Blado

Conocí a Bladimir hace ocho años, en la Isla de la Juventud, en medio de grandes inundaciones provocadas por dos nefastos huracanes. Allí nos volvimos cómplices del dolor de mucha gente que había perdido todo. Éramos los únicos periodistas en ese primer viaje de la Brigada Martha Machado, liderada por el artista de la plástica Alexis Leyva Machado (Kcho). Desde entonces, hemos sido amigos entrañables.

El Blado ‒como le llamábamos cariñosamente‒ tenía una especial habilidad para descubrir el talento en las personas menos imaginadas y defendía con uñas y dientes a los creadores jóvenes que él consideraba importantes. Gracias a esa labor, tan desconocida para muchos, algunos trovadores hoy tienen una excelente carrera.

La Gaveta, nombre que le fue atribuido a su apartamento de la calle Monserrate, en La Habana Vieja, quizás atesore todavía la mayor colección de música cubana que he visto en mi vida. Amontonados en pilas disparejas, discos y libros ocupaban los escasos metros cuadrados donde vivió durante mucho tiempo Bladimir. Dicen que hasta Pedro Almodóvar una vez tocó la puerta de la Gaveta, buscando un tema musical para una de sus películas. Yo lo creo. Es lo que sucede en los lugares donde confluye todo el arte. Poco espacio, es cierto, pero mucho feeling. Entre esas apretadas paredes el Blado se movía como un pez en el agua. Hacía café, ponía una canción de María Teresa Vera, y abría una botella de ron. Uno se iba de su casa borracho y feliz, tarareando canciones viejas, a veces tan necesarias.

Bladimir se nos va. Estoy a miles de kilómetros de Cuba y recuerdo el sentimiento extraño que abrigué durante esos días del año 2008, en la Isla de la Juventud, al ver tanto sufrimiento en las calles. Es algo más que la tristeza.

Me aflige además el hecho de que no fue lo suficientemente reconocido en Cuba. Contaba con la Distinción por la Cultura Nacional, sin embargo, no entiendo cómo una persona que le dedicó por completo su vida a los creadores jóvenes no recibió de la Asociación Hermanos Saíz el Premio Maestro de Juventudes.

Sé que Paquita, Fidelito, Joaquín, y la tropa del Caimán Barbudo sabrán homenajearle con toda la fuerza que Bladimir merece. Después de escribir esta crónica, yo me tomaré un trago y brindaré por él, desde este lado del mundo.

Boston, 5 de mayo de 2016

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