Tríptico del dolor ajeno

Se llama José Antonio Gutiérrez. Sus pies están descalzos y su cuerpo hecho un ovillo de tristeza y cansancio.

Foto: Otmaro Rodríguez.

Foto: Otmaro Rodríguez.

Se llama José Antonio Gutiérrez. Sus pies están descalzos y su cuerpo hecho un ovillo de tristeza y cansancio sobre una cama mugrienta, en un entorno mísero. Este hombre está hundido en sí mismo. Y es más pobre desde que el 27 de enero el tornado le llevó el techo de su casa en Regla.

¿De qué vida vendrá?

En Regla lo conocen como Pepe Bigote y tiene 90 años. 

Otmaro Rodríguez buscaba fotos y lo encontró allí, abatido, el sábado pasado, en su cama de soledad.

¿Hacia qué resto de vida va este hombre ahora?

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

Augusta Maribel Pérez, esa mujer que lee la biblia junto a él, dice que no es creyente, pero ella sabe que “están sucediendo cosas que la biblia dice”.

Vienen muchas personas a traerle ayuda:  latas de carne, jugos, culeros desechables, agua, ropa. Pepe les agradece a todos y les desea que Dios los bendiga y les pague su gesto con mucha salud y prosperidad.

Vienen y se van. Pepe se queda.

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

***

“Ella estaba tensa, y le tiré un llora´o para que me dejara pasar.”

Así me dijo Otmaro cuando le pregunté por estas fotos.

¿Qué hay ahí? ¿Qué está diciendo esa mujer que sostiene con ternura un raído muñeco mientras esgrime un mocho de tabaco?

En lo que yo no consigo ver más que un raído muñeco, ella ha sembrado un sentimiento que se le desborda de los ojos y del gesto de su mano que acuna.

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

Yo no la puedo oír, pero la siento.

De alguna forma que yo no comprendo, ella ama a “su negrito”, y en todo su paisaje inmediato de destrucción, ese “niño” es, quizás, su último reducto.

“Yo pasaba por ahí y la vi, en el fondo del cuarto de los santos. De lo que le queda”, me cuenta Otmaro.

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

Allí no entra cualquiera. Es un lugar sagrado, reservado, íntimo.

Pero entró un tornado que nadie mandó a buscar. Se llevó parte del techo y revolvió las ofrendas y las imágenes.

¿Quién le dio permiso a ese espíritu devorador para interrumpir la paz de los santos? ¿Quién tuvo un poder tan drástico?

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

“Todo se va a poner bien, mi negrito. Tu va´a´ve. Nos están ayudando a tener nueva la casa”.

Eso dijo. Eso le dijo. 

***

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

Tienen 9 y 7 años. No conocemos sus nombres, solo que son hermanos. Su madre anda por “allá adentro” organizando lo que puede, porque el comedor y la sala quedaron destruidos por el tornado.

Su padre no llegará hoy tampoco, porque está preso.

Ellos estaban jugando cuando vieron venir a Otmaro con su cámara y no lo dejaron pasar de largo.

–¿Qué estás haciendo?

–Fotos.

–Tíranos una foto. Así.

Posaron, pusieron caritas, pero Otmaro dijo que primero había que pedirle permiso a su madre. (Otmaro sabe qué hacer para conseguir más fotos.)

La madre sigue “allá adentro” viendo las ropas que le han donado las muchachas que estuvieron por allí.

Otmaro pudo pasar a la casita. Las ropas le van a quedar bien a los niños. Se ve. Si no hubiera habido tornado ella también las habría agradecido.

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.

“Es gente de pocos ingresos”.

Parece un eufemismo. ¿Con cuánto menos se puede vivir en una Habana que solo para comprar comida te saca los ojos y no te los devuelve?

Allí están los niños. En la Regla aplastada por el monstruo que pasó.

No intento adivinar cómo se llaman ellos. Sus miradas narran sus días.

Están abrazados. Ella lo besa y él cierra sus ojitos.

Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.
Salir de la versión móvil