Eduardo López-Collazo, un cubano de éxito en Madrid

El 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTBI, el prestigioso diario El Mundo.es publicó por séptimo año consecutivo un listado con los cincuenta homosexuales más influyentes de España. Dentro del grupo –que incluye a figuras como el cineasta Pedro Almodóvar– fue ubicado por tercera vez, Eduardo López-Collazo, investigador cubano nacido en Jovellanos y actual Director Científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario de La Paz (IdiPAZ), en Madrid.

El Doctor López-Collazo –quien desde nuestro primer contacto me exigió tutearlo– accedió a conversar en exclusiva con OnCuba sobre su (des)conexión con la Isla, su visión sobre la ciencia, la lucha por los derechos de la comunidad LGTBI y acerca de lo que supone ser Director Científico de uno de los principales centros de investigación de España.

Eduardo, ¿qué no falta en la mochila cuando se emprende el camino desde un pueblito como Jovellanos hasta la silla de Director Científico del IdiPAZ?

Libros, sin ellos no hay nada. El camino ha de hacerse ligero de ropa. Así dejas más espacio al peso de los textos, que es un peso delicioso, como el de los recuerdos. Ambos son bálsamo cuando llega la hora de escoger. Y yo lo hice. Dejé muchas cosas queridas por el camino, mi madre entre ellas. Me centré en un proyecto vital, con la ciencia en el corazón. Imité a uno de mis patrones de la infancia, Madame Curie, e hice caso a lo que dijo mi padre antes del último abrazo: “Camina hacia adelante y no mires atrás”.

Ya por último –y sobre todo– no puede faltar pasión. La ciencia es sobre todo eso, pasión.

Saliste de Cuba hace veinte años y no has regresado. ¿Veinte años no son nada? ¿Cuánto de Cuba hay aún en ti?

Ya voy camino de los veinitiun años fuera de la Isla. Dos décadas es mucho tiempo. Se equivoca la canción. Pero la esencia no se evapora si el perfume original es de los buenos. Mi acento no es el de antes, uso el pasado compuesto y evito el simple, tengo dejes y muletillas muy españolas pero… Cuba es un gran perfume. Cuando cocino siempre hay mucha Cuba, cuando bailo “baja el santo”, me enfado en cubano y “frío huevos” para mostrar desacuerdo pícaramente. Siempre digo que la literatura cubana es la mejor del planeta y que su ballet deja pequeño a los grandes.

¿Cómo es no regresar?

¿Regresar? Regresar es todavía un muro demasiado alto. No hacerlo es mantener un círculo abierto. Tener preguntas sin respuestas, pensar que los que han muerto siguen vivos… no has visto sus tumbas. Hablo de mis padres. A veces duele, otras relativizas.

Ser gay en La Habana, ser gay en Madrid. ¿Cuál es la diferencia? ¿Conoces sobre lo que ha pasado en Cuba en materia de las luchas de la comunidad LGTBI? Si pudieras debatir con activistas de la isla, ¿que ideas no dejarías de compartir?

Puedo hablarte en pasado. Cuál era la diferencia. En La Habana no me planteaba una vida gay plena. Por aquel entonces ya no existían las UMAP pero jamás habría estudiado Física Nuclear si me paseaba de manos con un chico como lo hago en Madrid. No sufrí la discriminación porque simplemente no me mostré homosexual. Tenía la prioridad en mi sueño científico, la lucha por la identidad sexual tuvo que esperar. Sé que en la Isla hay movimientos por la normalización de la infrecuencia. Ser LGTB no te hace anormal, tan solo no eres frecuente y esa debería ser la idea principal. Me encantaría debatir con activistas de la Cuba de hoy. Tengo experiencias, vivencias y puntos de vista que pueden resultar provechosos.

¿Lo volverías a hacer de esa manera, privarte de una vida plena? ¿Qué aconsejaría el Eduardo adulto al Eduardo adolescente, a los millones de Eduardos adolescentes que existen hoy?

Lo haría diferente. No suelo arrepentirme de los derroteros que un día escogí, pero si algo cambiaría sería justamente esto. Viviría mi sueño de ser científico en plena armonía con mi homosexualidad. Evitaría las mentiras o los silencios que protagonizaron una etapa de mi juventud, por muy difícil que parezca a priori. El mundo ha cambiado, dicen que Cuba también. A los Eduardos adolescentes les dirían que sigan sus sueños sin perder la esencia.

¿Has dedicado gran parte de tu vida a la investigación sobre el cáncer? ¿Nos hablas de esta elección?

En realidad me dedico a estudiar algo fantástico que se llama sistema inmune, lo cual quiere decir que escrudiño las defensas humanas. El cáncer es un fallo del sistema inmune. Esta debería ser su definición. Hasta hace poco el cáncer se atacaba bombardeando a los tumores, pero hemos cambiado paradigmas. Trasladamos el sistema de referencia y ahora miramos, con esperanza, a las defensas. ¿Por qué fallan? Esta pregunta nos las hicimos al comienzo del siglo XXI y muchos, pero muchos, se rieron en nuestras caras. Hoy ya es un hecho irrefutable que al fallar las defensas los tumores proliferan.

Elegí este tema casi por casualidad. Estudiaba el sistema inmune pero en un contexto diferente: las infecciones bacterianas. De hecho mantengo esta línea de investigación en mi laboratorio. Pero un día me percaté de que lo que estudiaba en infecciones debería ocurrir en el cáncer y, como niño con zapatos nuevos, me volqué a trasladar todo lo que sabía de un campo a otro. No me ha ido mal. Al final todo es armonía en la naturaleza.

Staff del Laboratorio del Dr. Lopez-Collazo. Foto: Cortesía del entrevistado
Staff del Laboratorio del Dr. Lopez-Collazo, al centro, con pullover rojo. Foto: Cortesía del entrevistado

En un encuentro con Barack Obama, ¿sobre qué temas hablaría Eduardo López-Collazo? ¿Qué le comentarías al Presidente de Estados Unicos sobre su posición respecto a Cuba?

Obama es un referente para mí. Su discurso esperanzador y cordial me inspira. Hablaría de muchas cosas pero me centraría en la inversión en ciencia. En la importancia de llevarla a la sociedad y de tener una visión que vaya más allá de los cien años. En cuanto a Cuba, le diría que la fagocitosis no es la mejor de las políticas con la Isla. Que el cubano está ávido de democracia, y al mismo tiempo de independencia. Su mano tendida ha sido de los mejores gestos diplomáticos que he presenciado en mi vida.

¿Qué criterios tienes sobre la biotecnología y las ciencias biomédicas en Cuba? Sé que hasta ahora no pero, ¿estarías interesado en desarrollar proyectos con instituciones científicas nacionales? ¿Qué cambiarías y que mantendrías en la manera de estructurar la ciencia en Cuba?

Aquí me pillas, o como diría en Cuba, me coges fuera de base. Estoy atento a las noticias que se generan en la Isla. Sin embargo, creo que aún es escaso lo que en temas de ciencia sobrepasa sus fronteras. En las bases de datos internacionales de Biomedicina no se localizan trabajos de alto impacto con origen en Cuba. No tengo relación alguna con científicos de la Isla. No estoy cerrado a ello, todo lo contrario, pero no se ha dado el caso. Incluso –lo he comentado en otras entrevistas– tengo el sueño junto a un grupo de amigos, de organizar un Simposio en Cuba en el que pudiéramos mostrar nuestras experiencias y propuestas. Y escuchar, claro. Siento que podemos aportar muchas ideas. Desafortunadamente, nadie nos las ha pedido aún.

Has afirmado en otras entrevistas que tanto como hacer ciencia, te interesa el desafío de cómo estructurarla y cómo atraer inversores hacia la investigación científica. ¿Cuáles son tus propuestas al respecto?

Una participación global de la sociedad. Creo que la ciencia debe estar subvencionada por el Estado y con perspectivas que vayan más allá del corto y medio plazos. En un apretado resumen pienso que los gobiernos deberían financiar la investigación básica y la industria hacerse cargo de la transferencia de conocimiento. Pero esto no quita que cada ciudadano contribuya a ello. La ciencia está en cada uno de nuestros movimientos diarios y eso se debe valorar. En países como España deberíamos tener la posibilidad de contribuir directamente a la ciencia al realizar la declaración de ingresos. Por otra parte, se podría rentabilizar la imagen de los científicos, de la misma manera que se hace con los deportistas y hasta con los cocineros que están ahora de moda. Y es cierto, no solo me interesa la ciencia, me interesa casi todo.

¿Qué mensaje transmite a la sociedad tu posición hoy?

Llegué a la silla de director del IdiPAZ por ser científico y no por ser gay, pero el hecho de ser abiertamente homosexual transmite un mensaje muy poderoso a la sociedad: lo importante es qué has hecho en tu profesión, el resto es como tener los ojos azules o marrones… perdón, carmelitas. Con ese tipo de mensajes también se combate la discriminación.

En tus preferencias, ¿por qué primero “La Consagración de la Primavera” y “Ojalá”? ¿Por qué mantener tu bitácora Viernes? ¿Por qué aún no volver?

Con “La Consagración de la Primavera” aprendí más que en cien clases en el colegio. Es una obra maestra que debería ser lectura obligada. Carpentier es el ser más odiado por mí, nunca podré escribir como él. “Ojalá” es una canción que me remueve pero, si soy sincero, prefiero “Tu fantasma”, también de Silvio. Mis Viernes… es una manera de comunicarme con aquel pequeño mundo que se expandió, cual diáspora, por todo el planeta. También es una manera de desquitarme no haber sido filósofo y escritor.

Volver… ¿Quién dice que no? Pero aún se tienen que alinear algunos astros para que suceda.

Eduardo López Collazo -  It Gets Better España

 

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