Lizt Alfonso: trabajar, trabajar y trabajar

Aun en medio de la pandemia, la maestra no ha dejado de crear junto a su compañía, y ha lanzado proyectos como el Concurso Coreográfico DANCECOREO International.

La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.

La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.

“Yo no creo en la suerte, la suerte se hace trabajando”. Así aseguró Lizt Alfonso hacia el final de la entrevista que concediera a OnCuba días atrás en la sede de su compañía, en el corazón de la Habana Vieja.

Ya casi nos despedíamos tras cerca de una hora de conversación en uno de los salones del edificio situado frente al antiguo Convento de Belén, cuando la maestra, sin dudas una de las figuras más notables de la danza cubana en las últimas décadas, reaccionó instintivamente, como a un pinchazo, cuando le deseé la mejor de las suertes a sus proyectos futuros.

“Hay que trabajar, trabajar y trabajar, y seguir siempre trabajando para lograr lo que queremos”, añadió como reafirmación de sus palabras, convertidas en una filosofía de vida que emergió varias veces a lo largo de la entrevista y que la ha encumbrado, merecidamente, a ella y a su Lizt Alfonso Dance Cuba, en el exigente y competitivo escenario del arte danzario internacional.

Ni siquiera la COVID-19, que ha forzado el cierre de teatros y la cancelación de espectáculos y festivales en todo el mundo por casi dos años, ha logrado mantenerla con los brazos cruzados. Aunque a lo largo de todo este tiempo no ha podido estar siempre físicamente al frente de su reconocida compañía y escuela de danza, ni ha podido presentarse con sus bailarines fuera de la Isla, Lizt Alfonso se ha reinventado para adaptarse a las nuevas circunstancias, sin dejar de trabajar ni de soñar, con la vista puesta en la añorada post-pandemia y en los 30 años de la agrupación que fundara en octubre de 1991.

De esa reinvención nació el Concurso Coreográfico DANCECOREO International, pensado como un certamen online que busca fomentar y dar visibilidad a la creación artística en un contexto tan complejo y extraordinario como el actual, y en el que todos los estilos de la danza son bienvenidos. Su convocatoria, abierta hasta el 31 de mayo tanto para profesionales como amateurs —e incluso niños—, fue el motivo inicial para este diálogo, que luego seguiría otros cauces para confirmar al trabajo, la disciplina y la constancia como pilares de los éxitos alcanzados hasta hoy por la maestra y su compañía, y de los que, seguramente, les debe deparar el futuro.

La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.
La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.

¿Cómo surge DANCECOREO International? ¿Qué objetivos persigue?

Hace muchos años que nosotros hacemos el concurso coreográfico de danza-fusión de Lizt Alfonso Dance Cuba, del que hemos realizado 20 ediciones. Con esa experiencia y en medio de la pandemia, de todo lo que hemos vivido y sufrido durante este tiempo, me dije que esta situación no había que verla solo como un problema y que era la oportunidad de cambiar y darle otra magnitud al concurso, que dejara de tener un carácter local para convertirse en internacional. Porque, además, fíjate, en el mundo entero hay muchos concursos de interpretación, muchos, en todas partes, pero de coreografía, que estimulen la creación de los jóvenes, de los niños, no hay tantos, son los menos. Y entonces pensé que este era el momento para hacerlo.

Lo primero que hice fue buscar personas que tuvieran la suficiente fuerza en su carrera, en su trayectoria como coreógrafos, como para integrar el jurado de esta competición. Y, por otra parte, también pensé en quiénes me podían ofrecer premios a nivel internacional que realmente tuvieran un valor y un significado para los ganadores, algo con lo que pudieran abrirse una puerta al mundo, o al menos una puerta más, porque no todos los coreógrafos que concursen tienen que venir desde cero. Unos serán noveles, pero otros no, sino que pueden tener ya una trayectoria y quieran presentarse en el concurso. Así es como surge DANCECOREO International. 

Inmediatamente hubo muchos amigos en el mundo que se convirtieron en mis aliados, y así dejó de ser el concurso coreográfico de Lizt Alfonso Dance Cuba para convertirse en una plataforma internacional a través de la cual los coreógrafos pueden hacer visible su obra, algo que, además, no es fácil de lograr, porque es difícil que alguna compañía o escuela del mundo, alguna institución sólida, le abra la puerta así tan fácil a un coreógrafo que no sea conocido. Y DANCECOREO International da esa posibilidad. Y una vez que tú abres esa puerta, una oportunidad puede llevar a otra, y ésta a otra, y así. Esa es la idea: abrirles un camino a los concursantes para que puedan desarrollarse.

En busca de ese camino, hasta ahora tenemos participantes inscritos de Cuba y de otros países como México, Panamá, Venezuela, España, Estados Unidos, y hemos recibido preguntas e interés de participar desde muchos otros países, hasta de algunos bien lejanos como la India, Indonesia, Filipinas, que uno se asombra hasta dónde ha llegado la convocatoria. Y estamos muy felices por eso, por poder darle la oportunidad a todos esos muchachos, jóvenes, niños, coreógrafos, bailarines, de abrirle puertas para dar a conocer su obra.

¿Qué figuras e instituciones de la danza internacional se han sumado al concurso? ¿Qué premios tendrán los ganadores?

En cuanto a los premios, el ejemplo empieza por la casa. Nosotros vamos a ofrecer becas de estancia durante una semana para algunos de los coreógrafos ganadores y, en dependencia del nivel de la coreografía y a quién vaya dirigida, se montaría en Cuba con el ballet infantil, el ballet juvenil o la propia compañía Litz Alfonso Dance Cuba. Esa persona va a estar una semana conviviendo con nosotros para poder montar su coreografía y después tendría la oportunidad de verla en el escenario. Y la compañía se encargaría de cubrir sus gastos una vez que esté en Cuba, de su manutención, para que pueda pasar ese tiempo aquí hasta ver la obra ya realizada. Eso también significa que la obra se puede grabar en un teatro, y por tanto también se puede publicar, se puede compartir, así que este premio tiene un perfil bastante amplio.

Pero como la casa da el ejemplo, nuestros aliados internacionales han seguido esa forma de hacer. Y entonces, el Ballet Beyond Borders —evento que está asociado al Rocky Mountain Ballet Theatre y que se realiza dos veces al año en Estados Unidos: una vez en Montana y una vez en Los Ángeles— pues está dando este mismo premio para un coreógrafo en cada una de las ciudades en que se desarrolla el evento. El Barcelona Dance Center, de España, por su parte, ofrece varios premios, algunos dirigidos a los coreógrafos y otros a los intérpretes. Sebastián Linares, que es un bailarín y maestro muy popular en España, de bailes urbanos, ofrece una beca en su Academia Empire of Dream, para un coreógrafo que tenga que ver con el género urbano, mientras que el Conservatorio Danza México también está ofreciente una beca para un coreógrafo. En todos los casos, se trata de montar la coreografía y llevarla a escena. Ese es el premio, y lo bonito de esto va a ser, en mi opinión, que un coreógrafo de un país se va a ir a otro, y el de otro se va a ir a otro; es decir, que se van a estar cruzando para hacerse más visibles, y a la vez que uno de nosotros lo ve, todos lo estamos viendo.

Porque, además, el jurado está integrado por distintas personalidades del mundo de la danza en general. Hay críticos, hay directores artísticos, de espectáculos, pero también hay coreógrafos como Gonzalo Galguera, que está trabajando desde hace muchos años en Alemania, con el Ballet de Magdeburg; como la cubana Caridad Martínez, radicada en Nueva York y quien fue creadora del Ballet Teatro de La Habana y solista del Ballet Nacional de Cuba; como Charlene Campbell Carey, presidenta del Ballet Beyond Borders; como Marisa Adame y Rafael Peral, dos grandes bailarines de flamenco y coreógrafos, que además representan a la Fundación Casa Patas, que está dando también un premio, pero a la mejor interpretación individual de flamenco dentro del concurso. Además, está María Rovira, la coreógrafa española, directora de Creadance Company, y Gabriela García, que es una maestra mexicana asentada en Nueva York, y que es bailarina de musicales en Broadway. Y bueno, los cubanos que estamos aquí: yo como presidenta del jurado, el maestro Santiago Alfonso, Premio Nacional de Danza y que no necesita presentación en Cuba, y el maestro Francisco González, que es actualmente el presidente de la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC.

En fin, es un jurado bien amplio porque hay que saber cómo se está moviendo la danza en el mundo para poder ser justos. Además, los concursantes pueden presentarse de todos los países en todos los géneros. Es decir, que todos los estilos danzarios tienen cabida en DANCECOREO International, así que los participantes pueden hacer contemporáneo, ballet, danza-fusión, danza folclórica, bailes regionales, bailes estilizados. La gama es tan amplia que realmente necesitamos un jurado que pueda valorar toda esta variedad.

En cuanto a los premios, tenemos otra cosa muy buena, y es que, como ya referí en algunos casos, no serán solamente de coreografía, sino también de interpretación. Y en la casa estaremos dando premios de interpretación a niños, a jóvenes, también de interpretación colectiva, que van a ser tomar clases con nosotros. Puede ser una beca por un año en la escuela de Lizt Alfonso Dance Cuba; puede ser una beca para un curso de verano o para uno de invierno, o para un curso intensivo de los que damos durante todo el año. Eso también lo está haciendo el Barcelona Dance Center, con la maestra Georgina Rigola, y, específicamente en ballet, desde Argentina, la maestra Laura de Aira con su Academia de Ballet de Moscú. Así que el abanico del concurso es muy amplio y también lo son las posibilidades de premios que ofrece.

La pandemia ha supuesto un desafío para los bailarines, los coreógrafos, las compañías de danza. ¿Cómo ha buscado el concurso dar cauce a la creatividad en un contexto tan difícil y extraordinario como este?

En el concurso se pueden presentar todas las coreografías creadas desde 2019 hasta la fecha. Es decir, que a lo mejor antes de la pandemia algunos participantes pudieron grabar su obra, o a lo mejor lo hicieron en un paréntesis de los que hemos tenido, en los que se ha podido salir a la calle y trabajar. Entonces, hay coreografías que ya estaban hechas y que se grabaron en una función de teatro, o en el salón de ensayo, y ahora se pueden presentar. Pero hay personas que han estado prácticamente sin poder salir, encerrados en la casa todo el tiempo. Por eso creamos una categoría especial para ellas. O sea, que quien quiera presentar su coreografía desde casa, lo puede hacer. De hecho, ya hemos recibido unas cuantas y, además, muy interesantes, porque, además, es increíble cómo se desarrolla el talento creativo y la originalidad, aun en medio de un encierro como al que ha obligado la pandemia. Cómo la imaginación puede volar también en las circunstancias más difíciles.

Algunas personas nos han escrito para decirnos que tienen preparado un video-danza, en el que hay un montaje de la coreografía con cada uno de los bailarines desde sus casas, simultaneando las actuaciones en un solo video, y hemos tenido que explicarles que esa variante no se corresponde con lo que buscamos, que nosotros necesitamos ver la coreografía completa, es decir, grabada de arriba a abajo, en una sola filmación y sin ningún tipo de edición ni montaje. Ya cuando alguien realiza un material con varias personas desde distintos lugares, y lo une, le da un hilo conductor, lo pone de la forma en que quiere que se vea en pantalla, uno como jurado no sabe cómo transcurrió todo originalmente, si se adelantó, si se atrasó, cómo se manejó la puesta; por eso es que no aceptamos este tipo de grabación en el concurso. Ya eso sería otro género, que es el video-danza, que está bien, pero que es otra cosa.

Nosotros preferimos la coreografía de arriba abajo y, fíjate, las que nos han enviado hasta ahora cumplen todos los requisitos. Están grabadas en una sola toma, en las casas, incluso en distintos espacios de las casas, que es algo muy interesante. Hay quien lo ha hecho en una sola habitación, retirando todos los muebles para poder bailar ahí, pero hay quien lo ha hecho en el patio de la casa, o en un pasillo, o en una azotea, o incluso fuera, en un callejón, y es que la creatividad no tiene límites. Y es muy bonito darles la posibilidad a esas personas de que su obra no se quede ahí, sino que pueda ir más allá, llegar a muchas más personas y lugares. Incluso, nos estamos planteando que el año que viene, cuando repitamos el concurso, porque pensamos repetirlo, en una segunda edición muchas de esas coreografías se presenten en el escenario, en parte ejecutadas en vivo y en parte proyectadas en una pantalla con la persona ejecutándola en vivo, a la par. Y eso también puede convertirse, sino en un premio, sí en un estímulo al trabajo que se ha hecho durante la pandemia. Y yo espero que el año próximo, en mayo, ya la situación sanitaria sea otra, para bien, y podamos hacerlo así.

La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.
La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.
La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.
La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.

¿Cómo ha transcurrido la pandemia para Lizt Alfonso y su compañía? ¿Cuánto ha condicionado su trabajo y su vida?

Ha sido muy difícil. Imagínate que cuando empezó todo nosotros salimos de nuestra sede pensando que íbamos a regresar a ella relativamente rápido, y de eso, nada. Esta situación se ha extendido mucho más de lo que cualquiera podía imaginar. Ha sido una carta extensa y con varias postdatas. Pero nosotros, afortunadamente, encontramos un camino, creo que como muchos otros bailarines y compañías del mundo, que fue no sentarnos a esperar, sino adaptar toda esta nueva situación a nuestras vidas y, muy importante, no dejar de trabajar. ¿Cómo? Pues adaptando parte de lo que hacemos al entorno virtual. La compañía tiene su grupo de WhatsApp, en el cual se suben todas las clases, con tareas de cada maestro, tanto de ballet, de flamenco, de danza contemporánea, de bailes populares cubanos, de folclor, de todos los estilos que se enseñan en la compañía. Entonces, los maestros ponen sus tareas, los bailarines las mandan de vuelta para que los maestros hagan sus correcciones y se las vuelvan a mandar, y así hemos estado durante todo este tiempo. Tuvimos un paréntesis el año pasado en el que la situación mejoró y pudimos venir a la sede a trabajar, nos incorporamos, hicimos incluso en ese momento varios videos que después nos sirvieron para poder mantenernos activos en las redes cuando tuvimos que regresar a las casas, y desde entonces volvimos entonces al mismo sistema de entrenamiento, un poco más fuerte porque ya habíamos adelantado el tiempo que estuvimos en la sede y no queríamos volver atrás ni perder lo que habíamos ganado. Así nos hemos mantenido.

Para mí ha sido muy difícil en el plano personal, como también lo ha sido para cada uno de los maestros y los bailarines. Porque somos muchos. Nosotros tenemos la compañía profesional, pero también tenemos una unidad artístico-docente, que es la carrera en la que sus alumnos reciben un diploma como bailarín de danza-fusión de la Escuela Nacional de Arte, y tenemos un ballet infantil, un ballet juvenil y, además, están todos los grupos de los talleres vocacionales, que son más de veinte. Entonces, con cada uno de esos grupos se hace este mismo trabajo a distancia que ya te comenté. Y es agotador el tiempo que tienes que estar con el celular en la mano. Se convierte en un trabajo casi de 24 horas, porque no termina nunca a las 12:00 de la noche, siempre sigue un poco más, y al otro día vuelves a empatar con lo mismo porque ¿cómo tú logras que todo eso fluya? Y hay que lograrlo y lo hemos logrado, porque todo ha fluido.

Igual por el camino, en la compañía no, pero si en los grupos de los más pequeños, hemos tenido niños que se han ido quedando, porque al no estar en el contacto directo con los maestros se les ha hecho más difícil. Además, no todo el mundo tiene las mismas posibilidades ni la situación ideal para vivir, en ninguna parte del mundo y en Cuba pasa igual, y muchos han tenido que entrenar bajo condiciones difíciles, pero tú los ves ahí a muchos, a la mayoría, haciendo su mayor esfuerzo, para mantenerse y seguir. Y, te digo, estamos a punto de cerrar el curso y hoy por hoy la gran mayoría se ha mantenido y, además, ha avanzado que es algo que nos hace muy felices. Y, sobre todo, ellos mismos han sido felices durante tiempo tan difícil mientras bailan, mientras crean su danza. Eso es lo más importante, aunque haya sido muy desgastante para todos.

¿Qué enseñanzas les ha dejado este período para el futuro, para el trabajo de la compañía?

Incluso de las situaciones más difíciles podemos sacar enseñanzas. Algo que ha sido muy bueno de este período, por ejemplo, es que nos hemos adentrado más en las redes. Eso ha sido fabuloso y nos ha ayudado muchísimo. Porque nosotros somos una compañía conocida fuera de Cuba, hemos actuado en los cinco continentes, pero indiscutiblemente este trabajo en las redes ha hecho que muchas más personas nos conozcan. Tenemos un canal de YouTube, que durante este tiempo ha tenido muchas, pero muchas visitas, incluso millones, y que yo recuerde eso solo había sucedido con el video del tema “Bailando” de Enrique Iglesias, Descemer Bueno y Gente de Zona, en el que nosotros actuamos, y después de eso nuestros videos se habían mantenido en los miles de vistas, pero nunca habían vuelto a llegar a lo de ahora, y a veces con cosas tan sencillas como los retos, como el Jerusalema Challenge, que, además, fue un canto de vida y esperanza que se ha movido por el mundo entero a partir de la invasión de la pandemia, como un mecanismo de acción-reacción: tenemos la pandemia encima y nosotros respondemos con amor y con la esperanza de que todo va a pasar, y realmente pensamos que va a ser así, que llegará el momento en que volverá la normalidad, aunque a lo mejor se queden algunas cosas como el nasobuco que tenemos que usar ahora, porque es una medida de protección necesaria. Los japoneses lo usan hace muchos años, cuando tienen gripe, por ejemplo, para no contagiar a los demás, y eso es algo muy bueno, saludable.

Entonces, yo pienso que este tiempo ha servido, en primera instancia, sobre todo para darnos a conocer mucho más a nivel mundial a través de las redes, a través de las oportunidades que nos ofrece internet. La internet usada con un buen fin, que en este caso es entretener y hacer llegar un mensaje de arte, de cultura, de amor y de paz a la gente en todas partes del mundo, desde nuestro lugar que es este, en La Habana. Y lo segundo es que, durante todo este tiempo también hemos estado repensando, reevaluando nuestro trabajo y, a la vez, creando nuevos proyectos, como es el caso de DANCECOREO International, que nos permite una proyección mucho más grande en un momento en que todos estamos mucho más encerrados, una proyección mucho más amplia, mucho más abierta que la que tenía nuestro concurso antes de la pandemia y de repensar lo que hacemos en estas circunstancias.

EFA - Lizt Alfonso Dance Cuba

¿En qué otros proyectos están trabajando ahora? ¿Cómo se han venido preparando para la post-pandemia?

Nosotros afortunadamente ya estamos vacunados, recién concluimos ese proceso, y en estos momentos estamos trabajando en un audiovisual nuevo que va a salir, precisamente sobre todo el trabajo que se ha hecho con la vacunación, que está dirigido por el realizador Alejandro Gil. Lo hemos venido haciendo con mucha precaución, porque el estar vacunados no significa que no nos podamos enfermar, como bien han explicado los médicos. Por eso hemos sido muy cuidadosos, manteniendo todos los pasos y medidas necesarias, para intentar no contagiarnos y, a su vez, no contagiar a nadie.

Además, estamos preparando un espectáculo nuevo, que se titula “Habana Fénix”, que pensábamos haber estrenado desde hace un año, pero, por supuesto, no hemos podido hacerlo por la pandemia. No hemos podido trabajar todo lo que hubiésemos querido en él, no hemos podido estar juntos lo necesario para terminarlo, lo que no significa que no hayamos avanzado. Ya teníamos cinco cuadros preparados, de un espectáculo que dura dos horas, y en este tiempo seguimos adelantando cada uno de los coreógrafos desde nuestras casas, y una vez cada cierto tiempo nos reuníamos para ver cómo iba todo y machear todas las ideas, para el momento en que pudiéramos comenzar a trabajar juntos otra vez, como ahora, que, en realidad, vamos a media máquina, porque el momento en La Habana todavía es muy malo, y hay que tomar todas las precauciones, cumplir con el protocolo, e, incluso, más. No obstante, eso no significa que hayamos dejado de soñar con los espectáculos que vienen, de pensarlos y trabajar en ellos todo lo posible.

También tenemos un plan de giras internacionales que se han pospuesto, pero que afortunadamente no se han cancelado, lo cual es muy buena señal. Lo que ha pasado es que se han cambiado de fecha, pero siguen en pie. Son las giras habituales de nuestra compañía, a países en los que actuamos con regularidad, como Canadá, y alguna más, como la de Medio Oriente, que es una región que hace algunos años no visitamos y en estos momentos la tenemos programada también. No obstante, el que puedan darse depende de la situación en esos países, de que cómo evolucione la pandemia y se manejen las cosas. Pero, más allá de eso, no vamos a dejar de trabajar, ni de soñar, aun encerrados, porque somos artistas, y los artistas somos el motor de fe que mueve el mundo. Así lo pienso yo. Nosotros transmitimos ilusión, esperanza, a través del arte, aun en medio de las peores dificultades. Si dejamos de hacerlo, dejaríamos de existir, y la sociedad entonces no sería la misma.

El lenguaje poderoso de Lizt Alfonso

Estados Unidos ha sido un escenario habitual para Lizt Alfonso Dance Cuba, que, incluso, ha sido distinguida por la Casa Blanca. A partir de esa experiencia, ¿qué valor concede al arte cuando las relaciones entre ambos países no viven precisamente su mejor momento?  

Mira, la última vez que estuvimos en Estados Unidos fue en 2019, invitados por Dolly Partons en el Festival of Nations, pero ya habíamos actuado allí muchas veces antes y para nosotros es un escenario habitual, como una segunda casa, como también lo es Canadá. Y es que el arte es el arte, y está por encima de todas las cosas. Es como el sol, que no se puede tapar con un dedo. Esa ha sido siempre la política de nuestra compañía: defender el arte por encima de todo, incluso en países con los que Cuba no tiene buenas relaciones a nivel de gobierno, como los propios Estados Unidos o Israel. Porque nosotros bailamos para los pueblos del mundo, para la gente. Hoy puede estar una persona en la presidencia y mañana puede estar otra, pero nosotros siempre vamos a ser nosotros, y siempre vamos a hacer lo que hacemos, que es bailar y transmitir un mensaje de entendimiento, de paz, de amor, porque el arte es para tender puentes y para abrir puertas.

Fíjate que en pleno período de Trump fuimos a bailar al Festival of Nations, y los carteles anunciadores, las vallas gigantescas de Litz Alfonso Dance Cuba, así, con la palabra Cuba como una de las cosas que más resaltaba, estaban puestas en grandes vías de comunicación de ese país. No es cuento, lo tengo grabado y fotografiado. El primer día, cuando transitamos por las avenidas, y vimos las vallas, mi reacción fue de incredulidad, de “¡wow! ¿cómo puede ser?”, y eso te da la medida de que entre los pueblos el arte tiene un poder increíble, de que no hay nada que detenga la cultura. Y recuerdo el mensaje de Dolly Parton en ese festival, que fue muy bonito, en el que dijo algo así como que todas las personas que podían ir al festival no tenían el dinero para comprarse un pasaje de avión y recorrer el mundo, y entonces ella llevaba el mundo a Festival of Nations para que esas personas tuvieran la oportunidad de verlo, de descubrir su cultura, sin moverse de su ciudad. Y esa es, realmente, una idea fantástica, y muy lúcida, porque descubre el valor del arte para la gente, más allá de cualquier diferencia o conflicto que pueda existir.

Yo siempre he defendido ese valor, siempre he pensado así. Cuando un espectador se sienta a ver un espectáculo, no ya de nosotros, sino de cualquier artista, ni este ni nadie le puede preguntar qué religión profesa, cuál es su origen y color, en qué partido milita, cuánto dinero gana. Tú, como artista, no le puedes preguntar eso; tú bailas para todo el mundo, y por eso resulta un momento extraordinario, en el que todas las personas que están sentadas en el teatro disfrutan de lo mismo, y aunque tengan diferentes percepciones y creencias, al final aplauden igual si les ha gustado el espectáculo. Es decir, que por el tiempo en que están aplaudiendo esas personas están aceptando algo que las conecta con los artistas, con los demás espectadores: están recibiendo amor y están devolviendo amor. Y si siempre las cosas funcionaran así, todo sería maravilloso. Ese es el papel del arte: no dividir, unir.

Lizt Alfonso Dance Cuba en escena. Foto: Cortesía de la compañía / Archivo.
Lizt Alfonso Dance Cuba en escena. Foto: Cortesía de la compañía / Archivo.

La compañía llega ya a treinta años de labor, una cifra sin dudas muy significativa. ¿Cómo piensan celebrar este aniversario? ¿Cómo valora todo lo vivido hasta hoy y lo que podría ser a futuro?

Los treinta años son un momento muy importante para nosotros. No es una celebración más, porque este año, el 19 de octubre, comenzaremos a festejar el 30 aniversario de Lizt Alfonso Dance Cuba, pero prácticamente junto con eso, apenas unos meses después, también se cumplen los 30 años de creada nuestra escuela. Es decir, que ya tres generaciones de bailarines, de muchachas y muchachos amantes de la danza y la cultura han salido de aquí, y eso es algo para celebrar. Por eso, tenemos muchas ideas y planes a los que estamos dando forma, incluida una gran campaña y la realización de un espectáculo propiamente por el aniversario.

En cuanto a valorar lo vivido, yo me siento una persona feliz porque he logrado hacer realidad el sueño de mi vida. Además, soy tan afortunada que junto al mío se han podido realizar muchos más sueños, miles, unos cuantos miles durante todos estos años. No todas las personas tenemos esa satisfacción. Así que en ese sentido soy muy afortunada.

En otro sentido, te diré que desde que comenzamos con la idea de la agrupación, que no era ni siquiera una compañía cuando empezamos, ya tuvimos que enfrentarnos a una gran resistencia. Lo tuvimos todo en contra. Y eso, lejos de amedrentarnos, no nos detuvo, sino que nos ha hecho más fuertes. Nos ha dado una moral muy grande para trabajar y para imponernos. Porque, en realidad, nada de lo que hemos logrado ha sido regalado, todo ha sido a base de mucho esfuerzo y de mucho sacrificio, de perseverar durante todos estos años y de demostrar lo que somos capaces de hacer.

La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.
La maestra Lizt Alfonso, durante su entrevista con OnCuba. Foto: Otmaro Rodríguez.

Al principio, cuando éramos independientes —nosotros surgimos como una compañía independiente y lo fuimos durante nueve, casi diez años— la tuvimos bien difícil. Sabes lo que significa ser independientes en Cuba, nos catalogaban como lo peor, teníamos prohibido bailar en cualquier lugar, fíjate si la tuvimos dura. Y recuerdo que en un momento en que yo estaba agobiada por esa situación, le comenté lo que nos estaba pasando al periodista Omar Vázquez, que trabajaba en las culturales del periódico Granma. Le dije que eso no había quien lo aguantara, que cómo íbamos a vivir si no nos dejan ni siquiera bailar, y él me dijo “tú bailas donde sea y sigue, sigue, mantente firme. No discutas, exige tus derechos, pero con tu trabajo. Demuestra lo que eres capaz de hacer, y cuando tú lo hagas, y demuestres que tienes algo diferente que decir, no les va a quedar más remedio que reconocerlo”. Y eso justamente ha sido lo que ha pasado, a cada paso que ha dado la compañía.

Creo que deberían abrirse más las puertas del entendimiento en nuestro país para todo lo que podemos hacer, porque podemos hacer mucho más de lo que hacemos, pero tiene que ser con todos y para el bien de todos. Esa debería ser la máxima que nos tiene que regir, y realmente en todo momento se pasa mucho trabajo para lograr que las personas decisoras entiendan esto que estamos hablando y que, además, es obvio, porque hace 30 años que estamos trabajando por el arte, por la cultura cubana, con unos resultados que yo no los tengo que decir porque ya muchos los conocen, en Cuba y fuera de Cuba. Entonces, ¿a qué se le teme?, si yo estoy aquí, y mi gente está aquí, trabajando.

Tú no le puedes tener temor a nada que tu gente haga trabajando muy duro, todos los días de la vida, porque quieren construir un mundo mejor en su país, no en otro. Entonces, los decisores deberían permitir que se produzcan los cambios necesarios para nosotros poder evolucionar más. Y, te podría decir que a lo mejor yo no lo voy a ver, pero ojalá lo vea. Sería muy feliz de verlo. Lo que si no pienso hacer es darme por vencida, y voy a seguir trabajando para lograrlo. Vamos a seguir. Por nosotros no va a quedar.

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