Pánfilo, un nuevo caballero para la Mesa Redonda

Pánfilo Epifanio, el gran cronista de la cotidianeidad cubana en la televisión, fue el inesperado Caballero de una Mesa Redonda que logró sorprenderme: traer al resabioso personaje interpretado por Luis Silva para hablar sobre la vejez en Cuba, es un hito para un espacio que en los últimos tiempos hace más por pulsar el sentir nacional.

En su programa Vivir del Cuento, Silva dice lo que la prensa calla. Siendo muy joven hace un viejo creíble, de esos que madrugan por el periódico o la chequera. Pánfilo nació en 2001, con el monólogo del pan que hizo reír a la Universidad de La Habana. Aquel estudiante de Cibernética es quizás el humorista más popular del momento.

Hace un mes le pregunté en el Festival de Radio y Televisión cómo llegó a ocupar el lugar de los periodistas y sonrió: “Ha ido saliendo, Pánfilo surgió criticando al pan y al comenzar Vivir del Cuento supe que por ahí iría la cosa. Con el humor puedo hacer crítica social y tocar temas fuertes. Como la libreta de abastecimiento, por ejemplo”.

En su nunca mejor dicho “aparición” en la Mesa Redonda, Pánfilo lanzó saetazos a la consabida cartilla. La sacó de una bolsita de nylon, de esas que lo mismo sirven para envasar yogurt que una postura de mata, y leyó algunas notas que traía escritas “en esta página que se usa poco”, aludiendo a la reservada para los productos cárnicos.

“¿Cómo es eso de envejecimiento poblacional en Cuba? ¿Acaso en otros lugares la gente está rejuveneciendo?”, ironizó con falsa alarma Pánfilo, quien hace válido aquello de que las verdades más duras se sueltan riendo. Su estilo de sugerir es efectivo, y así cuela ciertas reivindicaciones, como cuando soltó en la Mesa que “¿a que abuelo no le gustaría que su nieto le regalara un carro… un carrito para hacer los mandados?”.

Tras salir en la mismísima Mesa Redonda, dice Silva que ya solo le falta aparecérsele al lado al meteorólogo José Rubiera en el Noticiero Nacional de Televisión. Por cierto, su imitación del locutor Rafael Serrano afloja el esfínter más recio…

Como sea, Silva dio en el clavo con Pánfilo: es el clásico viejo que estudió y ahora no entiende muchas cosas a su alrededor, trata de adaptarse pero conserva valores que le hacen emberrincharse con muchos fenómenos nuevos, y otros no tanto. Pánfilo encarna a una generación de cubanos que tampoco es tan vieja, pero igual le chocan las cosas…

Que Pánfilo actúe en la Mesa Redonda evidencia que ese foro rompe sus moldes para diversificar sus públicos y atraer la atención del televidente sobre problemas que no son puro aspaviento academicista, como la alarmante pérdida de valores y la marginación de los ancianos, a quienes muchas veces solos les queda esperar la muerte…

El propio Silva comentó luego, ya sin su caracterización, que con Pánfilo se insertó en ese mundo: actúa en asilos de ancianos, visita a postrados para alegrarlos en un contexto que considera “ambiguo”, pues intenta hacer reír a alguien cuyos familiares a duras penas contienen la emoción y cierto dolor.

Según la Mesa Redonda, ya fue aprobado por el gobierno un plan de reparación y renovación del inmobiliario en casas y hogares de ancianos de toda Cuba, y para 2015 abrirán nuevos centros que, con el tiempo, disminuirán el subsidio y habrá que pagarlos como todo servicio, y la Seguridad Social se encargará de quienes no puedan costearlos.

A su vez, tampoco se descarta que en un futuro abran asilos privados, como mismo existen las guarderías particulares, como alternativa al mal estado de las instalaciones estatales que ahora existen: hay que tener claro que no todos los asilos son Santovenia, o el Convento de Belén. Yendo al Parque Córdoba hay uno como para erizarse…

Dice la canción que joven puede ser quien lo quiera ser, y en Cuba se potencian alternativas como los círculos de abuelos, la universidad del adulto mayor y proyectos comunitarios que involucran a los ancianos. Pero negar que aquí el panorama para otros muchos ancianos es negro con pespuntes grises sería mentir y mentirnos. Lo que si no es mentira es que llegar a viejo es de madre, pero peor es no llegar…

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