Ni pasa ni pelo malo

"Lo llevamos rizo" es un proyecto de intervención pública sobre el cabello afro natural y lo que este expresa.

Foto: Leslie Salgado.

Foto: Leslie Salgado.

Fue una experiencia personal lo que colocó a la artista Susana Pilar en el camino de Lo llevamos rizo. Más bien, varias experiencias dolorosas.

En la calle muchas veces, incluso hoy día, me he encontrado con personas que ofenden y he sufrido incluso agresiones verbales directas, la mayoría dichas por hombres, tristemente hombres negros, por llevar mi cabello natural”, cuenta Susana.

A lo largo de siglos, la discriminación hacia las personas negras se ha expresado con fuerza en el ámbito estético de Occidente, excluyendo de los cánones de belleza convencionales los rasgos característicos de este grupo. Y dentro de todo, el aspecto del cabello ha representado un indicador de mucho peso. También en Cuba.

“Para mí era algo sorprendente. Yo quería saber si era algo que solamente me sucedía a mí o les sucedía también a otras personas. Pero más allá de saber esto –porque eso lo podía resolver con un cuestionario en la calle– quería dar un paso más allá y crear, desde mi área de acción como artista, un espacio para positivizar el cabello afro natural”, cuenta Pilar.

 Así nació la obra de intervención pública Lo llevamos rizo, que participó en la XII Bienal de La Habana en 2015 como parte del Proyecto Entre, Dentro, Fuera. La artista buscaba una manifestación donde el público fuera totalmente activo y la estructura de un concurso parecía ideal.

Susana Pilar imaginó cómo insertar el cabello afro natural en el contexto cultural cubano y creó este certamen, que se acompaña de una serie de talleres, conferencias y actividades. “La idea es que las personas lo vieran como algo positivo”, dice la creadora. “Pensé en cómo reaccionaría el público ante algo que se premia”.

En 2019 Lo llevamos rizo repite en la Bienal de La Habana como obra invitada del Proyecto Detrás del Muro, y  ha desplegado sus actividades en la Casa de África, en Obrapía 157. Las acciones incluyen, entre otras, una visita guiada por esa institución, taller de dibujo para niñas y niños y un taller de turbantes.

El concurso

En 2015 el concurso atrajo a unos 70 participantes, en 2019 la cifra asciende a 200. En la primera convocatoria concursaban solo niñas y mujeres; ahora se suman los niños y hombres en las categorías de afro, trenzado y dreadlocks.

“Nos llamó mucho la atención que, en relación con el primer evento, creció el número de mujeres en la modalidad afro. En la primera edición eran 30, en esta son 52. Tenemos 52 inscritas y una lista de espera de unas 20”, dice Susana Pilar a OnCuba. La creadora piensa que el éxito del concurso de la primera edición, junto a la inclusión de hombres y niños, ha sumado adeptos al certamen.

Foto: Cortesía de Lo llevamos rizo.
Foto: Cortesía de Lo llevamos rizo.

Este año la premiación será en el Malecón de La Habana, a las 6:00pm el 11 de mayo, justo un día antes de que la XIII Bienal de La Habana diga adiós.

Un jurado anónimo otorgará los premios teniendo en cuenta aspectos como el cuidado del cabello, el diseño en el caso del trenzado, las puntas, el cuidado del cuero cabelludo, entre otros. El público también otorgará sus premios.

El proceso

Para Susana Pilar es importante dejar claro que Lo llevamos rizo no es un momento de pasarela. Es una serie de acciones para ofrecer información, al tiempo que se convierte en espacio de intercambio entre quienes se van sumando. Las colaboradoras del proyecto llaman a los seguidores y concursantes, envían correos, esparcen la voz de sus actividades entre un público bastante fiel.

En ese proceso de darle forma a mucho más que un concurso, la creadora ha hecho algunos descubrimientos.

“Hay personas que desde su propia casa encuentran resistencia de los demás a que tengan su cabello afro natural, en la familia e incluso la pareja”, ha comprobado Susana. “Me parece muy fuerte, porque si uno decidió dar el salto y tiene esta presión desde la casa, es muy difícil. La casa debería ser el primer espacio de apoyo”, añade la artista.

En cuanto a las transformaciones en este ámbito en los últimos años, cuenta que “hace cinco años las concursantes planteaban que no había peluquería de cabello afro; ahora se están haciendo algunas iniciativas. Quizás no tienen una proyección 100%, pero están. Está la intención”, estima.

“He visto que hay muchas madres o padres que quieren aprender a tratar el pelo de sus hijos de otra forma y no tienen conocimiento de cómo hacerlo, qué hacer con las niñas sobre todo. En la otra edición tuvimos madres y abuelas agradeciendo”, comenta la creadora, provocando una reflexión sobre el impacto de su proyecto para las nuevas generaciones.

Foto: Cortesía de Lo llevamos rizo.
Foto: Cortesía de Lo llevamos rizo.

“También he comprendido que hay personas que no saben qué hacer, no tienen la información y no hay espacios que los ayuden a orientarse”, señala.

Esa carencia de espacios para quienes decidan llevar su cabello afro natural, tiene una expresión muy tangible: la falta de productos.

“Lo que te encuentras es el desriz o la queratina y no aparece un aceite de coco, o aceite de flor de majagua, o de aloe vera, por ejemplo”, se queja Susana, quien complementa su propia experiencia con la red que ha tejido a través de su proyecto. “Esas son plantas que tenemos aquí, no hay que importarlas”, añade.

Como parte del proceso de aprendizaje en todas direcciones, Lo llevamos rizo facilita información lo mismo de productos, tipos de cabello, texturas… hasta discriminaciones y formas de resistencia cultural.

En marzo de este año hubo de todo un poco. Desde la conferencia Quemando la “pasa”: alis(t)ando las ideas, impartida por el intelectual cubano Roberto Zurbano, hasta un taller de experiencias personales sobre el cuidado del cabello afro, transitando por una visita al Proyecto Barber Street en Pogolotti, Marianao o el taller Ama tus rizos, impartido por la estilista de origen camerunés Vivi Dague.

En la Casa de África, donde ha tenido lugar la mayor parte de las actividades, el sábado 2 de marzo en un patio repleto de mujeres y hombres negros que en su mayoría llevan sus cabellos al natural, un joven con trenzas se levantaba para compartir su experiencia: “Tengo 19 años, trabajo en la Empresa Eléctrica. En mi trabajo no me permiten llevar mi cabello alto y decidí trenzarlo. No ha sido fácil”.

Un padre pregunta cómo puede peinar a su hija; una señora muy mayor recuenta lo vivido desde que decidió llevar su cabello natural y cómo el apoyo de sus hijas ha sido esencial. El público la aplaude. Todos tienen una historia. Las colaboradoras, especialistas en cabello afro, tocan las cabezas, hacen recomendaciones para el cuidado, comparten sus contactos, ayudan a crear conocimiento y consciencia.

Erlys Penycook, una colaboradora del Proyecto, interviene y pide un aplauso para quienes están “en transición”, son las personas que han decidido terminar de tratarse químicamente sus cabellos y comienzan a llevarlo natural.

“No tenemos nada contra del desriz o la queratina”, aclara, antes de insistir en que el afro natural se puede llevar con estilo, elegancia, y a la vez mantener el cabello saludable y libre de agresiones.

Erlys es la creadora de un producto especialmente formulado para el cabello afro natural.

“La idea, dese el principio –comenta la fundadora del Proyecto– no ha sido decir no a la queratina o al desriz, sino que se respete la diversidad de derechos y de opinión, y que no se traten de imponer cánones de belleza: que todos coexistamos con lo que cada uno quiera hacer”.

La esencia: descolonización, liberación

A Susana Pilar la mueve la memoria. Como artista ha indagado más de una vez en lo que la antecede. Con un proyecto sobre su abuelo llegó por segunda vez la Bienal de Venecia. Su proyecto Jardinera, que ahora se exhibe en la galería Continua en Le Moulins, París, es apenas una muestra de lo que significa para ella la historia, sus antepasados, la familia. Lo llevamos rizo, como obra de intervención pública, no está lejos de esos resortes.

Para Susana llevar su cabello natural es un concepto vital: “Es ser quién soy, cómo soy y estar cómo quiero estar. Yo lo veo como una liberación y como un proceso de descolonización. El cabello laciado tratado es parte del proceso de colonización. Desde que trajeron a los ancestros africanos a las Américas y los forzaron a renunciar a su identidad, a su familia, a sus religiones, a sus idiomas. A las mujeres las obligaban a taparse el pelo. Entonces, el hecho de mostrar mi pelo cómo es, representa una actitud ante ese proceso que hemos vivido los afrodescendientes”.

A cuatro años de su creación, Lo llevamos rizo vuelve a colocar el cabello afro natural en la escena de la cultura cubana. Aspiran a que sea algo perdurable, que trascienda el espacio de la Bienal, y contribuya a ir deshaciendo las enraizadas marcas del pasado colonial y las formas estrechas de concebir la belleza.

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