Sexy Habana

Si miras sobre tu hombro y no los ves, es que tus ojos no te alcanzan. Ellos están ahí, emergen por entre las callejuelas, trepan por las paredes ajadas, se apoderan de los muros icónicos, caminan, corren, vuelan. A veces danzan. Van en paralelo, nutren otra sensualidad andrógina, displicente, bestial o etérea, que no está recogida en los manuales habaneros, pero que hacen ya La Habana, como la hacen el salitre o el aire denso de los mediodías.

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