El “misterioso” caso del pollo en La Habana

La anunciada ausencia del pollo en el módulo de “productos priorizados” de octubre ha caído como un cubo de agua fría entre los habaneros, mientras los precios se disparan “por la calle”.

Paquete de pollo de los que se venden en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

Paquete de pollo de los que se venden en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

Maritza pide permiso a los primeros de la cola y va hasta a la entrada de la tienda a darle un vistazo a la tablilla. Ya frente a ella hace un mohín de disgusto —o resignación— y le lanza una mirada interrogativa a la trabajadora apostada en la puerta.

“No, no hay”, le confirma esta con condescendencia, para luego rematar: “y no sabemos todavía cuándo va a entrar”.

Lo que no hay la tienda y la trabajadora no sabe cuándo podría “entrar” es el pollo: el o los paquetes incluidos en el módulo de varios productos que se venden en pesos cubanos, por ciclos y de manera racionada, a la población de La Habana.

La mujer regresa a su lugar en la fila con la esperanza hecha añicos; aunque estaba advertida.

“Te lo dije —la recibe Hilda, su vecina. El otro día salió en Tribuna que no había pollo en el módulo de este ciclo, aunque dijeron que no iban a quitarlo definitivamente. A saber cuándo llega”.

“Y dicen que no hay mucho perrito —le riposta una desanimada Maritza. Al paso que vamos…”.

“Sí, pero ese sí toca este mes —intenta Hilda levantarle el ánimo. Si se acaba, habrá que estar atentos porque a lo mejor traen más esta tarde. Si no, ya tendrá que ser el fin de semana o al final del ciclo, en la recuperación”.

Habaneros revisan la tablilla de productos de una tienda donde se venden los módulos. Foto: Otmaro Rodríguez.
Habaneros revisan la tablilla de productos de una tienda donde se venden los módulos. Foto: Otmaro Rodríguez.

La ausencia del pollo en el módulo de octubre ha caído como un cubo de agua fría entre los habaneros, que tienen en esta compra un alivio a la creciente carencia de alimentos en la isla y los precios disparados del mercado negro y también del legal.

Con el dólar en un nuevo repunte ante el alicaído peso cubano, muchos productos importados —la inmensa mayoría de los que se venden en Cuba, donde la producción de alimentos sigue cuesta abajo— también aumentan de valor en los mercaditos privados, las plataformas y canales de ventas online, y con los revendedores del barrio.

Un paquete de pollo —de muslo o muslo y contramuslo— de unas 5 libras ronda hoy normalmente “por la calle” los 1 700 o 2 000 pesos, y los de 10 libras llegan o se pasan ya de los 3 000. Si el paquete es de pechuga, el precio se multiplica.

Una caja, que poco tiempo atrás “aparecía” en unos 7 000 pesos, ya ha ido escalando hasta dejar atrás los 9 000.

Pero no solo han subido el pollo y otros alimentos importados. Los producidos localmente, como vegetales, viandas, carne de puerco y huevos —cuyo cartón de 30 unidades se cotiza a 2 800 o 3 000 pesos “por la izquierda”— se han “contagiado” con la indetenible carrera inflacionaria y la crónica crisis que padece Cuba.

Todo ello achica cada día más el bolsillo y recorta aún más la menguada mesa de la mayoría de los cubanos.

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CIMEX y la “disponibilidad” ausente

En medio de este peliagudo escenario y en medio de rumores y quejas de los habaneros, la corporación CIMEX confirmó días atrás que no contaba con “disponibilidad” de pollo para el actual ciclo de venta en La Habana, aunque aseguró que este demandado producto “no se ha eliminado de los módulos que se venden a la población” y pidió disculpas “por las molestias ocasionadas”.

Además, la entidad estatal dijo que en próximas publicaciones brindaría “información oportuna con respecto a su distribución”, algo que hasta este jueves no había hecho.

Así lo confirma José Luis a Maritza, Hilda y demás compañeros cercanos en la cola que, como es costumbre en estas jornadas, hacen tertulia para pasar el tiempo ante la extrema y desquiciante paciencia de las trabajadoras de la tienda. 

“No han dicho más nada —comenta. Yo reviso todos los días el Facebook de CIMEX y parece que se están pasando con ficha…”.

“O sin ficha; digo, sin pollo”, acota con sorna Miguel, sempiterno en las colas del barrio.

“Pero, ya en serio —sigue este—, el otro día leí en algún lado que en agosto hubo un récord en la compra de pollo a Estados Unidos. ¿Cómo es que ya no hay?”.

“Porque estamos en octubre, ya ese pollo nos lo comimos”, le responde el informado José Luis.

“O se lo comió otra gente”, apunta Maritza molesta, tal vez por el rumbo de la conversación o por el mínimo avance de la cola.

Personas a las afueras de una tienda en La Habana donde se vente un módulo de “productos priorizados”. Foto: Otmaro Rodríguez.
Personas a las afueras de una tienda en La Habana donde se vente un módulo de “productos priorizados”. Foto: Otmaro Rodríguez.

“Pero —sigue Miguel con sus cavilaciones—, ¿ni en septiembre u octubre se compró pollo? ¿O lo están mandando para oriente?”.

“Para oriente nada —salta Hilda—, que yo tengo familia en Santiago y allá tampoco lo ven pasar hace rato. Ni pollo ni otras cosas”.

“Además, las mipymes siguen teniendo, los revendedores también, aunque con los precios por las nubes, y hasta dicen que el fin de semana vendieron por la libre en el bulevar de San Rafael”, añade la mujer.

“Y entonces —vuelve Miguel—, ¿cuál es el misterio?”.

La pregunta de los 64 mil pesos

Para José Luis y para no pocos habaneros, el motivo de la falta de pollo en los módulos de octubre es “la pregunta de los 64 mil pesos”.

A reflexionar sobre este “misterio” se han sumado expertos como el economista Pedro Monreal, quien hace unos días dedicó una serie de tuits al tema.

Para Monreal, una explicación podría ser, como señalan muchos, “una súbita reducción de las importaciones desde EE. UU. a partir de septiembre”, aunque, con tino, considera que para confirmarlo es necesario esperar por los datos oficiales, que deben publicarse a inicios de noviembre.

A la par, Monreal también analiza “explicaciones alternativas” como “un mayor consumo del turismo” y una “modificación en el patrón de suministro mayorista de pollo a los mercados internos”, como la industria, las vilipendiadas mipymes, las tiendas en MLC y los negocios online.

Sin embargo, en su análisis ofrece argumentos que descalifican estas otras posibles causas.

En su opinión, “no es probable una reciente demanda extraordinaria de pollo por el turismo porque septiembre fue el mes con menos turistas en 2023”, mientras que, “por otra parte, el nivel per cápita de pollo ha sido relativamente alto desde mayo y hasta ahora se habían ‘acomodado’ todos los mercados”.

Luego el economista reprocha con objetividad el manejo de la información por parte de la corporación estatal.

“El problema con ese tipo de información de entidades estatales como CIMEX es que debería explicarse claramente por qué no existe disponibilidad”, dispara sin medias tintas, como lo hacen hoy muchos residentes de la capital cubana.

“La carne de pollo es el principal alimento cárnico (no mezclado) consumido en Cuba. Es pilar de la estropeada seguridad alimentaria”, añade Monreal como apoyo a su afirmación.

Y si…

Junto a quienes intentan explicarse el motivo de la enigmática ausencia “temporal”, tampoco faltan quienes temen que, a pesar de lo dicho por CIMEX, el pollo no vuelva a aparecer en los socorridos módulos de cada mes.

“¿Y si no regresa?”, es la pregunta que se hacen numerosos habaneros en las calles y en colas como las de José Luis, Maritza, Hilda y compañía.

Los “cinco héroes”, como les llaman popularmente a los cinco productos “priorizados” que componen el módulo —pollo, salchichas, picadillo, aceite y detergente— “parece que se van a convertir en cuatro”, comenta Miguel con una sonrisa tragicómica.

Picadillo, salchicha (perritos), aceite y detergente, cuatro de los “cinco héroes” del módulo que se vende en La Habana, sin el pollo. Foto: Otmaro Rodríguez.
Picadillo, salchicha (perritos), aceite y detergente, cuatro de los “cinco héroes” del módulo que se vende en La Habana, sin el pollo. Foto: Otmaro Rodríguez.

“O en menos, porque el perrito se acabó y parece que el picadillo también se está acabando”, acota una cariacontecida Maritza, que había vuelto hasta la entrada de la tienda “a ver qué pasa con la cola” y regresa con la mala noticia.

“Pero, ¿cómo? —se ofusca Hilda—, si en todo el rato que llevamos aquí solo han comprado cuatro gatos?”.

“Pues quedarían cuatro paquetes de perritos”, intenta aligerar la atmósfera Miguel, pero ninguno de sus vecinos le ríe la ocurrencia.

“La verdad, ya a mí nada me extraña”, vuelve sobre el tema José Luis después de unos minutos de un plomizo silencio.

“El otro día en la Mesa Redonda el ministro de la alimentaria dijo que el panorama está bastante enmarañado antes de fin de año y que todavía el financiamiento para comprar pollo no estaba seguro”, explica con seriedad.

“Y si eso es con el pollo, que es el salvavidas del cubano, ¿qué se puede esperar de lo demás?”, dice encogiéndose de hombros.

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Nadie se anima a responderle a José Luis y el silencio vuelve a enrarecer la tertulia, mientras la cola se despabila un poco con un avance repentino.

“Cuídenme el turno un momentico”, les pide de pronto Maritza a sus compañeros.  

“¿Te vas?, mira que esto parece que empezó a moverse más rápido”, la aconseja Hilda, ya inquieta.

“Vuelvo enseguida —le responde la otra de camino. Voy rápido a la esquina a comprar aguacate y algún plátano, a ver si refuerzo un poco el almuerzo, que si también se acaba el picadillo voy a tener que repetir la dieta vegetariana. Y al menos con unos tostones el arroz con frijoles pasa mejor. ¿Tú no crees?”.

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