Una Virgen de las Nieves en el trópico cubano

La Virgen de las Nieves, en Mantua.

La Virgen de las Nieves, en Mantua.

En el agosto cubano, la canícula tropical tan pesada como un manto grueso no impide a las personas asistir a la iglesia. Vestida de blanco, adornada con flores, la Virgen de las Nieves es llevada en procesión y venerada. Las calles del asentamiento —muy patrióticas: José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo— marcan el itinerario breve, el camino que se hace antes de regresar al templo.

Entre el mito y la leyenda, el origen de esta advocación mariana se polemiza por los historiadores. ¿Llegó realmente en manos de los italianos de un bergantín náufrago cientos de años atrás o vino de Islas Canarias? ¿Cómo sobrevive al transcurso de los siglos?

En Mantua, un pueblito cercano del fin de la isla antillana, esta virgen italiana es identidad de todos.

Foto: Eduardo González Martínez
Foto: Eduardo González Martínez

Cuba está custodiada en sus extremos por advocaciones marianas. En Oriente, la Patrona de Cuba, La Caridad del Cobre. En Occidente, a miles de kilómetros, Nuestra Señora de las Nieves, Patrona de Mantua.

Pequeño pero descomunal en su trascendencia histórica, este pueblo de la provincia de Pinar del Río celebra cada cinco de agosto la procesión de su virgen. Es el mismo lugar donde Antonio Maceo terminó la invasión de oriente a occidente, acción militar de la Guerra de Independencia de 1895, en 1785 la iglesia el pueblo fue declarada parroquia.

En aquel sitio venerarán por los siglos siguientes una historia remota, aprehendida en la voz popular. Durante el pontificado del Papa Liberio (352-366 dne.) vivía en Roma una pareja adinerada que no lograba procrear. Ellos decidieron dejar sus riquezas a la virgen María y rogaban a esta, que señalara como debía ser.

La noche del cuatro de agosto —el mes más caluroso en Roma— esta apareció en los sueños de la pareja y les indicó que levantaran un templo para honrarla, en el cerro Esquilino, justo donde encontraran la nieve.

El sueño de ambos coincidió, según la leyenda, con los de Liberio, quien dirigió el pueblo hasta el lugar, donde, efectivamente, se encontró la nieve mencionada. En ese sitio se erigió un templo en su honor y desde ese entonces empezó la adoración hacia Nuestra Señora de las Nieves.

En la Mantua cubana, donde nunca ha habido lluvia congelada, la adoración ha tenido altas y bajas.

“Después de 1959, con el enfrentamiento entre iglesia y revolución, no se prohibió la procesión para la virgen, pero el sacerdote de aquí, el español Atanasio de Mokoroa y de Muxica, se fue, y no se mantuvo la tradición”, explica el historiador Enrique Pertierra.

Sentado en el portal de su Granja San José, descansa Monseñor José Siro Bacallao. Las personas pasan y los saludan con respeto. “Padre, buenos días”, le dicen. Durante 30 años fue Obispo de Pinar del Río y decidió, ya en la vejez, retirarse a “un pueblo alejado, pequeño, con historia patriótica, donde la gente es tranquila y devota. Por eso vine para acá”.

“Llegaron tiempos difíciles y se fue perdiendo aquella devoción, pero antes de 1959 las fiestas eran apoteósicas y casi todos los guajiros venían. Pero la mayoría de la gente ya no sabe que es la procesión, aunque cuando se hizo nuevamente, las personas respondieron”, asegura.

En la casa del conocido veguero cubano Alejandro Robaina, un altarcillo dedicado a La Virgen de las Nieves. Foto: Eduardo
En la casa del conocido veguero cubano Alejandro Robaina, un altarcillo dedicado a La Virgen de las Nieves. Foto: Eduardo González Martínez.

El milagro cubano

En el hogar de Alejandro Robaina, uno de los cosecheros de tabaco más famosos del mundo, un pequeño pasillo, entre las flores, conduce a la ceiba a medio vestir, sin hojas. En el fondo, cercano, el veguerío. Bajo la custodia del árbol mágico descansa la figura de la Virgen de las Nieves y un letrero que anuncia “Patrona del tabaco”.

Su nieto y actual cabeza de familia, Hirochi Robaina, cuenta cómo llegó aquella imagen a su casa. Aunque no es religioso, muestra el respeto, tácito, de los productores hacia ella.

Sin embargo, la advocación no ha recibido nunca, de forma oficial, la denominación que algunos le acreditan.

El problema quizás es el milagro… o la falta de uno. Su bondad mayor se le atribuye en agosto de 1946, cuando los precios de la hoja cayeron considerablemente. La situación, reflejada por el periódico local Ecos de Mantua (según ha documentado el historiador Pertierra) se tornó dramática y se extendió al año siguiente. La economía local se afectó considerablemente, al punto de citarse como “uno de los períodos económicos más críticos de su historia”.

Medallas dedicadas a la Virgen de las Nieves, mediados del siglo XX.
Medallas dedicadas a la Virgen de las Nieves, mediados del siglo XX.

Pero en 1947, para muchos como resultado de las plegarias, los precios se dispararon, y se vendió la cosecha estancada y la existente en ese momento. Ecos de Mantua escribía así:

“Nuestro pueblo de Mantua no puede perder nunca la fe en su excelsa y divina Patrona, la santísima Virgen de las Nieves, que hizo de nuevo el milagro. Nuestro tabaco, esperando las ofertas, estaba el día en que se celebraba la festividad de la patrona, todo el pueblo acudió con admirable recogimiento a la procesión haciendo plegarias para que el tabaco se vendiera y así se evitar la catástrofe que señalábamos nosotros y el tabaco se vendió antes de finalizar el mes de agosto, cesando la alarma y la inquietud”.

Incluso, de la época queda una medalla de aluminio con una estampa de esta, que dice en sus caras: “Ntra. Sra. de las Nieves Patrona del tabaco ruega por nosotros; venerada en la Iglesia Parroquial de Mantua M. N. Pinar del Río Cuba”.

Monseñor Siro recuerda los intentos de categorizar a la virgencita, pero afirma que “es muy difícil proclamar a una advocación, patrona, y en este caso, del tabaco. Eso tiene que salir de la tradición y los años. Pero es increíble la devoción de la mayoría de los campesinos, sin haber estado en Mantua”.

A pesar de la negativa de la Iglesia, muchos le rezan a su peculiar patrona para que la naturaleza les sonría, como supuestamente hizo, por aquellos lejanos años cuarenta del siglo pasado.

Foto: Eduardo González Martínez
El templo de Mantua. Foto: Eduardo González Martínez.

En el templo, serio pero de estructura elegante, el padre Pacheco recibe a los visitantes.

La figura de la Virgen se encuentra tapada, pero nos cuenta del fervor de los nativos “con cantos, poemas y la procesión. La gente asiste, se bautizan muchos niños como símbolo de que entregan a sus hijos a la protección de esta. Incluso los fieles de más edad, los domingos, ofrecen el rosario de manera especial pidiendo que proteja a su familia y la comunidad”. Allí hay cuadros de la virgen en Italia y obras que veneran a esta versión cubana.

La Virgen de las Nieves parece signar el devenir de este pequeño pueblo. Ha visto su templo y el pueblo destruido por el fuego, y lo vio levantarse, una vez más. Para los tabaqueros obró el milagro.

Bajo el manto níveo de la advocación, en el calor tropical de la Mantua cubana, lleva refugiada casi tres siglos. Los habitantes locales esperan que la devoción religiosa de los fieles y la admiración de quienes la respetan como símbolo irreemplazable, acompañen a todo un pueblo por los caminos de la prosperidad.

La Virgen de las Nieves, en Mantua.
La Virgen de las Nieves, en Mantua.
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