Armando Tomey: Nadie escapa de la nostalgia

Foto tomada de su perfil en Facebook

Foto tomada de su perfil en Facebook

Esa Cuba que reúne en un mismo significado a su familia, el sentir diario de la gente y la fibra que eriza la piel de solo pensarla lejos lleva a Armando Tomey a devolvernos un manojo de respuestas.

Un primer contacto, a través de la red social Facebook, hizo que el actor se motivara a hablarnos de su presente y de ese pasado, no tan lejano, que rememora con añoranza y satisfacción. La Isla le va en sus entrañas desde esa otra costa donde muchos coterráneos también viven y la sienten de igual manera.

Tomey es de esas personas con una sensibilidad enorme, lo cual traspasa esa barrera electrónica de la era de la web 2.0, en la que los interlocutores no pueden apreciar físicamente a su otro par en una conversación. Pero Armando es dueño de sus palabras y las ofrece con sinceridad.

Accedió a dialogar con OnCuba. Accedió a hacer un recuento de su carrera, de cada uno de sus detalles más intensos. Tomey teclea y recuerda. Tomey explica su presente y también vaticina sus proyectos, esos que insoslayablemente están ligados al caimán más verde del mar Caribe. Tiene mucha fe y lo dice.

-La nostalgia es un sentimiento fuerte. ¿Lo siente ahora en esa distancia que lo aleja de la cotidianidad cubana? ¿Qué extraña más de la Isla?

-La nostalgia es un sentimiento por todo lo que hemos vivido, por las personas que amamos, por los lugares que recorrimos. Es una comparación entre lo que éramos y somos. Lo que perdimos y ganamos. Creo que nadie, alejado de su origen, escapa a la nostalgia. Para mí es el olor a lluvia, el pan con lechón de la autopista, el malecón cuando anochece y nos baña la brisa, los palmares de Camagüey, mi familia reunida, mis amigos cantando boleros, el dominó del barrio, mi equipo de actores de sóftbol, mi trabajo de actor. Ahora siento nostalgia.

-Muchos en Cuba recuerdan su actuación en la telenovela Sol de batey. ¿Pensó en aquel entonces que su personaje marcaría tanto su carrera como actor?

-En aquel momento, solo era el comienzo. Todos decían que la novela sería un exitazo, pero para mí era algo incierto, solo pensaba poder entrar en la televisión. Sol de Batey me marcó, pero por motivos que sería muy extenso explicar no resultó un éxito personal como actor, pero sí me hizo muy popular y me lanzó al medio convirtiéndome en uno de los actores con más presencia en la tele en los últimos 30 años.

-Aquella frase suya al personaje de Charito, encarnado por Susana Pérez, se convirtió en un suceso. ¿Lo sabía?

-Sí. Creo que fueron los humoristas los que la impusieron. Durante años me irritaba, pero a medida que fui solidificando mi carrera y ganándose el respeto del público, lo interiorice como algo positivo. No se me olvida algo que me dijo Susana Pérez: “Hay actores que llevan años haciendo televisión y nadie sabe sus nombres. A ti te conoce Cuba entera”.

Foto tomada de su perfil de Facebook
Foto tomada de su perfil de Facebook

-Personaje polémico fue Mario, de la telenovela La cara oculta de la luna, pero también bien recibido. ¿Tuvo prejuicios antes de aceptarlo? ¿Lo retó como actor?

-Los tuve y por poco renuncio. Siempre hice personajes de héroe, de “machote”. Temía por las futuras burlas a mis hijos, pero, sobre todo, por la misma Televisión Cubana, que temía enfrentar este tema y no se ponían de acuerdo en cómo diseñar el personaje. Incluso, mi contrato era diferente y los facultaba para sustituirme aún después de comenzar a filmar. Pudo más el reto.

“Mi amigo, el actor Felito Lahera, me dio mucho aliento. Él veía claro lo que podía significar ese personaje en mi carrera. Me considero un actor versátil y era mi oportunidad de enfatizarlo. Por eso me lo tome tan en serio y fue muy bien recibido. Obtuve el premio de actuación del Festival de la Televisión de ese año”.

-Repasando su carrera, ha sido precisamente la pantalla chica un lugar para desarrollarse como actor, ¿por qué?

-Es el medio al que más años le he dedicado. Soy graduado del Instituto Superior de Arte y me formé en el teatro, donde interpreté personajes muy difíciles, compartí el escenario con grandes actores y fue una etapa muy importante en mi carrera. Pero en la TV es donde he tenido más presencia y reconocimiento del público. Realmente en este medio es donde más realizado y satisfecho me he sentido, por la variedad de géneros y las numerosas interpretaciones que he podido hacer.

-El cine ha sido siempre un desafío. Se le vio en Kangamba. ¿Qué le aporto ese papel a su carrera? ¿Es verdad que la cinta le trajo problemas con los militares?

Kangamba fue mi primera película con el ICAIC. Un personaje protagónico, basado en una historia real, pero a su vez, mezclado con la ficción. Sobre todo, fue mi primera actuación después del personaje de homosexual en la TV. Sí hubo problemas. Estuve a punto de ser sustituido. Estaba muy fresca la fuerte imagen del personaje de Mario y los militares dudaron.

“Hubo un gran revuelo y polémica. Muchos artistas lo vieron como un insulto a nuestra profesión y un retroceso en el pensamiento. Por suerte, los militares rectificaron y mostraron inteligencia, sensibilidad y confieso, que fue muy grato compartir una producción cinematográfica con ellos, por el trato a los artistas y la responsabilidad y entrega que mostraron durante todo el rodaje.

“Esta película fue un paso sólido en mi carrera. Siempre soñé protagonizar un filme. Lo había hecho en coproducciones, pero no es igual. Además, pude demostrar que como actor podía salir de una piel y sentimiento, y entrar en otros”.

-El teatro también exigió lo suyo de usted en Andoba. Cuéntenos alguna anécdota de esa puesta.

-La reposición de Andoba, dirigida por Huberto Llamas, me dio la posibilidad de compartir las tablas con grandes actores como Mario Balmaseda, Cristina Obín y otros. Interpreté a Aniceto, doblando a un gran actor y amigo, Samuel Claxton, quien me había impresionado en su interpretación.

“Esa fue una posibilidad de encarnar a un clásico cubano de Abraham Rodríguez. Ya lo había hecho con el Jacinto, de Orihuela. También me sucedió con otros clásicos universales como el Leonardo, de Bodas de Sangre, bajo las órdenes de Berta Martínez; el Tartufo, de Moliere, con José Antonio Rodríguez. Este último personaje me exigió mucha entrega y la realicé a la par de una serie de TV. Fue muy hermoso recibir la ovación del público e interactuar con él en vivo, con un personaje tan profundo. Fueron pocas puestas y no pude participar en Festival de Teatro de Camagüey de 1990 o 92 -no recuerdo-. Porque, por ironía, en una presentación, en una escena que hacíamos Mario (Andoba) y yo en unos andamios, resbalé y me di un fuerte golpe en las costillas. Estuve ingresado 15 días en un hospital por un diagnóstico equivocado. No fue grave, pero me perdí el Festival”.

Armando Tomey filma en Telemundo
Armando Tomey filma en Telemundo

 

-Hay mucha gente en Cuba que se pregunta cuáles son los proyectos que ocupan a Armando Tomey. También háblenos brevemente de qué ha hecho en ese lapso de tiempo en que ha dejado de estar en la pantalla chica cubana.

-Llevo dos años fuera de Cuba. En Miami realmente he hecho muy poco como artista, algunas actuaciones especiales en Telemundo y Venevisión. Este mercado no es nuestro. Los mexicanos reinan y elaboran un producto para millones de televidentes de su país y para los que residen aquí. “Nosotros quedamos aislados del mercado durante muchos años. El mundo hispano no conoce a nuestros actores. Por tal motivo no aceptan nuestro acento en sus producciones. Existe un rechazo exacerbado. Aún reconociendo nuestra calidad actoral, nos excluyen.

“Miami es una capital latina de multinaciones, pero los medios solo responden a una mayoría racial. La música es la que ha logrado romper un poco con eso. Pero, ¿cuántos cantantes y músicos extraclase permanecen en el anonimato? Incluso los productores cubanos importantes en este país responden a esa mayoría poblacional. A los actores cubanos aquí les tocan los canales locales, en programas de bajo costo, tratando de hacer reír o entretener. Todo esto yo lo sabía antes de venir. No estoy aquí para conquistar Telemundo, aunque lo he intentado. Vine por razones familiares y por aventura y creo que será temporal. Con respecto al teatro, como todo en esta sociedad, tiene que ser rentable para los dueños de las salas y muy pocas producciones logran cumplir esa meta y garantizan el salario de los actores.

“Los actores que lo hacen, mantienen otro trabajo y por amor, hacen teatro. Por el momento escribo. Quiero publicar un libro de cuentos enmarcado en las dos realidades. También sé que volveré a hacer televisión y cine en Cuba”.

-Su familia es un asunto importante en su vida. Desea describírnosla. 

-Tengo tres hijos de dos matrimonios. Dos mujeres, de 27 y 23 años respectivamente, y un varón adolescente de 13. Mi madre, gracias a Dios, está viva y reside en Camagüey. Allá también viven un hermano y una sobrina. Aquí tengo a mi hija grande, al varón y a dos sobrinas, mi pequeña está en Cuba. Vivo con mi pareja, una cubana de ojos claros con voz de ensueño, hermosa y con gran corazón. Creo que es justa a mi medida. La amo”.

Armando Tomey se despide con un extra de palabras intensas: “Fui a Cuba en febrero. Dos años después de mi despedida. Entré por La Habana y regrese por Camagüey. Logré ver a algunos amigos, pero a otros no. Logré jugar sóftbol con mi equipo, re-andar algunos lugares y me reuní con mi familia. Sentí de nuevo el calor y el reconocimiento del público, sobre todo en la emocionante despedida por parte de todos sus trabajadores, en el aeropuerto de Camagüey. Pienso volver pronto.”

Con el equipo de Softbol de los Actores, en su más reciente visita a Cuba
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