Un Niño inquieto puede traer un invierno lluvioso en Cuba

La historia comienza en tiempos ancestrales. Los residentes de la zona costera del norte de Perú, de manera repentina, veían cambiar las condiciones normales del tiempo.

Observaban que comenzaba a llover copiosamente con inundaciones en áreas otrora desérticas, en épocas del año cuando no debía llover. Al mismo tiempo se les presentaba una difícil situación al perder su sustento. Estos residentes eran pescadores, y basaban su alimentación y sostenimiento en la pesca de la anchoveta, un pez de agua fría, en la cual también se encuentra el alimento que consume de dicha especie marina.

Pero la anchoveta desaparecía y esos hombres se quedaban sin pescar, lo que hacía precaria su propia existencia. Un torrente de agua cálida procedente del norte sepultaba el agua fría de la corriente de Humboldt que usualmente baña la costa occidental sudamericana. Este hecho ocasionaba que la anchoveta migrara hacia otras zonas más favorables para su vida.

Cuando esto ocurría, los pescadores clamaban: ¨¡Viene el Niño!…. ¡Viene el Niño!, refiriéndose al Niño Jesús, pues el fenómeno ocurría en los días de la Navidad Cristiana. De ahí, se quedó el nombre.

De la experiencia a la ciencia

Antes de los severos fenómenos del invierno 1982-83 en el hemisferio norte, la ciencia no se había interesado mucho por estos fenómenos. Primero porque no habían suficientes medios de observación, y segundo, porque se desconocía el alcance global y los impactos negativos que podían ocurrir.

Ante la debacle de 1982-83, muchos recursos se pusieron en movimiento. Boyas automáticas comenzaron a monitorear la temperatura a diferentes profundidades en la zona ecuatorial del océano Pacífico, lo mismo hicieron satélites especializados que enfocaron el área. Mientras, con más datos, los científicos buscaron explicaciones y generaron modelos matemáticos para el pronóstico de este fenómeno. Los primeros resultados se obtuvieron con el muy notable evento de 1996-97, el más intenso registrado hasta hace poco, porque el actual parece superarlo. Pero sobre esto último les hablaré algo más adelante.

Los resultados de las investigaciones arrojaron que además del evento de calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico oriental, sobreviene después otro evento diferente, esta vez de enfriamiento de esas aguas, con toda una serie de implicaciones diferentes para el tiempo y el clima a nivel global.

Como al evento cálido ya se le llamaba El Niño, había que buscarle un nombre al evento de enfriamiento. Unos propusieron El Viejo, como antítesis de El Niño, pero la prensa, siempre buscando aspectos novedosos, comenzó a llamarle La Niña, y así se quedó. Son dos palabras en nuestro idioma castellano que han pasado a ser parte del léxico científico y mediático a nivel mundial, pues se llaman así, y no se traducen.

¿De qué se trata El Niño?

Los vientos alisios que soplan sobre la zona tropical y ecuatorial del planeta, de dirección nordeste en el hemisferio norte y del sudeste en el hemisferio sur, hacen que en un océano tan vasto como el Pacífico, el agua se acumule en la zona occidental de este océano, en el área de Indonesia, Filipinas y la costa del sudeste asiático. Por ello el nivel del mar alcanza una altura algo mayor que un metro más alta que en la zona oriental, donde se encuentra Centroamérica y la América del Sur. Los vientos Alisios son los que soportan esa aglomeración de agua en el occidente del Pacífico.

Pero por causas aún no totalmente esclarecidas por la ciencia, los vientos Alisios se debilitan en lapsos de 4 a 7 años. Ello hace que el agua fuertemente calentada en el área del Pacífico occidental, comience a moverse como una corriente ecuatorial cálida hacia el este, con un incremento gradual de la temperatura superficial del mar junto a Centroamérica y América del Sur. A eso es lo que se le llama un evento El Niño.

Al propio tiempo, se producen cambios en la distribución de la presión atmosférica entre la isla de Tahití y Australia, y a esa oscilación de las presiones se le llama Oscilación del Sur. De modo que científicamente, el nombre que recibe en suma este complejo fenómeno océano-atmósfera, es ENOS, acrónimo por El Niño-Oscilación del Sur.

Sin embargo, siguiendo la costumbre de no complicar demasiado las cosas, aquí lo seguiré llamando evento El Niño, aunque Uds. saben que es un poco más complejo.

¿Cuántos tipos de “niños” hay?

La manera en que convencionalmente se clasifica un evento El Niño es tomando en cuenta la anomalía de la temperatura superficial del mar en una determinada zona del Pacífico ecuatorial occidental, llamada Niño3.4. Por supuesto, que estas anomalías son la diferencia entre la temperatura real y la temperatura promedio de muchos años, llamada “normal”.

Existe un evento El Niño cuando la anomalía es de +0.5 ºC o más, es decir, que existen anomalías positivas o calentamiento.

La Niña existe cuando la anomalía es de –0.5 ºC o menos, es decir, que hay enfriamiento. Para valores entre 0.5 ºC y –0.5 ºC, se dice que hay condiciones “neutras”.

El Niño actual

Desde comienzos del 2015 comenzó a elevarse gradualmente la temperatura superficial en el océano Pacífico oriental. Los modelos de pronóstico utilizados por los principales centros mundiales, principalmente de los EE.UU., han sido consistentes en señalar la presencia de un evento El Niño para todo lo que resta del 2015 y al menos hasta la primavera del próximo año 2016 (trimestre marzo, abril y mayo).

La mayoría de los modelos señala una anomalía de la temperatura superficial del mar en esa zona del Pacífico igual, y hasta muy superior, a + 1.5 ºC, con valores de hasta +3.0 ºC algunos de ellos, y entre +2.0 y +2.5 ºC la gran mayoría. Eso nos dice que estamos en presencia de un evento El Niño extraordinariamente fuerte, superior al de 1996-97 que ha sido el más fuerte hasta ahora conocido y que había superado al de 1982-83.

Anomalías de la Temperatura superficial del mar en el océano Pacífico, promediada en la semana centrada en 2 de septiembre de 2015. Obsérvese en fuerte calentamiento en el Ecuador próximo a Sudamérica.
Anomalías de la Temperatura superficial del mar en el océano Pacífico, promediada en la semana centrada en 2 de septiembre de 2015. Obsérvese en fuerte calentamiento en el Ecuador próximo a Sudamérica.

Lo que nos llega de El Niño al Caribe

Pero, ¿cómo un evento que ocurre en aguas del Pacífico oriental traslada sus efectos al mundo, especialmente a la zona de Norteamérica y el Caribe?

Pues, a través de fuertes corrientes de aire a 10 a 12, o más kilómetros de altura. En la parte superior de las grandes nubes de tormenta que ocurren sobre las aguas sobrecalentadas del Pacífico, cercano a nuestro continente, se producen esas corrientes aéreas que trasladan la inestabilidad atmosférica a nuestra área y también a otras partes del mundo.

Por ello, con un evento El Niño extremadamente fuerte como el actual, quizás record, cabe esperar, como ha estado ocurriendo, sequías en toda la parte norte del mar Caribe. También una temporada ciclónica, o de huracanes, en el Atlántico y mar Caribe, menos activa que lo normal, con organismos ciclónicos por lo general débiles, aunque alguno pudiera eventualmente alcanzar gran intensidad.

En efecto, las tendencias de los ciclones tropicales del área tropical del Atlántico y el Caribe ha sido a encontrar fuertes vientos a alturas de 10 a 12 kilómetros, que han sido uno de los factores que más han conspirado en contra de su desarrollo, aunque también se le han sumado otros, como la entrada de aire seco procedente de África y temperaturas superficiales del mar inferiores a la normal para la época en algunas áreas del Atlántico.

Pero esto no acaba aquí. Aunque no hay dos eventos iguales, cabe esperarse con bastante probabilidad una temporada invernal muy diferente a otras, con casos de frentes fríos y vaguadas prefrontales muy lluviosos, así como la generación de bajas presiones extratropicales (o invernales) en el Golfo de México y el sur de los EE.UU.

En Cuba la temporada invernal promedio aporta alrededor del 30 por ciento de la lluvia anual. Cabe esperarse, en las condiciones de este Niño, un invierno con eventos más lluviosos en el Occidente y Centro de Cuba, así como algunos casos de severidad, con lo que podrían ocurrir inundaciones costeras y tormentas locales severas, asociados a frentes fríos o a vaguadas pre-frontales.

Así ocurrió en los notables eventos del invierno de 1996-97, 1982-83, y algunos otros, como el de 1957-58, del cual casi nadie se acuerda. En este último año, del 2 al 3 de enero, el agua inundó completamente las zonas costeras de La Habana y se registraron fuertes vientos, sin que entonces se le hallara una explicación correcta. Fue también un invierno de bajas temperaturas en Cuba.

La ciencia ha avanzado. Hoy sabemos que aquel fue un año de El Niño y que fenómenos similares pueden de nuevo ocurrir, máxime en presencia de un evento El Niño fuerte.

Modelos de Pronósticos mundiales de El Niño elaborado por el IRI/CPC. Fíjense en que varios modelos dan anomalías de la temperatura superficial del mar superiores a 2.5 ºC en varios períodos trimestrales, lo que califica como un evento El Niño fuerte con una probabilidad muy alta.
Modelos de Pronósticos mundiales de El Niño elaborado por el IRI/CPC. Fíjense en que varios modelos dan anomalías de la temperatura superficial del mar superiores a 2.5 ºC en varios períodos trimestrales, lo que califica como un evento El Niño fuerte con una probabilidad muy alta.

 

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