Marco Alonso: “Ninguna banda de rock en Cuba está libre del éxodo”

El joven baterista terminó la grabacion del primer disco de su proyecto Reversible, aun con las pérdidas en el grupo por la emigración, y espera poder presentarlo en Cuba.

Formación actual de la banda cubana Reversible. A la izquierda, su líder, el baterista Marco Alonso, junto al guitarrista William Pacheco y el pianista Sandor Saint-Hill. Foto: Cortesía de Marco Alonso.

Formación actual de la banda cubana Reversible. A la izquierda, su líder, el baterista Marco Alonso, junto al guitarrista William Pacheco y el pianista Sandor Saint-Hill. Foto: Cortesía de Marco Alonso.

Marco Alonso acaba de terminar en Budapest, Hungría, un curso de música electroacústica. Antes de seguir rumbo a La Habana, el baterista cubano viajó a España a pasar un tiempo con su familia, y poco después de su llegada aprovechamos para encontrarnos y conversar sobre su carrera.

En Madrid hace un frío que cala hondo. La tarde parece una nevera y las personas se resguardan en varias capas de ropajes para protegerse de las bajas temperaturas. Marco lleva una suerte de bufanda, un abrigo polar, y busca un lugar lo más cálido posible para refugiar su cuerpo acostumbrado al Caribe. Aunque comparte los días con sus padres y su hermano en la localidad madrileña de Las Rozas, sus pensamientos están en Cuba.

Pedimos dos cafés y comenzamos a hablar sobre su proyecto Reversible y el primer disco grabado bajo el sello de su banda, que define como un power trio, y que también integran actualmente el guitarrista William Pacheco y el pianista Sandor Saint-Hill. Se trata de un fonograma independiente que se mueve entre el rock progresivo, el ambient y la llamada World Music, y que lleva el sugerente título de Caminando a ciegas.

“El proyecto Reversible es una idea surgida durante la pandemia, a partir del distanciamiento que vivimos —explica Marco. En medio de esta situación tan complicada, buscamos realizar cosas que hace mucho tiempo queríamos hacer y enfocarnos en proyectos propios, porque hasta entonces me había dedicado a trabajar para otros músicos. Había colaborado con Raúl Paz, con Anima Mundi, con Eddy Escobar, y sentí la necesidad por primera vez de hacer mi propia música. Así tuve mi primer encuentro con la producción musical, con el software, con la grabación y, por supuesto, con la composición, y a partir de ahí comencé a crear Reversible”.

Graduado de saxofón en la Escuela Nacional de Arte (ENA), el músico tiene 32 años y una interesante carrera en la escena del metal cubano. Comenzó con la banda pinareña Médula y desde entonces ha mantenido colaboraciones que, por su diversidad, hablan de su comprensión de la música como un universo en el que todo es posible. De hecho, se rehúsa a etiquetar su obra dentro de los géneros establecidos.

“Las personas etiquetan al rock progresivo como un subgénero del rock. Pero yo calificaría el disco de Reversible como música progresiva que bebe en algo del clásico rock progresivo de los 70. Lo veo como música progresiva que se expande mucho más estilísticamente”, comenta.

“Hay una búsqueda en el jazz, en las músicas del mundo, en el ambient, en la electrónica. Hay sonoridades africanas. Los conceptos son muy de vanguardia, eclécticos —añade—. Estamos haciendo música libre que funcione como un laboratorio de inquietudes”.

El baterista cubano Marco Alonso, líder del proyecto Reversible. Foto: Cortesía de Marco Alonso.
El baterista cubano Marco Alonso, líder del proyecto Reversible. Foto: Cortesía de Marco Alonso.

Con Médula, Marco grabó entre otros proyectos la banda sonora del filme Boleto al paraíso, un testimonio de una época —inicios de la década de 1990 en Cuba— y de hechos muy significativos dentro de la escena underground del rock cubano.

“Esa fue una invitación de Edesio Alejandro. Estaban buscando una banda sonora que sonara medio trash para acompañar la historia de los freakys que en se inyectaron VIH por esos años, y Pinar del Río fue una de las provincias con más registros de ese tipo de incidentes. Edesio nos llamó y grabamos tres canciones, una de ellas la dobló la banda Qva Libre. Las escenas las grabamos tocando en vivo en el Anfiteatro de Alamar, en La Habana”, cuenta de aquella experiencia.

El baterista tiene en su expediente un trabajo que definió su manera de ver el rock y la música como escenarios que se expanden radicalmente. Se trata de sus grabaciones y conciertos junto a Anima Mundi, una de las joyas de la corona del rock hecho en Cuba, una alineación más reconocida fuera que dentro de la isla, y que mezcla corrientes como el rock progresivo, el rock sinfónico y el new age.

“Pasar por Anima Mundi fue una escuela. Todas las influencias que fui adquiriendo con ellos me aportaron mucho, entre ellas actuar en festivales con grandes bandas como Jethro Tull y The Flower Kings. Haber compartido escenarios con esas bandas te expande la visión y los gustos”, afirma.

“Con Anima Mundi grabé el álbum I Me Myself ( 2016). Después hicimos dos giras por Europa y grabamos luego el álbum Imsonia. Ellos han sido víctimas de lo mismo que está sufriendo toda Cuba: el éxodo. Varios de sus músicos se han ido del país y la banda ahora se está tomando un tiempo a nivel de realización y producción”, explica.

Marco menciona varias veces la palabra éxodo durante nuestra conversación. Dice que su banda también ha sufrido las consecuencias de la emigración, uno de los conflictos más graves que atenaza hoy a Cuba.

“En el proceso de grabación del disco fuimos víctimas de este problema. Nuestro primer bajista, José Bermúdez, un músico espectacular en el bajo y el violín, se fue de Cuba durante la grabación del 4 track del disco y el proceso tuvo que detenerse. Apareció entonces un segundo bajista, José Machado, del grupo de jazz Cauce, y terminamos el disco. Él aportó esa sonoridad que buscábamos, porque queríamos mezclar las partes del jazz con los sonidos de los sintetizadores. Nos sentimos felices con el resultado, pero Machado decidió quedarse durante la gira de Omara Portuondo por España y volvió a descompletarse el proyecto”, refiere el joven músico.

“Los tres que permanecimos en el grupo pensamos seguir en Cuba; hacer cosas desde Cuba y movernos hacia festivales. Pero ahora mismo es difícil mantener una estabilidad en el trabajo y en la alineación —reflexiona—. Creo que no hay ninguna banda en la isla libre del éxodo. Muchos músicos, como tantos otros cubanos, se están planteando existencialmente y a nivel de creación si van a permanecer en el país. Es algo muy serio”.

Marco piensa estrenar el disco en Cuba en los próximos meses. Caminando a ciegas tuvo como antesala la grabación del EP de cuatro canciones titulado Respuestas, basado en un sistema de adivinación ancestral y cuya música ya está en las plataformas digitales.

Para la puesta de largo del álbum los músicos de Reversible han previsto un concierto en la sede de la compañía de teatro El ciervo encantando o en La Fábrica de Arte Cubano. Pero, como él mismo Marco señala, “es difícil” precisarlo con certeza.

“Cuba está en una gran crisis existencial. No queda un sector en la sociedad que no sufra esa situación, y la música, por supuesto, es una de las víctimas de este fenómeno. Soy una persona romántica cien por ciento y tengo la ilusión de estrenar este proyecto de tres amigos en nuestro país. Pero creo que definitivamente es difícil poder hacer algo como esto ahora mismo en Cubal”, se lamenta.

Llegado este punto, la conversación toma un giro poco optimista al que el frío de Madrid no ayuda. Con un segundo café humeante como aliado, intento entonces cambiar el tono y no hurgar en el dolor que muchos llevamos dentro. Y para ello, nada mejor que volver a la raíz, y darle un giro más formal a la entrevista.

¿Cómo nació tu identificación con el rock and roll?

El rock and roll es la música que amo. Es el background que llevo dentro. Cuando ingresé en Anima Mundi empecé a sentir afinidad por otros géneros, por otras músicas del mundo. Ahora me interesa no solo el rock, sino también el jazz, el ambient.

Ahora mismo acabo de regresar de Budapest, de un taller de música electroacústica, algo que en mis comienzos nunca imaginé hacer. Se trata de otra búsqueda importante para mí y creo que ha sido buena esa experiencia también para el proyecto Reversible.

¿Te sientes parte de la escena de rock cubano?

El rock cubano se ha estancado a nivel conceptual. Le falta evolución. Así ha pasado con muchas bandas en el mundo también, que no evolucionan porque ya saben lo que el público espera. Eso puede parecer algo cómodo, seguro, pero artísticamente me parece emprobecedor. Al rock cubano le falta experimentación, riesgo, apoyo. Siento que mi música está un poco fuera de esa escena a nivel conceptual.

¿En que consistió el curso que realizaste en Budapest?

Fue un curso de dos meses que me aportó muchísimo; una experiencia nueva que me abrió otros horizontes en mi carrera. La música electroacústica es un mundo muy vasto. Había tenido algunos acercamientos, por ejemplo, a la música de John Cage. Ahora, esa cercanía con los sintetizadores, los loops, fue emocionante.

Creo que este curso será un catalizador para la visión que tengo como compositor. En Cuba hay mucho virtuosismo, pero se nota la ausencia de cierta textura de arte en algunas músicas. Lo que estamos buscando con el primer disco de Reversible es precisamente la exploración más allá del virtuosismo. Se trata en resumen de una búsqueda más personal.

¿Qué expectativas tienes fijadas en el álbum?

No he perdido la ilusión hacer algo con el disco a mi regreso a Cuba. Ojalá que pueda contar con alguna ayuda y algún presupuesto para lanzar este proyecto.

Para nadie es un secreto que una buena parte de mi generación y de otras esté pensando en irse o ya se ha marchado del país. Pero hay también una parte de mis amigos que tiene esa ilusión de regresar, porque llevan dentro ese “Sergio” de Memorias del Subdesarrollo. Tienen una cuenta pendiente con Cuba y la tienen en pausa. Y quisieran llevarla adelante, igual que quiero hacerlo yo.

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