Georbis Martínez: un emigrante de ida y vuelta

Georbis Martínez / Foto: Antonio Castro

Cuba tiene una memoria corta. Debe ser por aquello de ser un pueblo nuevo, según la tesis del antropólogo brasileño Darsy Riveiro; por la lucha, como llamamos a nuestra vorágine de supervivencia, que es lenta, desorganizada, azarosa, calurosa y a veces infructuosa; todo mezclado con la socorrida capacidad humana que nos permite vivir aún con el dolor de las pérdidas, sean muertes o emigraciones, que de eso sí sabemos.

Sin embargo, la historia del actor cubano Georbis Martínez, al que conocí en el escenario de Teatro El Público y en el cine de Pavel Giroud, podría echar por tierra cualquiera de mis hipótesis.

Emigrado a España hace casi 6 años, Georbis está de vuelta a su isla, de donde parece no haberse ido nunca. Vino para presentar La otra voz, del dramaturgo y director español Manuel De, en el Festival de Teatro de La Habana. Pero, me cuentan que planea regresar definitivamente en enero de 2014.

Como una chismosa me metí en su maleta de emigrado de ida y vuelta. Encontré un tomo de las Obras Completas, de José Martí; Virgilio Pinera. Obras completasEl actor y la Diana, de inglés Declan Donnelan, un moderno libro electrónico con otros autores; algunos amuletos y muchos recuerdos. Métase, usted, ahora. Husmee en este equipaje que aferra a Georbis a nuestras memorias.

Te fuiste a España y te perdí la pista, ¿por qué emigraste?

Hace 5 años y medio… Me fui por dos motivos. Me invitaron a ir a París y salté a España para ver a mi hermano Roberto San Martín. Cuando vi cómo era el panorama actoral, me dije: “por qué no probar”. Sentía la necesidad de informarme, de aprender otros métodos…

A veces, en Cuba nos falta confrontación para medir cómo va la actuación por el mundo. A veces nos quedamos solo con Stanislavski, mientras hay otros maestros de técnica teatral o actoral contemporáneos que no se estudian aquí. Acceder a toda esa información, me hizo pensar pasar en España un tiempo y buscar trabajo.

El segundo motivo fue que me enamoré. Siempre dije que me iría de Cuba solo por dos cosas: por trabajo o por amor. Entonces, de pronto vino, el amor y, más tarde, la posibilidad de trabajar.

¿Cómo fueron los inicios de emigrado?

Llegar de la nada es como nacer y volver a decir “quiero ser actor”. Gracias a una muchacha cubana, apareció el primer trabajo con la Compañía de Teatro de Cámara Cervantes. Hice un personaje pequeñito, pero simpático. Así empecé a conocer gente, como Manuel De, que hacía las luces de esa obra.

Como el teatro era poco, me metí a trabajar como actor en una discoteca, como animador. Claro, estaba totalmente fuera de lugar, porque los personajes que trataba de hacer al principio eran como Pinocho (de Ícaros) y otros que había hecho en La Habana. Lo que la gente quiere son personajes de actualidad, cosas políticas, crítica social… Yo venía de Cuba, no conocía la actualidad y la crítica social era un poco rara para mí como cubano. Decidí que me cambiaran para bailarín y he estado estos 5 años viviendo de bailar en una discoteca jueves, viernes, sábados y domingos.

¿Qué significó esto en tu carrera como actor?

Al principio, me bloqué mucho. Pero, cuando vi que había que comer y luchar la vida como en todo sitio, decidí que tenía que bailar.  Siempre fui un actor bastante físico, así que empecé a pulirme con mis compañeros que sí eran bailarines de conservatorio. Ha sido divertido y he aprendido mucho. Hay un entrenamiento muy fuerte que da ese tipo de discoteca, donde la gente no te va a ver, sino a beber, a bailar, a hablar con sus amigos. Lograr captar la atención de gente que no está para eso, es una lasca que le he sacado a la discoteca. A parte del trabajo físico que el cuerpo te agradece.

¿Qué pasó con el teatro?

Ha sido difícil aunque no me quejo y toco madera. Al menos he hecho dos obras al año muy interesantes, muy buenas. Como las compañías no son comerciales, he seguido en la discoteca.

Este tiempo ha servido para cerrar un poco el paquete. He aprendido algo que en la escuela cubana no me lo enseñaron (no sé si ahora se hace) que es el trabajo del texto, de la voz…, sobre todo del texto, del decir. Igual, me falta mucho porque tengo solo 31 años. Lo que me queda por aprender es bastante.

¿Y el Cine y TV?

He hecho anuncios publicitarios para comer. Hice un personaje en una serie en la televisión andaluza que me ha gustado bastante, aunque es pequeño.

El Cine y la TV son muy difíciles para un extranjero. Yo traté de trabajar como actor español porque soy tan blanquito y tengo una pinta que se aleja del estereotipo cubano. He recibido clases de dicción. De hecho, este personaje en la serie andaluza ya era un español. Pero ha sido difícil seguir a más.

Ahora que comienzas a tener reconocimiento, quieres regresar, ¿no es paradójico? ¿Por qué?

Así es la vida. Estoy pensando regresar en enero.  Tengo más reconocimiento de prensa, de mi trabajo que he estado haciendo dos funciones a la vez: La otra voz de Manuel De y una versión de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen.

Ya llevo tiempo de lucha. Lo que me complacía y podía sacar del trabajo de la discoteca. El dinero y la noche, saber que hay gente que logras que te mire, no me complacen. Lo que más que complace a los 31 años es levantarme pensando en el personaje que voy a hacer. Como eso donde único se puede hacer es aquí porque siempre se resuelve y no hay invierno que es tan duro. Me complace hacer cine, teatro, cine o televisión, en mi país, con mi familia.

¿Qué ideas traes?

Quiero trabajar con Carlos. Tengo ganas de dar clases en la ENA1, en el ISA2… Y, más que eso, me gustaría crear una academia propia, donde pueda enseñar lo que he aprendido. Las escuelas te piden un método y yo me he hecho mi libro. Probaría si lo puedo pasar a los demás, que tampoco sé si puedo hacerlo.

¿Cómo ves La otra voz en el contexto cubano, tan distinto del español donde existe una ley de matrimonio para personas del mismo sexo?

En Cuba, está el titular de que hubo y hay problemas con la homosexualidad. Pero si te vas al pueblo no hay son tantos. A lo mejor me equivoco porque nunca he tenido problemas con mi orientación sexual. No tendremos leyes, pero a nivel de la gente, ya no es un gran conflicto, como lo fue en la Parametración3 y, antes, con las UMAP4. Igual, tenemos que pelear porque haya avances en el gobierno, Estado, a nivel legislativo.

En España, donde hay matrimonio, donde yo estoy casado bajo esas leyes, no hay más adelanto que aquí ni más aceptación. Por ejemplo, las fiestas del Orgullo Gay las han reducido al punto que se mantiene porque hay una lucha intensa de seres humanos.

Pienso que lo que puede aportar La otra voz es la normalización de este tema, por la naturalidad con que se trata. Está hecha de manera tan humana y es una problemática tan humana que aceptas el amor entre humanos. No te interesa nada más que hay dos personas que se han amado y que hay una persona que está amando. Y espero que todo el que está sentado en platea haya amado alguna vez y lo hayan amado, aunque lo hayan dejado o haya dejado a alguien.

La otra voz trae un personaje que siendo gay no se sube a una carroza. No pasa nada, si quieres hacerlo. Pero ese no es el icono. Aquí aún se ve que el gay tiene que entrar dentro de un estereotipo como forma de lucha, aunque eso se vea cada vez menos.

Escribía en un comentario sobre La otra voz que me sentía como una voyerista, una mira hueco…

En las entrevistas que he tenido sobre este personaje, digo que cuando Manuel me dio la otra voz, con toda la historia del artista del performance, yo estudié a esta gente. Me detuve a pensar en lo que había dentro de sus cabezas, que creen tanto en su visión sobre algo, que la exponen y se exponen ellos.

Por eso, enfrenté esta obra más como performance. No es: “silencio que va a empezar la función”, sino más como: “pasa mi amiga y mira lo que me está pasando”. Normalizar un poco la actuación, quitar teatralidad, hacer un pedazo de vida en esa hora. Ojalá lo haya logrado.

¿Te gustaría formar parte de proyectos como Antigonón u otros de jóvenes dramaturgos cubanos?

Estaría fascinado. Ya vi el año pasado un pedazo del ensayo de Antigonón. Salí pasado por la secadora de la l

avadora Aurika, que es dura. Verla ahora, con Carlos al lado, es un privilegio.

Creo que el texto de Rogelio hacía falta. Hacen falta voces nuevas. Ya con Norge Espinosa veía esa luz, cuando hicimos Ícaros. Pero, con Rogelio y Fabián Suárez, en el cine, tengo ganas de estar aquí para hacer cosas de esta gente que está hablando de ti, de mí, de ahora.

¿Qué más cargas en esa maleta?

Siempre, un San Lázaro, que me regaló mi abuela; una Virgen de El Cobre, que me regaló una amiga; un collar de cuentas blancas que usé en la obra Arte; un bolsito de Las brujas de Salem, con cositas que tenía en esa época; otro que me regaló mi compañero de cuarto de la ENA, cuando teníamos 14 años; fotos de mi madre, abuela, hermano, prima, tía y mi marido; un trocito de cascarilla, tabaco, y ya.

Georbis Martínez en Ícaros / Foto Franco Bozzo
Georbis Martínez en Ícaros / Foto Franco Bozzo
Osvaldo Doimeadiós, Georbis Martínez y Alexis Díaz de Villegas en Arte / Foto Michel Pou
Osvaldo Doimeadiós, Georbis Martínez y Alexis Díaz de Villegas en Arte / Foto Michel Pou

 

1 Escuela Superior de Arte

2 Universidad de las Artes

3 Período llamado también Quinquenio gris, una purga que terminó con cerca de 300 actores, directores teatrales, maestros y estudiantes, considerados como “carentes de calificación moral e ideológica”. Algunos estudiosos lo sitúan entre 1972 y 1975, por el tiempo de legalidad de los parámetros.

4 Unidades Militares de Apoyo a la Producción (1965-68), conocidas por sus siglas, UMAP, fueron campos de trabajo vinculados con el servicio militar obligatorio a donde fueron enviadas personas con conductas calificadas como no revolucionarias.

Foto de portada: Antonio Castro

Salir de la versión móvil