La industria editorial cubana: ¿alternativas en el mercado latinoamericano?

En medio de un contexto económico adverso, tanto nacional como internacional, el dilema de la industria editorial cubana va cambiando sus matices y comienza a inclinarse a la búsqueda de soluciones de autofinanciamiento y rentabilidad. En este proceso constituyen preocupaciones la competencia en el mercado mundial, el desarrollo de las nuevas tecnologías que indiscutiblemente no confieren inmunidad a las obras literarias y los factores internos latentes e indiscutibles.

Un diagnóstico sobre las posibilidades en la comercialización del libro cubano hizo que la joven investigadora Jacqueline Laguardia Martínez, en su tesis doctoral propusiera sugerentes alternativas para la inserción de Cuba en las ferias de países latinoamericanos, teniendo en cuenta las características del área geográfica donde nos encontramos y  la actual apertura económica  de los distintos actores en el ámbito de la cultura.

Vender para producir más y con calidad requiere de un análisis de los riesgos y oportunidades de la industria en sus condiciones  reales: ¿En qué momento se encuentran las editoriales cubanas?…El contexto internacional y el cambio en los públicos hacen necesaria una transformación ¿cómo está ocurriendo este proceso? La satisfacción ante la formulación de estas preguntas es tácita. Lo indiscutiblemente positivo es que ha comenzado el cambio.

El acercamiento que nos ofrece la investigadora lo reafirma: “La transformación se puede ver, sobre todo, en la vinculación de las editoriales con el mundo empresarial y en el desarrollo de la edición digital que todavía es muy limitada. En estos momentos, se define como necesaria la gestión económica mucho más organizada sin perder de vista su misión, su carga de mensajes… de ideas… de tradiciones”.

Ante estas condiciones, investigadores del tema han identificado los factores que sustentan las barreras presentes en el proceso de la actualización editorial. Entre ellos podemos citar la existencia de unidades presupuestadas, la subvención de los precios en las librerías nacionales que a la vez deviene en potencialidad, o los temores de los creadores literarios con respecto a los cambios y a la era de las nuevas tecnologías. Algunos de estos sin posible solución a corto plazo, pero que la dialéctica social llevará por nuevos derroteros.

La 23 Feria Internacional del Libro, con sede principal en la Fortaleza San Carlos de La Cabaña, en La Habana, demostró que la edición digital cuenta con amplias posibilidades de comercialización. Por lo tanto no constituye una utopía pensar que en el futuro tendrá mucha más demanda y producción.

El cuidado del bien espiritual literario bien puede equilibrarse con los modos de generar ingresos para cubrir gastos, obtener ganancias, financiar inversiones. Para nada lo  niegan. Así nos dice la joven Doctora: “Se hace necesario balancear lo espiritual con lo material. Se puede lograr a través del perfeccionamiento de los planes editoriales, definiendo cuáles son los títulos de mayor éxito para su reimpresión. Esto permitirá financiar aquellos títulos que son para un sector mucho más limitado, por ser temáticas más específicas. Actualmente los textos cubanos de autoayuda (¿Cómo educar en familia? ¿Cómo promover una alimentación sana?…) cuentan con gran aceptación del público y pudieran ser una alternativa para costear los de temas científico-técnicos en grandes tiradas”.

Según explica más tarde “todavía hay tendencias a enamoramientos, pues se hacen tiradas de libros para públicos reducidos y se sobrepasan las demandas”. Situación que al final solo traen como consecuencia la acumulación de ejemplares sin vender. Entonces cabe destacar que la búsqueda de la espiritualidad no justifica la toma decisiones erróneas y la desvinculación con los intereses de los lectores.

Las puertas del libro cubano en el mercado latinoamericano están abiertas, el diagnóstico realizado, la transformación de la industria editorial comenzada y los obstáculos en la producción identificados. A lo que Jacqueline  agrega: “Necesitamos preparar catálogos de publicaciones, participar en ferias latinoamericanas, concertar coediciones, negociar la venta de derechos de autor, promocionar los servicios profesionales, contratar a distribuidores e impresores… América Latina sobresale como el mercado más atractivo para las exportaciones de los libros cubanos, donde México y Venezuela se identifican como las plazas más atractivas y los géneros más demandados son la novela, la literatura científico-técnica, el cuento y el ensayo”.

Ahora solo hace falta perfeccionar las estrategias actuales. La importación de libros en México y Venezuela está libre de aranceles y se celebran grandes ferias del libro: Filven, Guadalajara y Zócalo. Son alternativas que no se pueden perder, dado el gran interés que existe por las temáticas cubanas.

“El mayor importador latinoamericano  es México, seguido por Venezuela. Ambos constituyen los principales destinos de las exportaciones intrarregionales” nos explica y termina diciendo: “Yo creo que lo principal lo tenemos. Los libros son una mercancía cultural. Si los contenidos se proponen de la mejor forma, logrando mayor atractivo, tenemos la mitad de la batalla ganada. No se puede renunciar a las  alternativas que se nos ofrecen. La generación de ingresos que se tendrían para reinvertir en el sector sería significativa e imposible de despreciar. Solo hay que trabajar duro”.

Por: Dunia Torres González
Foto: Yailín Alfaro

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