Los gallos de las peleas “de oro” (I)

Valla estatal del municipio de Guantánamo

— ¡Mátalo, mátalo ya!, grita alguien con desespero desde las gradas mientras el resto observa al gallo fino cubano que, en tres minutos, ultima a su oponente.

Tres minutos es casi un record, dice Rolando «Cuco» Bosch, un santiaguero de 90 años y nosotros, aún en shock por el espectáculo, lo escuchamos hablar de topes que duran segundos, de que a los 20 minutos si ninguno cae un «juez» declara «tabla» el combate y de que en ese lugar no se puede apostar dinero porque es estatal pero eso…. eso está difícil de creer. Tanta pasión debe premiarse con algo.

Hasta una de las vallas autorizadas por la Empresa Nacional de Flora y Fauna en 13 de las 15 provincias de este archipiélago fue OnCuba a conocer, de sus protagonistas, como «se mueve» el negocio del gallo fino cubano cuyos principales destinos de exportación en lo que va de 2014 son Ecuador, México y Panamá, según confirmó vía telefónica Santos Gómez, director de Alcona S.A, finca que desde La Habana comercializa las mejores aves para este fin, enla isla,

Otros destinos usuales son Venezuela, República Dominicana y Martinica, donde los negocios se hacen, generalmente, con personas naturales.

Algunos sitios web y medios de prensa nacionales informan que, por esa vía, los animales son vendidos en 150 dólares si son finos comunes y muchísimo más si son excepcionales por su biotipo y braveza. Por cada ejemplar exportado, al gallero se le entregan 450 pesos en moneda nacional (MN).

Esa es una retribución ínfima si tenemos en cuenta tres aspectos fundamentales: 1) que, por lo bajito, 150 dólares llevados a la moneda nacional (según la tasa de cambio vigente en el país) superan los 3300 pesos cubanos, 2) que el precio en las calles cubanas de un buen ave de raza puede superar los 10 mil pesos y 3) que no se compensa ni siquiera el gasto en comida que invirtió el productor durante más de un año.

Las vallas, legales en muchos países de América Latina pero ilegales en Estados Unidos y parte de Europa, fueron prohibidas en el archipiélago en 1959, cuando el Gobierno revolucionario las cerró debido a la corrupción que traían consigo las apuestas. Por más de 20 años, las lidias fueron consideradas un juego ilícito.

Los juegos ilícitos son un delito en Cuba

En los años 60 del siglo pasado, el Código Penal en su Artículo 251 condenaba a quienes tomasen parte en loterías, rifas, apuestas…, con el propósito de lucrar. Aunque era (y es) conocido que no pocas personas arriesgan monedas y billetes en «la bolita», los partidos de pelota, los juegos de cartas y dados…, que hay ganancias en las peleas de perro (y hasta de peces y pajaritos) y que las vallas de gallos —legales o no— forman parte de una tradición en la que siempre ha estado presente el dinero… en grandes cantidades.

Con la actualización del Código Penal en 1988, la «apuestas» dejan de aparecer de manera explícita y a través del artículo 219 se sanciona con prisión de a uno a tres años o con multas (o ambas) a «banquero, colector, apuntador o promotor de juegos ilícitos». Si en esos negocios se emplean menores de 16 años, la sanción es de privación de libertad de tres a ocho años.

Precisamente durante esa década el gobierno cubano despenalizó las lidias de gallos, que permanecen bajo el control de la Empresa de Flora y Fauna, perteneciente al Ministerio de la Agricultura. A esa entidad se subordina la Comercializadora Alcona S.A.

Al filo de lo legal

Digamos ahora que estamos en el kilómetro dos y medio de la autopista a Santiago de Cuba, específicamente en una de las vallas estatales de Guantánamo, donde un gallero o gallera es alguien «de negocios», casi siempre del campo, que respeta un código de honor que implica ser fiel a sus compromisos de pago y palabra. Nada de deudas.

El sitio (también conocido como coliseo) es un gran rancho con techo de guano y forma cónica. Adentro tiene una pista circular cubierta de aserrín y rodeada por gradas con capacidad para 700 personas. La entrada cuesta 15 pesos en moneda nacional, de ellos 10 dan derecho a sentarse pero no en los sitios de primera fila que valen 30 pesos, ni en los de segunda que son a 20. Los sábados y domingos, únicos días de la semana en que hay peleas, abre a las 7:00 am y cierra 12 horas después. Alrededor de 45 topes tienen lugar entre esos dos días, y muchos más de mil durante todo el año.

Yunier García Gaínza, jefe de producción, comenta que el objetivo es rescatar la cría del gallo fino cubano y seleccionar los mejores para la exportación: «Antes pasan por un proceso que incluye el pesaje, la poladura, el laboratorio y de ahí a fajarse. Pero aquí lo que se realizan son topes, no peleas, eso nos diferencia de las vallas clandestinas donde no existe un laboratorio, ni esta disciplina que ves, y se permiten las apuestas que nosotros tenemos prohibidas».

Unos 750 galleros asociados tienen ahí, y 300 más en Baracoa, donde hay otro coliseo estatal. Cada afiliado tiene un expediente con un certificado de exportación, pero «aunque nosotros somos una sociedad en realidad no los ayudamos casi porque no nos entra maíz. Hay provincias que tienen puerto y a las que les llega más fácil pero a nosotros no, por la zona», explica García a sabiendas de Guantánamo tiene bahía, pero no la puede usar, porque está ocupada por una base militar norteamericana.

Gallero Willian Fernández
Gallero Willian Fernández

Opinión no muy distinta ofrece Willian Fernández Menoya, serio campesino del Realengo 18, uno de los fundadores en 1999 de este coliseo desde donde le han salido cinco gallos al exterior y para quien debía existir un lugar similar en cada municipio. Él vio su primera pelea en 1948, cuando tenía 16 años: «Mi viejo, en San Fernando, tenía una valla. Perdía y ganaba, como yo ahora. Es un entretenimiento», dice.

Pero no es solo un entretenimiento y Fernández Menoya lo sabe, aunque no lo dice, porque hay temas que en las vallas estatales no se tocan abiertamente, y menos ante la prensa… como es el caso de las apuestas.

Aunque siempre hay alguien dispuesto a hablar.

Espere en una próxima edición la segunda parte de este reportaje donde conocerá las opiniones de varios galleros entrevistados por OnCuba, en torno a las peleas clandestinas, los requisitos fundamentales para criar un gallo de lidia cubano, también conocido como criollo, y las polémicas suscitadas desde el comienzo del siglo XX en torno a la práctica de esta actividad en Cuba.

 

Fotos: Alejandro Mulgado León

Pelea de gallos
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