Mutis, o de la Semana Santa en Cuba

En Cuba la semana santa / Tomado de images.yahoo.com

Googleé “Semana Santa and Cuba” y di con esto:         , es decir, metafóricamente con la nada. Me había ocurrido otras veces, le pasa a cualquiera. Recuerdo una vez que googleé el nombre de mi novia, por raro, y el efecto fue el mismo:      , un hueco, metafóricamente. Tiene algo de provocador, inlcuso de elocuente, el hacer que el mejor buscador del mundo se vire con las manos en alto, sin resultado. La verdad literal, en cambio, es que Google no devuelve tal espacio en blanco, como se ve arriba. Google nunca devuelve la nada; a lo sumo, se lee un cartel no literario que dice “lo que usted mandó a buscar no propició ningún resultado”, o algo menos literario aún, imposible de recordar.

En aras del tiempo, haré la historia literal. Cuando googleé “Semana Santa and Cuba” di con dos páginas not found, un texto sobre cómo Trinidad recuerda el Via Crucis y, luego, un clic precisamente en Via Crucis, me llevó hasta un sitio en que leí, azorado, la cifra de 110 mil católicos en Cuba. Hasta ese clic de mi vida, yo había tenido la impresión de que mi país estaba abarrotado de católicos, lo que me hacía suponer que ahora, con la Semana Santa, la cifra de estos rondaría los millones, dejando casi ninguna posibilidad a la santería y el hebreísmo, menos aún, al reiki, la parapsicología y la cura con agua, por no hablar de opción cero para escépticos e impíos.

Antes de conocer la franciscana cifra, yo había imaginado una Semana Santa diferente. Sin ir al extremo, fabulé procesiones inmensas, similares a las transcurridas con motivo a la Virgen pero sin el pueblerino escándalo de aquellas. No obstante, había olvidado dos cosas esenciales. Primero: la idea más extendida en Cuba de la Semana Santa -una idea heredada tal vez del catolicismo popular español- se afiliaba al recogimiento, cuando no a la tristeza, por lo que no cabía esperar muchedumbres y menos la alharaca de noviembre último, cuando la Virgen arrastró fieles, paganos, curiosos y agentes del Estado. Segundo: el sincretismo alrededor de la Virgen tiene sus propias leyes, su mecánica inversa. La técnica de creer en ella exige un procedimiento insondable, flexible, por el cual se la puede adorar sin bronca junto a Ifá, Martin Luther King y Rosa Luxemburgo.

Pero no solo en oposición al simbolismo de la Virgen, a su fibra popular, me explico el pasmo, el jubileo cero, la intrascendencia social de la Semana Santa. Pese a su “relanzamiento” estatal y político, el lapso discreto que recién acabó, fue apenas comentado por los medios nacionales.

Salvo la transmisión del Via Crucis desde el Vaticano, y las palabras de Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, los medios dieron nulo perfil a la Semana. Laicos como son, en plata, “se la bailaron”. El propio Viernes Santo, TV Noticias ensalzó a titulares La inauguración de una exposición fotográfica en San Francisco, La creación de una fábrica para producir cemento ecológico en Sancti Spíritus y las protestas de estudiantes en Chile por reformas en la educación.

Granma no dijo la causa para feriar el Viernes. Era feriado en Granma, supongo. Al otro día, como quien pide disculpas por tener ombligo, Granma se flageló. Parece tan obvio que el deber es laico, que la modernidad no solo habla por nosotros, sino piensa.

Con todo y su ostracismo, la Semana Santa puede que esté hoy más cerca que nunca del hombre nuevo, al menos como sentido socio-religioso. Lógico, los cuarenta y los cincuenta fueron otra cosa. Entonces los colegios cerraban desde el jueves hasta el Sábado de Gloria. Incluso, algunos no reabrían hasta el lunes, tras el Domingo de Resurrección. No es que debamos retomar, al pie de la letra, el contenido de estos rituales, el abandono del trabajo. ¿Se imaginan?: “Interrumpida la aplicación de los Lineamientos con motivo de la representación, por La Colmenita, de las estaciones de Jesús, concluye la nota.” Claro que no. Pero sí debemos conocer que venimos de algo, que no somos polen, que hubo un tiempo en que la superstición habitaba la gente y que barrer la casa, algo tan indefenso, era pospuesto porque vendrían hormigas, y que nuestros centrales, en Jueves Santo, cerraban para abrirse a procesiones múltiples, desinteresadas, en ese juego a la mecánica inversa que es la fe. Tenemos que saber que somos nada, literalmente, sin fe.

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