Primero Putin, ahora el circo…

Aún no hace un mes que vino Vladimir Putin, y ahora está aquí el mayor circo de Rusia y del mundo, el célebre Rosgoscirk, que a fines de agosto próximo cumplirá 95 años de fundado. No trajeron leones ni osos, pero su sola presencia aquí es vista con embullo por quienes alguna vez disfrutaron del monumental circo soviético…

“No hay nada imposible. Difícil sí, pero imposible no”, dijo a OnCuba el director de la Compañía Estatal del Circo Ruso, Vadim Gagloev, cuando le preguntamos qué posibilidades hay de que traiga su espectáculo completo, con animales y todo.

“El principal problema sería el transporte, garantizar que los animales no sufran y se adecúen al cruce del Atlántico. Sería algo que llevaría un estudio, pero no me gusta rendirme antes de tiempo”, aseguró Gagloev, quien afirmó sentirse orgulloso de ser jurado del festival internacional CirCuba-2014 en su primera visita a Cuba.

Tampoco descartó la eventual contratación de artistas cubanos en el Rosgoscirk, que respeta la tradición circense de beber de múltiples fuentes culturales, de armar un espectáculo a partir de números aprendidos gracias al intercambio con “trouppés” de diversos países. Por ejemplo, su show en Sebastopol incluye a artistas de Alemania, Hungría, Belarús e Italia, además de los rusos.

Por lo pronto, ya comenzó negociaciones con la Escuela Cubana de Circo para incrementar la colaboración bilateral y el intercambio académico, igual al que realiza desde hace tres años con Perú, Ecuador y Colombia. “Esos países están cerca… ¿por qué no habríamos de hacerlo en La Habana?”, dijo.

El Rosgoscirk realizó más de seis mil espectáculos el pasado año, que involucraron a más de mil artistas y otros tantos animales, pero en La Habana solo actuarán los acróbatas Viacheslav Spirin y Stanislav Kotelnikov, dos antiguos gimnastas con experiencia en el Cirque du Soleil que se sienten felices de ser parte de este hito.

Ambos están orgullosos de presentarse aquí, pues como artistas y como personas Cuba les resulta un destino interesante, por su gente y por el pasado común con Rusia. “El idioma no ha sido problema, nos comunicamos perfectamente con nuestros colegas cubanos, porque hablamos el lenguaje común del circo”, dijo Kotelnikov, extrovertido, sonriente y colorado.

Por lo pronto, existe gran expectativa en Cuba por volver a ver a los artistas rusos, y de hecho perdura una gratitud histórica entre sus homólogos cubanos, que admiten sin trauma que le deben mucho al magisterio de aquellos soviéticos que nos hicieron olvidar a los leones sin dientes de la guardarraya, y nos mostraron un circo de verdad.

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