¿Es difícil ser un hombre o una mujer negra en la Cuba de hoy?

En el marco de la XXIII Feria Internacional del Libro fueron presentados los Premios Calendario 2014, distinción que concede la Asociación Hermanos Saíz a jóvenes escritores de la isla. En la categoría de ensayo resultó galardonado “¿Es fácil ser hombre y difícil ser negro? Masculinidad y estereotipos raciales en Cuba (1898-1912)”, del capitalino Maikel Colón Pichardo, investigación que se acerca, desde una novedosa perspectiva, a uno de los temas medulares en el devenir de la nación cubana.

En exclusiva para OnCuba, Maikel, accedió a dialogar en torno al impacto de la raza en nuestra historia nacional, así como sobre la realidad que revela este tema en la Cuba de hoy. 

¿Cuánto ha marcado la raza como categoría de distinción social al proceso formativo de la nación cubana? 

Lo ha hecho en una dimensión exorbitante. Lo curioso del asunto radica, desde mi punto de vista, en que fue un tema recurrente en cada uno de los procesos que cimentaron esa formación; aunque siempre se intentó producir una retórica que deconstruyera toda la malsana división que había propiciado, caló tan fuerte, que aún hoy continúa generando experiencias desagradables, sobre todo en la vida cotidiana de l@s negr@s cuban@s, aún cuando nuestro último censo de población y vivienda se empeñe en resaltar que constituyen una minoría. 

Crees entonces que resulta imposible explicar el proyecto nacional cubano sin una compresión exacta del papel que tuvo la problemática racial en su decurso. 

Rotundamente. No es, ni ha sido una perorata de intelectuales o de activistas. José Martí interpretó su importancia e insistió con mucha fuerza en ello, a la hora de replantear el proyecto nacional cubano. Fidel Castro también lo comprendió, y al tesón del proceso que dio comienzo en 1959, fue presentado como uno de los problemas medulares que había que resolver, y así lo hizo público en un discurso que pronunció el 22 de marzo, en un instante en el que se debatían muchas cuestiones vitales en la construcción de un nuevo proyecto nacional.

Que aun se debata, no es una casualidad, y es evidente que hay muchas contradicciones entre el discurso oficial y la vida real, porque que algunas instituciones consideren que replantearlo puede ser un factor de división política e ideológica, sería como revivir una película del pasado. Esta problemática ha ido transitando dentro de muchos procesos históricos, y es importante dejar fluir las ideas y las opiniones en función de lo que se vive y respira en el día a día. 

(Re)visitar el pasado de la sociedad cubana a partir de las dinámicas de sus relaciones raciales revela una historia de la isla que, en muchos casos, se antoja diferente a tradicionales lecturas legitimadas de su devenir. 

Es evidente que el pasado nos ayuda a comprender mucho mejor los fenómenos del presente. Afortunadamente, se ha escrito, se ha debatido, se ha cantado sobre este tema, que es complejo a la hora de enfocarlo, pero que resulta relevante por su papel en el devenir histórico de Cuba. Lo negativo en este sentido es que todos estos aportes queden relegados y solo tengan acceso a ellos, unos pocos. Los medios de comunicación, por ejemplo, no asumen una responsabilidad más comprometida. En estos últimos años, vimos como se propuso un debate en la Mesa Redonda de la TVC; sin embargo, los ponentes se centraron tanto en las particularidades de nuestro proceso histórico, y lo mucho que ha hecho la revolución al respecto, que olvidaron tomar el toro por los cuernos, como se dice, y proponer estrategias mucho más efectivas al afrontar este problema. No se trata de restar valor a lo que se hace, o a lo que se ha hecho, pero la realidad es una muestra fehaciente de que hay mucho por hacer todavía. 

Tu investigación se centra en una etapa medular dentro de ese proceso constitutivo: 1898-1912. ¿Qué derroteros van a tomar los discursos y nociones sobre la raza durante estos años críticos? 

Tomé ese periodo histórico con toda intencionalidad. Entrábamos a un nuevo siglo fundando una nueva República y desplegando una carta magna que recogía importantes cuestiones, en particular el dogma martiano de la igualdad racial. Imagínate, se usó con bastante suspicacia su slogan primordial de una República “Con todos y para el bien de todos”. Aún así se desplegó una brutal maquinaria de “neo-inquisición antinegra”, que fue sin ninguna duda muy resolutiva a la hora de enjuiciar, condenar y manipular, las imágenes y el comportamiento de los sectores de negros y negras.

Ahí están como ejemplos los hechos más representativos que resaltamos, la sordidez ante las religiones de origen africano, sus practicantes fueron tildados de “bruj@s”, lo cual era sinónimo de incivilización. En función de ello se promovió a escala nacional una persecución voraz, en la que tener la piel oscura te colocaba al límite.

Otro de los aspectos que abordamos estuvo relacionado con el Partido de los Independientes de Color, que fue masacrado en 1912, cuando sus importantes alegatos sobre la igualdad de oportunidades fueron reinterpretados convirtiéndolos en una confrontación racial, escenificada de manera bochornosa. Esto forma parte de nuestro pasado, y es a partir de ello que debemos intentar construir un futuro mejor. 

Llama la atención cómo de ese intento de las elites blancas por fundamentar su ideología racista (no sólo desde distinciones culturales, sino a partir de explicaciones biológicas), no escapan figuras cimeras de las luchas decimonónicas anticoloniales. Pienso, entre otros, en José Martí, Antonio Maceo o Quintín Banderas. 

Digamos que la maquinaria demoledora de la ideología racista mete todo lo que pueda dentro de ella. A la hora de proyectarse le da igual quién hayas sido, o lo que hayas hecho al servicio de tu nación. Sus fundamentos son muy claros y nadie escapará a sus tentáculos. Lo curioso del asunto es ver como en su momento, unos utilizaron a estas figuras como dianas del racismo y en otros casos como dogmas contra él.

En la actualidad se siguen sopesando tanto uno como otro, cuando en realidad sería mucho más importante crear una agenda común que se nutra tanto de los discursos racistas, como de los no racistas En esta lucha hay que valorar las actuaciones concretas que subyacen en los prejuicios y estereotipos, para poder generar dispositivos de acción concreta. Puede resultar paradójico, pero las experiencias que he tenido me demuestran que siempre habrá opiniones encontradas, y es preciso ser tolerante como estrategia. 

Una de las virtudes que se observan en tu investigación resulta ese “encuentro” que acontece entre las categorías raza y masculinidades como ejes trasversales de dicho estudio. ¿Por qué estableces esta conexión? 

Cuando entré en el universo de la investigación social, afortunadamente lo hice dentro de un tema que, en aquel entonces, no era una temática de debate social. Poco a poco, gracias al trabajo desplegado por un destacado profesor universitario, Julio César González Pagés, se fue haciendo público, y formar parte de su grupo de trabajo, con experiencias enriquecedoras en todos los sentidos, fue un proceso que hizo que fueran madurando las ideas que comparto en el ensayo. Aquel maravilloso grupo de trabajo sobre masculinidades, que hoy continua abriendo puertas desde su plataforma más importante, la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (RIAM), en la misma dinámica que iba creciendo, fue poniendo en la mesa los temas medulares de nuestra sociedad.

Como hemos estado comentando en algunas de las anteriores preguntas, la problemática racial era uno de ellos, y en función de mi propia experiencia como hombre negro, nos dimos a la tarea de comenzar a fomentar un debate en esta dirección. Parecía bastante fortuito, porque las experiencias a las que estaba expuesto constantemente, siempre estarían matizadas por mi percepción. Aún así, aunque el enfoque que presentamos en el ensayo, tiene un tratamiento en una época histórica muy concreta, mis experiencias en el barrio de Buenavista con otros jóvenes negros como yo, en el área deportiva de 23 y B, a donde iba a jugar básquet, y muchas otras, me permitieron afrontar el tema desde una visión más amplia, y la conexión fluía por si sola. 

¿Esta mirada al pasado de nuestra sociedad cuán necesaria resulta para los cubanos del siglo XXI? 

Ya que lo mencionas, recuerdo el pasado año la polémica que suscitó un artículo del intelectual cubano Roberto Zurbano publicado en el New York Times, el cual tituló ese importante diario: “Para los negros cubanos, la revolución no ha comenzado”. A pesar de la polémica, sobre todo del título, más que del contenido de ese trabajo, creo que hay una base fundamental que no se puede pasar por alto, respecto a lo que se ha hecho en todos los ámbitos que se han preocupado por la problemática racial en la sociedad cubana, y con lo que no. Incluso hasta que punto lo que se ha hecho ha sido suficiente. Imagínate en el tema de las masculinidades. La idea central de este debate es lograr desmitificar el papel del hombre en nuestras sociedades, encontrando otras maneras de ser hombre, en donde primen la equidad y la igualdad entre hombres y mujeres, pues a razón de los problemas que afrontan hombres y mujeres negras por la discriminación que sufren, intentar indagar en ambas problemáticas, sea desde donde sea, en el plano de la investigación social, o en el trabajo comunitario, en la actividad cultural, el cine, la música, el teatro, resulta medular. Y esto parte de la propia composición de nuestra sociedad, que es una sociedad multirracial, en la que ha habido fuertes historias de discriminación. Por tal razón no podemos estar ajenos y mantenernos al margen. Hay que asumir un compromiso social y político dentro de estas temáticas en nuestro contexto actual. 

¿Es difícil ser un hombre o una mujer negr@ en la Cuba de hoy? 

De la misma manera que hay muchas formas de ser hombres, y muchas maneras de ser mujer, este es un tópico que no podemos invisibilizar. Hay infinidad de historias de prejuicios y discriminaciones raciales que suponen que es una contienda difícil cuando cargas tras tus espaldas ese mal obrado legado. Imagínate qué se siente cuando vas caminando por 23 y el policía es al negro o a la negra a quien detiene para pedirle el carné de identidad. Qué se siente cuando tu novio o tu novia, que puede ser blanco o blanca, te lleva a su casa y la familia te mira con desprecio o quedan estupefactos. Son experiencias muy desagradables que resienten las posibles políticas que se han promovido para luchar contra este flagelo. Precisamente por eso, estudiar, investigar, cantar, promulgar, desarrollar ideas y reflexiones sobre este tipo de problemáticas, resultan imprescindibles para nuestra sociedad. Es una dimensión en la que tenemos que estar todos comprometidos. 

¿Hasta que punto entonces continuamos siendo una sociedad racista en sus representaciones simbólicas, culturales y en el diseño de políticas públicas desde el Estado? 

En un eslabón muy elevado. Nuestra sociedad ha cambiado en muchos sentidos, pero esa espinita esta ahí, y se resiente en situaciones disímiles. Si lo pensamos bien, lo de “quien tiró la tiza” no es precisamente un sarcasmo, pues hay situaciones de la vida cotidiana que lo patentan, porque desafortunadamente la gente en el día a día lleva siempre consigo el microscopio racial, porque una vez más haciendo referencia a esta controversial canción: tenía que ser el negro. Existe una mentalidad rancia, cuando de valoraciones raciales se trata, y ese tipo de mentalidad nos salpica a todos en general, a los que creen que por determinadas circunstancias de la vida son negros o negras diferentes, a esos que se hacen llamar blancos negreros porque les gusta la rumba, o bailan muy bien o utilizan un vocabulario chabacano. En tal sentido las políticas públicas son ineficientes, puesto que la retórica estatal está sumida dentro de un letargo histórico que no se asume con claridad y sigue siendo un problema que se enmascara en situaciones inimaginables. 

Los medios de comunicación y la escuela resultan espacios vitales para subvertir o legitimar las jerarquías y estereotipos que perviven a partir de la raza como categoría de distinción social. ¿En estos momentos crees que funcionan como agentes de cambios favorables o son poderes que contribuyen a mantener el “orden” que impera. 

Probablemente, asistir todos a una misma escuela sea un aspecto positivo, puesto que gozamos de las mismas oportunidades en el ámbito escolar, en particular de la enseñanza primaria y secundaría. Ahora bien, hay una combinación de factores que entorpecen la efectividad de esta situación. Los prejuicios y los estereotipos que se manejan a nivel de barrio y dentro del seno familia, parecen aislados, pero se reproducen en hechos cotidianos de las más diversas maneras. Un chiste, un comentario, una canción, un dicho popular, y muchos más.

Por su parte los medios de comunicación tienen otra cuota de responsabilidad. En debates actuales, se critica a Hollywood por vender patrones de belleza y muchas otras simbologías que no se adecuan a la realidad. Los medios en nuestra sociedad caen un poco dentro de ese juego. La diversidad de programas, de entretenimiento, deportivos, informativos no tienen presente la importancia de mostrar a la sociedad cubana en su heterogeneidad racial. No es casual, que en términos generales, nuestros televisores solo se coloreen de negro, cuando de programación deportiva se trata o de programas musicales. Y no es que nuestros medios de comunicación sean racistas por antonomasia, pero entran en un juego sumamente peligroso que no puede darle la espalda a un problema como este y tienen, como responsabilidad social, que aunar las fuerzas necesarias para contribuir a su erradicación. 

Cuando un blanco se coloca frente a un espejo y se pregunta qué ve, responde: un hombre. En la misma situación un negro afirma: veo un hombre negro. ¿Maikel Colón, que observa ante el espejo mientras está parado frente a él? 

Parece decididamente una especie de acertijo, y lo planteé en el ensayo para que se creara esa interrogante. Definitivamente veo a un hombre negro, que intenta cada día ser un hombre diferente. No diferente en el sentido de ser moderno, ni nada por el estilo. Sino ser consecuente con lo que hago, ser cada vez una mejor persona, sobre todo en este mundo y en este momento histórico que nos ha tocado vivir, donde todavía hay hombres extremadamente machistas, que ejercen todo tipo de violencia contra las mujeres, que proyectan una homofobia inexplicable. Cada hombre, sea blanco o negro, asiático o indígena, que mire profundamente en su espejo y haga el mayor esfuerzo por encontrar esas otras maneras que hay de ser hombre, inclusivas, de equidad, de respeto. Las hay, se los puedo asegurar.

Foto: Jorge del Sol Baylac

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