Terralismo: cultivar el cambio

Terralismo: cultivar el cambio

Terralismo: cultivar el cambio

Ben Nicholson hace una parada corta en la sombra y seca el sudor de su frente con un pañuelo, para proseguir desandando las 10,7 hectáreas del vivero. Va con su libretica de apuntes, botas altas y sombrero. Hace más calor que en su lejano Chicago, pero él no deja de caminar y tomar nota de sus impresiones.

Es profesor de Arquitectura y tiene un jardín ecológico. Le interesa la actividad agrícola en la ciudad y su imbricación con la comunidad, por lo que decidió emprender un recorrido por más de veinte países en los que, según ha tenido noticia, hay experiencias exitosas de agricultura urbana. Así llegó al este de La Habana, a la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC), Organopónico Vivero Alamar.

Ben Nicholson en el organopónico de Alamar
Ben Nicholson en el organopónico de Alamar

Fundada en 1997 por Miguel Salcines, su presidente desde entonces, la cooperativa ofrece empleo a 185 personas de diversos perfiles profesionales, que se distribuyen en nueve centros de costos, áreas dedicadas a una actividad productiva particular que tributa al funcionamiento del resto, formando un sistema de elementos que se complementan en el ciclo productivo. Estos centros incluyen producción agrícola, cría de animales, siembra y venta de plantas ornamentales y frutales, pequeña industria de derivados, producción y venta de materia orgánica y comercialización de los productos de la tierra, entre otras.

 Miguel Salcines, fundador y presidente de la cooperativa
Miguel Salcines, fundador y presidente de la cooperativa

Tal variedad de rubros permite su estabilidad comercial. Este complejo agrícola abastece a más de 50 mil personas que pasan anualmente por sus puntos de venta. Apenas tienen competencia. Salcines –quien goza del respaldo de los asociados, pues garantiza un sentido de dirección colectiva– augura que eso debe cambiar, teniendo en cuenta el nuevo escenario económico cubano.

Pero ya acumulan ventajas en términos de agroecología, rentabilidad e impacto en el desarrollo local. Practican, según Salcines, “la agricultura del siglo xxi: de ciencia, inteligencia, vocación, resultados económicos; basada en principios agroecológicos y promotora de la participación del agricultor en todos los ámbitos de la sociedad”.

Los trabajadores tienen una jornada laboral de 7 horas en invierno, y 6 en verano, y gozan de un pago que supera en 100 pesos el salario mínimo cubano (250 CUP). Además, se benefician de una política de estimulación que expresa económicamente su rendimiento en el trabajo, así como el tiempo de permanencia que acumulen en la cooperativa: reciben cada quincena una prima cuyo monto depende del total de ingresos durante ese período. Trabajar mejor y por más tiempo significa remuneración, además de contribuir a la conciliación del interés individual con el colectivo.

Organopónico Vivero Alamar

Entre sus prácticas agroecológicas, se valen de bolsas biodegradables en la siembra, y de insectos, como controladores biológicos; con base en el estiércol vacuno utilizan la lombricultura en la producción de abonos orgánicos, y el compost, que resulta de la descomposición de desechos vegetales de la propia cooperativa, y mejora la estructura de los suelos. Usan microrganismos eficientes para fumigaciones o para ser aplicados como abono: hongos, bacterias, levaduras, que se reproducen en lugares boscosos donde hay abundante sedimento de árboles, hojarasca, etc.

Podría asegurarse que Vivero Alamar se encuentra en el nivel superior de la protección del medio ambiente, al reproducir en la agricultura procesos naturales que, de manera espontánea, tienen lugar en las selvas y los bosques, a la vez que reporta gran rendimiento y garantiza el equilibrio del entorno.

“Además de ser un centro productivo, se convierte en un sanatorio. El que está aquí es más sano por fuera y por dentro también”, asegura Medardo, subdirector científico-técnico.

Organopónico Vivero Alamar

Isis, una de las especialistas, se siente “muy orgullosa de este lugar, ya que es un paradigma en la agricultura, en Cuba y para muchas partes del mundo”. El intercambio con personas de otros lugares permite, asimismo, un dimensionamiento que trasciende lo nacional, y el aprendizaje del aporte de los visitantes. Nicholson es, en efecto, uno de los aproximadamente 400 extranjeros que llegan al vivero cada semana, como parte de delegaciones de turismo especializado, académicos, campesinos, ecologistas, entre otros.

El organopónico reporta numerosos beneficios a la comunidad. Martha, por ejemplo, alude a las ventajas de acceder a alimentos orgánicos. “Además –añade– están frescos y su precio es más bajo que en otros mercados estatales”.* Orestes, por otra parte, elogia la variedad de ofertas y el servicio que prestan a la población, además de celebrar el guarapo que hacen con caña sembrada y cortada por ellos mismos: “Guarapo de la casa”, dice mientras lo bebe a la sombra, en este rincón verde de la ciudad.

Organopónico Vivero Alamar

*Tierralismo, documental del realizador Alejandro Ramírez Anderson –autor de las fotografías que acompañan este reportaje–, explora durante 52 minutos el diseño y las políticas de esta cooperativa agrícola urbana, que ha convertido los principios ecológicos y del trabajo colectivo en sus fuentes de mayor eficiencia. Todo ello captado en las bellísimas imágenes de este jardín babilónico en plena Habana.

Organopónico Vivero Alamar

 

Organopónico Vivero Alamar

 

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