Susi y Lola: dos seres en el mismo cuerpo equivocado

Foto: Yariel Valdés

Foto: Yariel Valdés

Ha amanecido en Santa Clara y Susi sale vestida de overol azul y con su carricoche en mano. Dentro del tanque de basura acomoda los toscos escobillones. Comienza  a barrer las calles desde temprano para poder acabar lo más pronto posible la zona que le asignaron.

De tiempo en tiempo absorbe algún cigarrillo o conversa con conocidos.  Ella es una de las travestis más antiguas del centro del país, de las que quisieron ser y mostrarse como son sin importarles el machismo y las miradas conservadoras.

“Yo me llamo Jorge Luis, pero todos me conocen así, como Susi —se presenta— Ese nombre me lo pusieron los niños en la primaria y se me quedó, aunque no entendí por qué lo escogieron”.

Aunque su padre intentó “enderezarlo” cuando de niño le detectó ademanes “débiles”, su historia no fue tan dolorosa como la de otros travestis fundadores de El Mejunje, cuartel general de toda una masa de marginados en los años 80′. Tal vez el talento innato de diva cabaretera la hizo correr con mayor suerte.

“Empecé en la compañía Varieté. No te digo la edad porque los artistas no podemos decirla. Eso nunca”, asegura. “Soy así desde que nací y así moriré, ¿oíste?. Al principio, mi familia me daba la espalda, decían que yo tenía un problema de crianza. Te puedo decir que no me discriminaban tanto como otros, pero me ponían trabas para estudiar o trabajar. Pasé mucho trabajo. Lloraba de impotencia cuando eran injustos conmigo”.

“Cuando uno es joven ansía muchas cosas, pero siempre quise ser artista. Mi hermana era profesora de piano y la del medio lo tocaba de oído. Nunca pude tocarlo porque decían que si lo hacía me iba a perjudicar mis actitudes de hombre. Si me hubieran dejado, a lo mejor me convertía en un famoso pianista. Al final, solo logré estudiar enfermería”.

A Susi no le gusta el maquillaje exagerado, pero adora las prendas y accesorios. Desde que decidió “salir del closet” se deja crecer las uñas y el pelo. “¿Por qué me voy a discriminar yo misma?, ¡si yo soy yo!”, reafirma.

Foto: Yariel Valdés
Foto: Yariel Valdés

Al término de la jornada diaria, ella se despoja de sus ropajes sudados y prepara el vestuario para la noche. Susi olvida su nombre y entonces encarna a Lola Flores, personaje que ha defendido desde joven en los concursos Miss Travestis.

“Lola es un personaje muy difícil de imitar, es que ella es única. Tuve siempre inclinación por el baile español y pensé que me iba a salir bien. Mi primer par de zapatos lo recogí en la basura y el primer vestido estaba confeccionado con sábanas y unos lunares negros pintados. Una señora mayor me regaló una mantilla y una peineta. Después busqué quien me maquillara. Fueron las primeras pinturas que tocaron este rostro”.

“Cuando salí a escena toda la gente me aclamó. El público de El Mejunje es el jurado más completo. Quien se presente allí y caiga bien tiene el camino abierto. Yo no me he retirado, yo toco castañuelas, yo bailo, yo soy todavía Lola Flores”.

Susi no tiene la voz gruesa y sus maneras sutiles son comparables a las de cualquier mujer. Ha tenido varias parejas pero prefiere la estabilidad, a pesar de lo que muchos puedan pensar de ella. Ha arrasado con su performance en varios festivales.

“Para ser Miss travesti tienes que ser joven y bella. Desde que me monté en el primer par de zapatos supe que había nacido con ellos. Yo corría y todo, es que yo soy loca como Lola Flores. Ahora sí, nunca encontré mi número en los zapatos. Uso el 44 y me metía en un 41. Antes del espectáculo me enganchaba los tacones hasta que se me entumecieran las piernas y así salía a trabajar, para que me doliera menos. Yo bailaba como si nada”.

“Llevo cinco años trabajando en Comunales porque empecé ganando buen dinero. Ya nos bajaron un poco el sueldo, pero me siento bien porque estoy en la calle, viendo gente. Uno nunca se siente totalmente realizado. Hubiera querido que estos tiempos hubieran transcurrido cuando era joven, cuando era linda…”.

Jorge Luis no existe. De su identidad quedan solo vestigios físicos. Se esfumó y le abrió paso a Susi, a Lola, a la mujer que limpia las calles de Santa Clara, a la artista temperamental que llena las noches de El Mejunje.

Foto: Yariel Valdés
Foto: Yariel Valdés
Salir de la versión móvil