¡Céspedes! ¡Nononononooooo!

Yoennis Céspedes

Yoennis Céspedes conquistó su segundo trofeo en el Festival de Cuadrangulares del Juego de las Estrellas.

Al compás de la célebre narración del dominicano Ernesto Jerez, voz oficial de las Grandes Ligas, el cubano Yoennis Céspedes conquistó su segundo trofeo en el Festival de Cuadrangulares del Juego de las Estrellas, hecho histórico en toda la medida pues hace más de una década que ningún bateador repetía la corona.

“¡A lo profundoooooo! ¡Noooo, nononononoooooo! ¡Dígale que no a esa pelota!”, gritaba una y otra vez el afamado comentarista quisqueyano, nuevamente impresionado por el despliegue de poder del toletero granmense, un gigante de ébano que presumió de un swing compacto y brutal, capaz de mandar la pelota fuera de los límites por cualquier banda del terreno, algo que los demás contendientes ni se acercaron a emular en una noche lluviosa que dificultó el trabajo de los sluggers.

De entrada, los focos estaban sobre el descomunal norteamericano Giancarlo Stanton, nuevo modelo de poder en las Mayores, o sobre el dominicano José Bautista, probablemente el jonronero más constante en el último lustro cuando ha estado saludable. También muchos centraron sus esperanzas en el otro cubano, el cienfueguero Yasiel Puig, amante del espectáculo y la presión.

Sin embargo, poco a poco todos quedaron en el camino y cayeron cual castillo de naipes, disminuidos por las enormes conexiones de Céspedes, que bombardeó las gradas por todos los ángulos y de todas las formas posibles, lo mismo con elevados de gran altura que golfeó al más puro estilo de Tigre Woods, o líneas feroces prestas a destruir muros y taladrar los guantes de los fanáticos.

De los primeros en abandonar la pugna fue Puig, desesperado y sin coordinación en su primera experiencia en el Derby, detalles que le pasaron factura, como él mismo reconociera tras concluir su andadura sin mandar ninguna bola a las tribunas.

“Me apuré demasiado en la ronda, me desesperé. Ahora solo se puede mirar al próximo año, trataré de estar aquí y hacerlo mejor”, expresó el patrullero de los Dodgers de los Ángeles a las televisoras que dieron cobertura al evento.

“Con paciencia todo se logra. Se lo dije antes de comenzar, pero no me hizo caso. En la práctica trabajamos y me percaté de que estaba muy apresurado, así es muy difícil poner la pelota a caminar”, sentenció José Canó, padre del estelar intermedista Robinson Canó, quien sirvió de pitcher a Puig durante su oportunidad.

En cambio, el enfoque de Céspedes fue perfecto, sobre todo en las tres rondas decisivas, tras recuperarse de un inicio dubitativo (solo cinco jonrones), en el que estuvo a punto de quedarse fuera, pues avanzó solo gracias a la victoria en el desempate contra Josh Donaldson, su compañero en los Atléticos de Oakland.

Luego de esa prueba de presión, calentó los motores y abrió una estela difícil de seguir por Adam Jones, José Bautista y Todd Frazier, sus víctimas en las rondas decisivas, quienes quedaron atónitos por la constancia del cubano, autor de 25 películas de vuelta completa en esas tres rondas, incluido uno a 452 pies en la última, el batazo más largo de la noche.

Literalmente, el Target Field de Minneapolis, sede de los Mellizos de Minnesota, quedó minúsculo en comparación con los bombazos del cubano, tercer hombre que gana dos Festivales de Cuadrangulares desde su surgimiento en 1985.

Por si fuera poco, Céspedes se convierte solo en el segundo jonronero que gana el Derby de manera consecutiva, hazaña lograda hace 15 años por el estelar Ken Griffey Jr., vencedor en las competencias de 1998 y 1999.

“Defender el trofeo representaba algo muy grande para mí, porque sabía que desde hace muchos años nadie repetía el título. Después de la primera ronda tomé un respiro y seleccioné mejor los pitcheos, entré en calor y me di cuenta que podía ganar”, confesó el cubano al recoger sus galardones, apoyado en todo momento por los también antillanos José Dariel Abreu, Alexei Ramírez y Aroldis Chapman, quienes bromearon durante toda la noche con el granmense.

“Me sé controlar bien, puedo manejar la presión y disfruto del ambiente. El ruido del público, lejos de incomodarme, me motiva para dar lo mejor, por eso logro conectar con tanta facilidad”, concluyó el patrullero, quien dijo sentirse satisfecho por complacer al público con sus jonrones.

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