2016: lo que dijo Ifá

Lectura de la Letra del año. Foto: EFE.

Lectura de la Letra del año. Foto: Alejandro Ernesto / EFE.

Oggún, el dios guerrero de la religión yoruba, fue la divinidad reinante en Cuba en 2016. Así lo determinó la letra obtenida por los sacerdotes de Ifá, a las 12:23 de la madrugada del primer día del año que ya concluye.

Por primera vez en mucho tiempo la Isla tuvo una sola interpretación, gracias al acuerdo pactado en 2015 entre la Comisión Organizadora de la Letra del Año Miguel Febles Padrón y la Asociación Cultural Yoruba de Cuba. El arreglo permitió eliminar las confusiones y conflictos generados en los creyentes por la existencia, hasta entonces, de dos lecturas adivinatorias paralelas.

De acuerdo con lo descifrado de conjunto doce meses atrás, Ogbe Yono fue el signo regente, la bandera del año tomó el color verde con ribetes amarillos; en tanto Oshún, la reina de las aguas dulces, la fertilidad y el amor, resultó la deidad acompañante de Oggún. Además, fueron establecidos los refranes, oraciones, y sacrificios correspondientes.

Para los entendidos, practicantes o estudiosos de la llamada santería cubana, lo anterior fue pan de cada día. Pero la letra del año en la Isla supera el ámbito de lo meramente religioso para instalarse en el imaginario nacional. Tal vez por aquello de que quien no tiene de congo tiene de carabalí. O de yoruba sería mejor decir.

Los augurios y recomendaciones de la letra del año son atendidos por todos o casi todos. Incluso personas que profesan otros cultos o que no conocen la liturgia de la Regla de Ocha–Ifá, suelen darle su ojeada. Por si acaso. Entonces 2016 transcurrió para muchos de la mano de las alertas y los vaticinios presentes en el texto.

¿Fueron acertadas las predicciones?

Ante todo hay que reconocer que la letra del año no pretende una lectura rígida. Más que fijar lo inevitable, sus pronósticos buscan dar a las personas una guía para alcanzar sus metas, las previenen de sus posibles tropiezos y les indican los pasos a seguir para ganar el amparo de las divinidades.

Otro elemento a considerar es la naturaleza del sistema adivinatorio. El Oráculo de Ifá es uno de los métodos de adivinación más complejos del mundo, con 256 signos (odus) posibles y miles de historias derivadas de ellos, las cuales son interpretadas por los sacerdotes o babalawos. Por tanto, sus dictados no pueden ser leídos de manera superficial.

La letra de 2016 trajo, como cada año, advertencias puntuales. El texto fijó, por ejemplo, las dolencias de cuidado; entre estas enfermedades neurológicas como las embolias, y digestivas como las del páncreas. Además, alertó sobre intoxicaciones masivas, impotencia sexual, problemas asociados a la mala higiene bucal y brotes epidémicos.

Habría que revisar las estadísticas médicas para descubrir hasta qué punto estos padecimientos afectaron a los cubanos por encima de lo habitual. Aunque no en todos los casos. La detección en la Isla de brotes de zika y dengue provocó una intensa campaña epidemiológica, que movilizó a miles de militares y activistas con el humo de la fumigación como escenografía.

Precisamente, la letra del año había llamado a extremar las medidas higiénicas y sanitarias para evitar la proliferación de epidemias y a garantizar la recogida de basura y el saneamiento de los barrios, algo que al parecer no siempre tuvo en cuenta la Dirección de Servicios Comunales. Al menos en La Habana.

Los sacerdotes de Ifá exhortaron igualmente a estimular la procreación de la familia –justo cuando los índices de natalidad en la Isla se hallan en números rojos– y pidieron evitar la contaminación ambiental.

También la letra previó el establecimiento de convenios con otros países, recomendó utilizar el diálogo como herramienta en la solución de los conflictos y llamó a lograr acuerdos favorables respecto a la política migratoria. Lo anterior tuvo quizá su mayor reflejo en la continuación de las conversaciones entre el gobierno cubano y el de los Estados Unidos, con la visita del presidente Barack Obama como clímax, así como en la firma de un nuevo pacto de la Isla con la Unión Europea.

El texto adivinatorio avizoró la negociación de convenios migratorios con países como México, sugerencia lógica después de la crisis iniciada a finales de 2015 en la que miles de emigrados cubanos se concentraron en Centroamérica. No obstante, la recomendación de los babalawos no pudo impedir episodio similares a lo largo del año en Panamá, Colombia y Ecuador ni la oleada de balseros de los últimos meses.

En cuanto al consejo de lograr un equilibrio entre los salarios y el alto costo de los artículos de primera necesidad, digamos que fue escuchado a medias. Las rebajas de precios establecidas para varios productos con el fin de “incrementar gradualmente la capacidad de compra del peso cubano” no lograron en verdad el equilibrio solicitado por los sacerdotes de Ifá. Para poner el parche, al menos, las autoridades de la Isla se apresuraron en reconocer que “los salarios y pensiones siguen siendo insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de la familia cubana”.

En materia económica, la letra del año predijo un incremento de las inversiones extranjeras, un camino por el que, sin embargo, Cuba siguió transitando con lentitud en 2016, tal como lo reconoció el ministro cubano de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, durante la Feria Internacional de La Habana, Fihav.

Malmierca dijo entonces que no se han logrado atraer aún los 2 mil millones de dólares en capital extranjero directo que se requieren anualmente para el desarrollo del país. No obstante, empresas importantes sí establecieron o ampliaron su presencia en la Isla, entre ellas el gigante informático Google, el fabricante de productos electrónicos Samsung, las compañías de cruceros Carnival, Pearl Seas y Norwegian Cruises y las aerolíneas Turkish Airlines y American Airlines.

Más allá de Cuba, la letra auguró guerras y acciones terroristas. Desgraciadamente, el mundo le dio la razón. El que termina ha sido un año violento, sacudido por las bombas y los ataques lo mismo en Francia que en Turquía, en Siria que en Alemania, en Irak que en los Estados Unidos. La crisis migratoria que ha seguido al incremento de la violencia aparece también predicha en el texto.

Algunos hechos, en cambio, no alcanzaron a ser pronosticados. O al menos no con toda la claridad que demandan los neófitos. La muerte de Fidel Castro, por ejemplo. O la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses. O la culminación los acuerdos para la paz en Colombia. O el paso del huracán Matthew. O el concierto de los Rolling Stones en La Habana. Aunque pudiera estar pidiendo demasiado.

Por otro lado, tampoco pasaron cosas que alguien dijo que sucederían y no estaban plasmadas en la letra del año. La unificación monetaria en la Isla, por ejemplo. O el fin de la libreta de abastecimiento. O que Cuba quedaría entre los primeros países en los Juegos Olímpicos de Río. O que habría wifi en todo el malecón. O que Plácido Domingo cantaría en La Habana. Pero nadie se ha rasgado las vestiduras por ello.

Cuando el próximo 1ro de enero los sacerdotes cubanos obtengan la letra del 2017 valdría la pena consultar el texto. Los consejos y vaticinios del tablero de Ifá pueden ser tomados literalmente o no, ser asumidos o no con el fervor del practicante, pero siempre resultan enriquecedores. Esperemos un buen signo para los próximos doce meses.

Bendiciones, padrino, bendiciones.

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