hortalizas, viandas, frutas, y en la segunda planta podían encontrarse bodegas y puestos dedicados al comercio de carne, pescado, y productos gastronómicos. En el sótano estaban las cámaras refrigeradas. Además contaba con cuatro escaleras de mármol y seis elevadores. Luego de 1959 sirvió de almacén y de productos comerciales, función bastante alejada de sus propósitos arquitectónicos.

Hoy, dicen que hasta el entorno del mercado será intervenido mediante un ambicioso plan de restauración que pretende recuperar los valores patrimoniales y la belleza de la zona. Pero el proyecto aun no está. Y por tanto no están los cálculos, ni el diseño, ni el tiempo posible, ni los cuentapropistas en el mercado… El misterio sigue. Y yo solo digo lo que me dijeron.

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