Big Love por La Habana

Discusión sobre asesinar a los novios, indecisión de Lydia/ Foto: Ana Lidia García

Discusión sobre asesinar a los novios, indecisión de Lydia/ Foto: Ana Lidia García

Ni novias ni inmaculadas. Lydia (Caroline Amos), Olympia (Sigrid Wise) y Thyonia (Cherlynn Álvarez) representan a las cincuenta hermanas que escapan a Italia huyendo del compromiso con sus primos. En la obra Big Love, adaptación de la tragedia griega Las suplicantes de Esquilo, la evasión del matrimonio resulta tema central del argumento que conduce a reflexionar sobre aspectos trascendentales de la condición humana tales como la importancia de amar y sentirse amado.

El 16 Festival de Teatro de La Habana recibió a este grupo de jóvenes, estudiantes y recién graduados del Conservatory of Theatre Arts of Webster University, Missouri, Estados Unidos. Llegaron a la capital cubana con varios temores, entre ellos el de no encontrar los siete u ocho tomates necesarios para una escena, pues varios amigos les habían advertido que “es difícil conseguir vegetales en la Isla”. También pensaban estar off line durante una semana. Los tomates los compraron desde el primer día y el Internet lo hallaron en el hotel sin grandes contratiempos. Lo que nunca imaginaron fue recibir tanta generosidad y cariño.

“Pensé que por ser estadounidense me mirarían con recelo, pero ha sido todo lo contrario”, dice Madeleine Purches entre risas. “Nos hemos encontrado con personas muy amables y es algo que quiero que la gente en mi país conozca”, suma Kyle Quinlivan. Esa calidez los ayudó a comprender el verdadero significado de la tan proclamada universalidad del lenguaje artístico y sobreponerse al mayor de los miedos: transmitir el mensaje a espectadores de habla hispana.

El público que visitó la sede de la Compañía Danza Teatro Retazos – donde ocurrieron las presentaciones los días 23, 24 y 25 de octubre –, se conectó con una puesta en escena singular, por momentos cinematográfica, como resultado de la exteriorización de sentimientos y estados de ánimo a través de los movimientos.

Desde sus asientos en la luneta, las personas se exaltaron varias veces durante la hora y 50 minutos de duración: con las anécdotas y consejos de la anciana Bella; con la negativa de Piero, el italiano a quienes las prometidas solicitaron asilo; con la llegada de los novios para reclamar el cumplimiento del convenio nupcial y con las románticas confesiones de Nikos (Robert Riordan) a Lydia.

Cuando parecía que las bodas se concretarían, las jóvenes deciden llevar a buen término el único plan que en su opinión las salvará del matrimonio: asesinan a los novios en una escena sangrienta que a muchos habrá recordado Pulp Fiction u otra de las creaciones fílmicas de Quentin Tarantino.

Pero Big Love no deja un sabor amargo sino la confirmación de que el amor de alguna forma siempre triunfa. Lydia aparta de su cabeza las influencias negativas y las ideas absurdas de su hermana Thyonia y decide unir su vida a la de Nikos.

En esta adaptación del dramaturgo estadounidense Charles Mee, en la que él mismo ha declarado, “muy poco queda del texto de Esquilo”, se mezclan ideas y conceptos de escritores y filósofos que conforman un collage con multitud de voces.

¿Por qué probar suerte con el bouquet? ¿Sienten arrepentimiento por los crímenes cometidos o realmente confían en una segunda oportunidad? Se apagan las luces, rompen los aplausos y vítores. “Han comprendido”, pensó alguien sobre el escenario. Faltan pocas horas para el regreso; sin embargo, ya planean volver a la ciudad que los flechó para siempre.

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