Los restos de un barco en La Arenera, Regla, sirven de plataforma para las acrobacias de un montón de niños y jóvenes. Clavadistas entusiastas que, sin método ni rigor, solo saltan por el placer del vértigo. La plataforma no es más que hierro oxidado, y la piscina es el agua turbia de la costa habanera. Pero a veces, recortados en el aire, estos atletas rozan y alcanzan la belleza.