Paula Alí: monografía de una actriz

"Soy una actriz. Ni humorista ni dramática, una actriz."

Fotograma el filme "Esther en alguna parte".

Romper el hielo

«En el año 1959 yo vivía en Candelaria, Pinar del Río. Allí conocí a una modelo de televisión y le dije: “Ay,  mire, a mí me gustaría ser modelo y esas cosas que casi todos los jóvenes dicen sobre el arte”. Mi ambición en ese momento era ser modelo de televisión. “Ve a La Habana que te voy a poner en contacto con una persona que te dará un carné de la asociación de artistas para que puedas trabajar”, me dijo.»

«A los diez días ya estaba en la capital, en la casa de esa persona, quien me dio el teléfono de René Socarrás, un actor que en esos momentos era el Presidente de la Sociedad de Artistas, ubicada en la calle Laguna y, claro, conseguí el carné.

«Después empecé. Vine para La Habana a trabajar como modelo, en los programas de televisión haciendo extras y cositas muy sencillas. Así estuve hasta 1965.

«En ese mismo año me fui para el teatro porque el actor Edwin Fernández estaba dirigiendo una obra en el Teatro Martí y necesitaba a dos personas, por supuesto, para hacer dos papelitos muy chiquiticos. Allí estuve trabajando— cosa que fue muy importante para mi carrera—, con destacadas actrices como Candita Quintana, Américo Castellanos, Alicia Rico… una serie de actores del teatro bufo, eso fue tremendo para mí. Ahí estuve hasta el año 1968.

«Una vez fui al teatro Hubert de Blanck a ver la obra Contigo pan y cebolla de Héctor Quintero y me quedé fascinada con la puesta en escena y las actrices Berta Martínez y Silvia Planas. Me dije automáticamente: ese es el teatro que yo quiero hacer.

«Intenté ingresar en ese grupo y, por supuesto, Raquel Revuelta me dijo que no hasta que entro a formar parte del grupo Tercer Mundo dirigido por el actor René de la Cruz. Ahí casi no hice nada, en fin…

«En 1970 me fui para la zafra. En el central Habana Libre conozco a Alicia Bustamante, quien me dijo: “Oye, Berta va a dirigir La casa de Bernarda Alba y necesita actrices”. Me presenté, me aceptaron y, la verdad, mi formación sólida fue en ese grupo.»

Ni un sí, ni un no

«Creo que el método de Stanislavski es la base para cualquier actor, después cada cual va dándole forma a un estilo propio. Para mí lo ideal es construir un personaje, con todos los detalles, saber lo que pasa a su alrededor y lo menos importante es la letra. Yo me aprendo el texto y ni tan siquiera digo esto lo voy a decir así o de esta forma. Si el personaje está bien construido todo sale. Es como la vida real: tú tienes una manera de ser y de expresarte.»

Así es si les parece

«Te voy a ser sincera, yo tengo una concentración maravillosa; no sólo como actriz, sino en la vida real. Me concentro fácilmente. No sé si es porque he estado muchas veces sola y he tenido que vivir conmigo misma. Mira, hay cosas vitales a la hora de actuar: pensamiento, sentimiento, gesto y palabra. Eso no lo dije yo.

(Se ríe).

«Hoy día para las actrices de mi edad no es fácil recibir un personaje muy bien construido. Yo le voy buscando las partes atractivas. Las personas tienen que encontrarse con algo diferente, con lo inesperado, no recurrir al cliché, a lo mismo, eso no me gusta.

«Mira, si uno se pone a ser muy selectivo puede pasarse muchos años sin hacer nada. No es fácil encontrar un buen guión, ni un personaje con todos los matices que se espera. ¿Encasillada? No, chico,  yo no me he sentido nunca encasillada, a la verdad, siempre busco la forma de ser diferente.»

Monólogos de la vagina

«Soy una actriz. Ni humorista ni dramática, una actriz. Un personaje cómico se hace con la misma seriedad que un personaje dramático. Bueno, yo tengo una cierta facilidad para el humor— eso dice la gente— porque yo no me encuentro nada graciosa, al contrario, soy pesadísima. Si es cierto que la tengo, entonces  eso me ayuda. También mi voz, por ser ligera, es fácil para la comedia.»

El diablo te acompaña

«Hay un refrán que dice: “El cine es un conjunto de frustraciones colectivas”. Y es verdad, porque nadie está contento con lo que hizo. La primera vez que veo algo mío, me espanto, no me gusta nada. Cuando me invitan a una premier, a veces ni voy, tengo terror, pánico. Pero después, cuando ha pasado algún tiempo y lo veo con otra óptica, me gusta un poco más.

«¡Ay, las críticas! Yo escucho cualquier crítica porque nadie es perfecto. Claro, hay que ver de quién viene. Una vez se publicó una sobre un personaje que yo interpretaba, estuve de acuerdo y al otro día cambié ciertas cosas. Es decir, acepté lo que me señalaron… por suerte era en el teatro.

«Si tú no pasas por el teatro, te cuesta mucho trabajo tener una buena base para trabajar. Alguien lo dijo: el teatro es la escuela; la televisión: la fama y el cine: la memoria.»

La señora Ana muestra sus medallas

«La popularidad, qué palabrita esa. Para mí no es fundamental ser popular, pero el afecto y el amor del público, sí. Cuando te dicen algo bonito o feo, de las dos formas me gustan. Realmente me siento muy feliz por ser eso que llaman popular.

«Trato de asumir las cosas como son, la vida es así. No son solamente cosas buenas, también hay regulares y malas. Desgraciadamente no es lo que uno quiere, sino lo que va pasando todos los días. Por eso trato de sacarle mayor provecho a cada una de esas circunstancias.»

Una mujer sola

«Ah, eso sí, soy muy optimista. Llevo una vida sana, tengo siempre un buen pensamiento para los demás. El tener malas energías y malos pensamientos hace que las personas se vayan enfermando por dentro.

«¿Cómo ser recordada? Como una persona que la gente quiso, porque los hice sentirse bien en un momento determinado, nada más.»

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