Fidel, Escalante, Bofill y la microfracción

Ha fallecido en Miami el último sobreviviente de una de las principales crisis políticas después de la Revolución.

Ricardo Bofill falleció el pasado viernes en Miami a los 76 años. Foto: Clara Lago/EFE.

El activista cubano de derechos humanos y el último sobreviviente de una de las primeras crisis políticas de la Revolución Cubana, Ricardo Bofill Pagés, murió en la madrugada del viernes en Miami tras una larga dolencia cardíaca y de sufrir complicaciones de una operación en la espalda, confirmaron a OnCuba varios amigos suyos. Tenía 76 años.

Bofill fue uno de los pioneros del controversial movimiento de defensa de los derechos humanos en Cuba. La creación, por parte suya, del Comité Cubano de Derechos Humanos en 1976, constituyó una especie de parteaguas de la tercera década del proceso revolucionario cubano.

Una de las tareas en las que se concentró fue en la confección de informes detallados sobre violaciones de derechos humanos que lograron llamar la atención de organizaciones como Amnistía Internacional o el Comité de Derechos Humanos de la ONU.

Tras salir de la cárcel en 1974 condujo también al nacimiento de la disidencia cubana en términos parecidos a la que surgió en la difunta Unión Soviética en esa época. No deja de ser curioso porque el primer encarcelamiento de Bofill se produjo en 1968, cuando fue acusado de ser más prosoviético que castrista en el marco del episodio de la llamada “microfracción”.

La microfracción

El proceso constituye un episodio controvertido de la Revolución Cubana y una de sus primeras crisis políticas. Ocurrió en torno a un grupo de militantes del Partido Socialista Popular (PSP), conocidos como “los viejos comunistas” de antes de la Revolución enfrentados a los nuevos, formados por ella. El líder cubano, Fidel Castro, los acusó de conspirar junto a Moscú.

El caso comienza a mediados de 1966 cuando Fidel Castro conoce que Aníbal Escalante Dellundé, un viejo militante comunista que nunca ocultó su devoción por los soviéticos, que llegó a ser el líder principal del PSP antes de 1959 y a tener una destacada influencia en el poder durante los primeros años de la Revolución, estaba sosteniendo reuniones clandestinas con viejos militantes del PSP, entre ellos Bofill.

El objetivo, según las autoridades de la isla, sería establecer un movimiento de opinión dentro de los círculos políticos cubanos, partiendo de la base de que pese a mantener buenas relaciones con los dirigentes políticos soviéticos de entonces, Fidel Castro en realidad no era lo suficientemente prosoviético y, por lo tanto, no era de confianza.

Aníbal Escalante (der.) en las oficinas del diario Hoy, órgano del PSP.
Aníbal Escalante (izq.) en las oficinas del diario Hoy, órgano del PSP.

Hubo dos argumentos fuertes en esa época: que los principales dirigentes de la Revolución tenían ascendencia pequeño-burguesa y no querían tener en cuenta el supuesto liderazgo revolucionario de Moscú a nivel global.

Durante casi un año se les fue dando cordel hasta que los investigadores le colocaron a Fidel Castro un informe sobre la mesa: Escalante y otros viejos militantes habían estado organizando reuniones conspiradoras y estableciendo contactos con diplomáticos y periodistas de la Unión Soviética.

En concreto, el grupo quería que Moscú se enterara de que, en opinión del grupo, la dirigencia de la Cuba revolucionaria tenía todas las condiciones para darle la espalda a Moscú. Uno de esos indicios era la molestia que Fidel Castro manifestó cuando Moscú negoció en secreto con Washington la retirada de los cohetes nucleares de la isla en octubre del año 1962, crisis que llevó al mundo al borde del conflicto atómico.

Habla Raúl

Para colocar en contexto el surgimiento de un grupo fraccionista dentro del Partido Comunista de Cuba, el 24 de enero de 1968 el ahora primer secretario del partido, general Raúl Castro, presentó un informe al Comité Central donde dejó constancia de las interioridades de la conspiración.

“A mediados del año 1966 llegaron a nuestro poder distintas informaciones sobre opiniones, críticas a la dirección de la revolución y específicamente al compañero comandante Fidel Castro, así como comentarios contra la línea ideológica del Partido, provenientes de algunos viejos militantes del PSP. Hasta este momento las informaciones habían surgido espontáneamente, refiriéndose muchas de ellas a planteamientos que se vertían a finales del año 1965 en la finca ‘Dos Hermanos’, que administraba Aníbal Escalante Dellund, donde se celebraban comidas festivas a las que acudían viejos miembros del PSP, amigos de este ultimo”, relató Raúl Castro, a la sazón ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y segundo secretario del PCC.

La microfracción nunca fue muy amplia. Sus integrantes identificados por las autoridades no llegaban a las cuatro docenas y no todos terminaron sancionados. Pero entre ellos “se hacían planteamientos políticos tales como que Aníbal Escalante representaba la verdadera corriente ideológica de la clase obrera. Que su sola presencia en Cuba, aunque no participase en las actividades políticas, constituía un freno para los elementos pequeño-burgueses enquistados en la dirección del país, que existe una política para eliminar a los viejos comunistas, que esta política se inició con los acontecimientos de marzo de 1962”, afirmó el ex ministro de las FAR.

Raúl Castro se refería al encontronazo de Fidel Castro con Escalante, quien según dijo a OnCuba el escritor Norberto Fuentes acabó con la presencia del ex líder del PSP en la esfera del poder, en particular al detener el casi total control de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), que antecedieron la formación del PCC.

Cuando a principios de 1962 Moscú consulta con La Habana la instalación de misiles nucleares en la isla, explica Fuentes, “Fidel se ve en la necesidad de reforzar su control de las ORI y para ello saca a Aníbal del partido. [En esa época] la gente del PSP [que ya no existía legalmente] estaba totalmente en el poder”, enfatiza.

El asunto es que puso como condición que las negociaciones se hacían directamente con él sin pasar por Escalante. “Tu no podías instalar los cohetes con Aníbal en el poder”, agrega el escritor residente en Miami. Durante los siguientes cuatro años el viejo militante del PSP, en un semi exilio, se dedica a trabajar en la redacción de la revista semanal moscovita Tiempos Nuevos.

En su informe, Raúl Castro adiciona que en el grupo “hablaban de que había una fuerte corriente antisoviética” y, además, enfatizaban que “la URSS es el país que debe llevar la hegemonía” global. Tambien “planteaban que la pequeña burguesía era la corriente predominante en la política de la Revolución y que había hecho intentos por lograr que todo el poder pasase a sus manos”.

En este sentido –apuntó Raúl Castro–, sostenían que “la pequeña burguesía y los elementos de derecha fueron preparando las condiciones para los acontecimientos del 26 de marzo de 1962 [cuando Escalante fue apartado de la esfera del poder] y la Crisis de Octubre, posibilitaron que se reconsiderara la política comercial, proyectándose nuevamente hacia los países capitalistas,  los propósitos de la pequeña burguesía no eran solamente desplazar el comercio hacia las áreas capitalistas sino retroceder a Cuba al sistema que se había barrido en enero de 1959”.

O sea, el grupo de Escalante consideraba a la dirección revolucionaria, los dirigentes del Movimiento 26 de Julio, como elementos burgueses con planes de salir de la órbita moscovita y regresar a los brazos de Washington. De ahí el interés en contactar a la dirección soviética, a través de sus diplomáticos y periodistas en Cuba, a fin de convencerla de presionar a La Habana en el plano económico para que corrigiera sus posturas “aventureras”.

Pero hay más. Eran también eran muy críticos en sus apreciaciones sobre la vía armada para tomar el poder, tesis política rechazada por los soviéticos y abrazada por la dirección revolucionaria que bajó de la Sierra Maestra. Ejemplo de ello es la fundación el año 1966 de la Tricontinental.

Las sanciones

Esa reunión del Comité Central duró casi 24 horas, en parte porque Fidel Castro estuvo hablando doce, un discurso que nunca fue publicado. También intervino Carlos Rafael Rodríguez, quien fuera un miembro muy importante de la dirección del PSP, el único dirigente de la organización que se unió a Fidel Castro en la Sierra Maestra y a la sazón el número tres del Gobierno. Además, Fidel Castro leyó una carta de autocrítica de Escalante, a la cual no le dio gran valor, y se escucharon las explicaciones de los dos únicos miembros del antiguo PSP que integraban el CC del PCC, José Matar y Ramón Calcines, tras lo cual fueron expulsados de la organización política.

Los demás implicados, que estaban ya detenidos durante el cónclave, 35 en total, fueron juzgados en los meses siguientes y recibieron penas de cárcel entre quince (Escalante, la mayor) y dos años.

El viejo líder del PSP no estuvo mucho tiempo tras las rejas. Fue liberado en 1971, poco antes del viaje de Fidel Castro a Chile, tras un pedido de los comunistas chilenos. Escalante murió en 1977 mientras dirigía una granja agrícola.

De izquierda a derecha, Carlos Rafael Rodríguez, Fidel y Raúl Castro.

Un par de meses después de la reunión del CC, Fidel Castro lanzó en la escalinata de la Universidad de La Habana la llamada Ofensiva Revolucionaria, que acabó con los negocios privados. En ese discurso, antes de entrar en materia se refirió a la microfracción y anunció que no serían divulgados más detalles que los publicados en la prensa, admitiendo que de hacerlo pudiera tener implicaciones diplomáticas, obviamente con Moscú.

“Infortunadamente todos los problemas no pueden ser tratados públicamente. Somos un Estado constituido, y como Estado constituido lógicamente tenemos que atenernos a ciertas normas, y en el mundo complejo y difícil que vivimos no siempre todos y cada uno de los problemas se pueden discutir a la luz pública. […] Sencillamente porque hay cuestiones de orden diplomático, cuestiones que tienen que ver con las relaciones entre Estados, y cosas por el estilo, o cuestiones que por ser de conocimiento del enemigo podrían ser perjudiciales”, explicó el ex presidente cubano.

Pero abrió una pequeña ventana e hizo una minima valoración del impacto de la crisis pasada: “Es cierto que algunas de las manifestaciones de tipo político de los elementos microfraccionales y el fenómeno microfraccional pudieron haber sido tratados más ampliamente —y nosotros ese aspecto lo tratamos ampliamente en la reunión del Comité Central—, hay que decir ciertamente que la microfracción como fuerza política —como fuerza política— carecía de significación; como intención política, sus actos eran de carácter grave; y como corriente dentro del movimiento revolucionario, una corriente francamente reformista, reaccionaria y conservadora, aunque comprendemos perfectamente bien que en la atmósfera de estos tiempos circulan muchas corrientes de esa índole”, afirmó Castro.

Y cerró el asunto con un “al fin y al cabo, la microfracción nosotros la consideramos un problema ya resuelto”.

Desde entonces hasta hoy no se ha desclasificado el proceso de Aníbal Escalante y sus 34 compañeros. Han pasado 51 años. Los protagonistas han muerto. La Unión Soviética ya no existe.

La transición del marxismo a la disidencia

Ricardo Bofill terminó condenado a doce años de cárcel por microfraccionario. Cuando lo detuvieron, la policía encontró apenas un estudio sobre la situación político-económica cubana en esa época que estaba llamado a enviarse a Moscú. Cumplió ocho años. Al salir de prisión tuvo dificultad para encontrar trabajo. Apenas pudo ejercer pequeños oficios como bibliotecario, pese a que antes de la microfracción llegó a ser profesor de Filosofía Marxista en la Universidad de La Habana.

Desilusionado con la política gubernamental cubana, comenzó a dedicarse a la defensa de los derechos humanos. En 1976, tras salir de la cárcel, creó el Comité Cubano de Derechos Humanos, iniciativa que de cierto modo lo hizo volver a sus raíces prosoviéticas. Diseñó el grupo y su trabajo de denuncias a la imagen y semejanza de lo que hacían los disidente rusos en esa época: conferencias de prensa, comunicados a la prensa internacional y confección de informes dirigidos a organizaciones internacionales. Más no podía. Llegó a pedir asilo político en la embajada de Francia en La Habana, durante la década de 1980, y volvió a la cárcel brevemente, acusado de “propaganda enemiga”. Salió de Cuba en 1988.

“Fue fundamental, esencial, en la creación de la disidencia. Es el padre de todo eso. Contó con la ayuda de Elizardo Sánchez Santacruz y de Adolfo Rivero Caro [un ex comisario político de la Revolución] que después en Miami lo ayudó también a descarrilar el movimiento disidente, porque lo convirtió en un movimiento de la extrema derecha de Miami”, explica a OnCuba el escritor Norberto Fuentes.

Cuando Fidel Castro murió en 2016, ya enfermo el activista dijo a la televisión en Miami que no se “alegraba” del deceso. Era el último sobreviviente del grupo de la microfracción.

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