Cremata y El Ingenio vuelven a bajar de cartelera

Luego de dos funciones de la obra El rey se muere, llevada a escena por Juan Carlos Cremata y El Ingenio el pasado fin de semana, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas retiró la puesta de cartelera sin muchas explicaciones. Al menos no fácilmente descifrables.

En su declaración oficial, el CNAE reconoce la escena cubana como sitio abierto a la reescritura y la transformación, pero añade que la decisión de suspender la puesta se tomó “atendiendo a las estrategias de desarrollo del arte escénico cubano, al diálogo permanente entre la institución y la práctica artística cotidiana, en pos de lograr estadios más propositivos entre las obsesiones poéticas de nuestros creadores y la política cultural de la Nación (…)”.

El rey se muere, texto del dramaturgo rumano-francés Eugene Ionesco, narra la decadencia de un régimen político en la persona del rey Berenguer (Berenjena en la puesta de Cremata), cuyo médico le informa que en aproximadamente una hora va a morir. El soberano, que ha estado en el poder muchos años, se niega, mientras sus esposas y súbditos celebran su fin. La puesta de El Ingenio algo tiene de todo esto, unido a una contextualización de la historia a partir del uso de símbolos, frases y de los farsescos personajes.

El crítico Andy Arencibia, bajo el título de Notas apresuradas partir del estreno de El rey se muere, hace un análisis de una obra que, según él, “vuelve a poner en crisis los límites de lo ético y lo estético, de lo humanamente posible, de lo humanamente ‘decible’ encima del escenario”.

Y prosigue: “El montaje de Cremata no es cuestionable solo porque su premisa argumental sea hablar de la festividad que podría llegar a rodear la muerte de un rey que se sabe, se piensa y se quiere perpetuar como un rey-dios. Lo cuestionable no es el funeral en torno a los mecanismos teatrales de tal o más cual régimen político. Lo cuestionable está en la ausencia de matices, en la pérdida de un pulso que pudiera graduar el del choteo, la parodia como mecanismos propiamente teatrales de desacralización de la política, del discurso oficial, de los rituales patrióticos El problema de la puesta estriba en que la crueldad deja de ser una categoría teatral con la cual jugar (como en principio propone el texto original de Ionesco) para convertirse en ejercicio estético suicida, que violenta las estructuras sociales y culturales en las que está inmersa el juego escénico, como si no respondiera de un modo u otro a esos mismos “mecanismos de dominación” que pretende criticar y subvertir, sin llegar a generar un diálogo cuestionador y verdaderamente crítico”.

Pero ¿fueron estas las razones del CNAE para suspender la puesta? Y en todo caso, ¿son razones siquiera para hacerlo?

En respuesta a la decisión del Consejo y al artículo de Andy Arencibia, Juan Carlos Cremata escribió: “Nuestra intención con esa puesta en escena era hablar de la resistencia al cambio. Obstinación mordaz que hoy se hace manifiesta de nuevo con la decisión errática del mismo Consejo.

“Y no es verdad absoluta e incondicional que intentáramos hacer referencia a monarca, líder o dirigente alguno. Es más, intentamos conscientemente de evitarla, aunque sabíamos de sobra que la lectura enfermiza de estos tiempos iría, por obligado, en esa dirección”, añadió en el texto.

Cremata Malberti hace referencia además a La hijastra, obra de Rogelio Orizondo que El Ingenio llevó a las tablas en el 2012 y que luego de 14 funciones fuera igualmente eliminada de cartelera, cuando —según explica—, amparado en un supuesto “respeto al cambio en la programación”, el CNAE suprimió el “éxito inmenso que estaba teniendo nuestra puesta en escena (sin siquiera haberla visto muchos de ellos) y atendiendo a comentarios desproporcionados, frustrantes y maliciosos”.

No obstante, el director teatral y cinematográfico asegura que defiende la pluralidad de lecturas, sobre todo cuando reconoce que gran parte del trabajo del grupo que dirige depende de la interacción con el público.

“El teatro es un hecho vivo, como bien se sabe. Es catarsis, conmoción, temblor y disturbio, sobre todo en su relación con el espectador. Ya sea esta a favor o en contra”, dijo.

Cremata Malberti criticó duramente la decisión de suspender la obra mediante su declaración que tituló Condenadnos, no importa: la historia nos absorberá, en clara referencia al autoalegato de Fidel Castro durante el juicio por los sucesos del Moncada, en 1953.

El también director de cine, conocido por filmes como Viva Cuba y Nada, utilizó esta vez adjetivos fuertes que aparentemente no buscan diálogo con quienes decidieron eliminar su obra de cartelera: “En nombre de un ´nacional socialismo´ se nos coarta, reprime, sanciona, amordaza, atropella y oculta. Eso es fascismo omnímodo. Puro. Absoluto e integral. Del mismo que quemaba libros y estigmatizaba razas, sexos, colores y hasta pensamientos o maneras de ser. Y es también apartheid.”

Maridelmis Marin Brito, una de las actrices del elenco que representó durante solo dos noches El rey se muere, comentó a OnCuba que con esta obra “el objetivo nunca fue ofender a nadie”. Pretendía, dijo, criticar todo lo arcaico, a todas las personas que aunque están envejecidas no quieren soltar el poder. No solo el poder de gobierno sino cualquier otro. Es algo que vemos cotidianamente en todos los espacios sociales”.

En opinión de Marin Brito el CNAE seguramente conoció el texto de la obra con anterioridad a su estreno. “Pero lo que crea indisposición ahora es el montaje”. La actriz reconoció que Cremata Malberti para sus puestas siempre realiza “crematizaciones”: adaptaciones de los textos originales al contexto cubano. Mencionó, por ejemplo, el uso del himno nacional en la introducción de la puesta. “Aunque la historia no está situada en Cuba, hay referentes cubanos que son necesarios para comunicar con el público”, dijo.

Esta puesta es menos “fuerte” que La hijastra, que fue, según describe Marin Brito, mucho más agresiva. El objetivo era que la gente saliera asqueada del teatro. Era, dijo, lo que pretendía Cremata. El rey se muere, en cambio, “es más teatro bufo”.

No hay modo de comprobarlo. Solo unas 400 personas fueron testigos de la puesta en escena durante dos noches en una pequeña sala de El Vedado capitalino. Un fenómeno de reducido alcance, al menos en términos cuantitativos, ha saltado a titulares por el acto de censura en su contra.

“No he visto la obra, pero esto no me parece correcto que la hayan retirado de cartelera”, declaró a OnCuba Nelda Castillo, directora de el grupo El ciervo encantado, una de las más destacadas agrupaciones teatrales de La Habana, que suele hacer un teatro muy simbólico e indagador de los asuntos de la identidad cubana y su actualidad.

La directora no ha padecido en carne propia nunca una suspensión de una obra luego de estar en cartelera. “La nota del CNAE me pareció muy incoherente, no sé de qué se trata”, afirmó Nelda Castillo. “Los únicos motivos que pueden justificar una censura es que se le falte el respeto al público o se ejerza algún tipo de violencia, de ataque al público.”

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