Mundial Sub-23 de béisbol: cronología de una aventura turbulenta

El último out cayó con aquel elevado al central de Loidel Chapellí Jr., el cual cerraba la actuación caribeña en un Mundial caótico, turbulento, tenso y nada agradable.

Cuba obtuvo el cuarto lugar en el Mundual Sub-23 de béisbol. Foto: WBSC

Sábado 2 de octubre del 2021. Poco después de las tres de la tarde, hora de Hermosillo, México, el jardinero Loidel Chapellí Jr., miembro de una familia ilustre de la pelota camagüeyana, conectó un elevado al central y cedió el último out del partido por la medalla de bronce en el Campeonato Mundial Sub-23 de béisbol.

Fue esa la despedida de la selección cubana de los diamantes aztecas, donde finalmente se esfumaron las esperanzas de regresar a la Isla con una medalla, mientras Colombia, nación que hasta hace muy poco no podía plantarnos cara en materia beisbolera, conseguía un histórico metal bronceado tras vencernos por segunda vez en menos de una semana.

Cualquiera pensaría que este fue el punto y final a la aventura cubana en tierras mexicanas, pero en realidad quedaban capítulos por escribir en la historia.

Sábado 2 de octubre del 2021. Entre las cinco y las seis de la tarde, dos o tres horas después de aquel fly que sellaba la actuación de Cuba en el Mundial, Loidel Chapellí Jr. consumó su “fuga” junto al antesalista Yandy Yánez, también agramontino, aumentando a 11 el número de bajas de la escuadra nacional.

Sí, no ha leído mal. Once jugadores cubanos —se convirtieron en 12 poco antes de volar a Cuba— decidieron no regresar a la Isla y se apartaron de la selección en distintos puntos del camino, algunos nada más aterrizar en México, otros sin apenas jugar, otros en la recta final antes de discutir la medalla, y los últimos tras entregar todo en el terreno hasta el out 21 (los partidos del Mundial se jugaron a siete entradas).

La cifra, como pueden suponer, constituye un récord demoledor, aplastante y revelador, si se quiere, un reflejo de la sociedad cubana, una muestra de lo que piensa y lo que persigue un por ciento considerable de la juventud en el país.

Pero recordemos, paso por paso, todo lo que sucedió con este equipo desde su conformación a mediados de agosto hasta los desenlaces finales en los primeros días de octubre; dos meses de polémicas, lucha y heridas que tardarán en cerrar.

Nombres propios

Viernes 13 de agosto del 2021. Par de meses después de que la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol diera a conocer las fechas del certamen global categoría Sub-23, las autoridades cubanas conformaron la preselección de 33 jugadores, la cual despertó todo tipo de comentarios y polémicas entre la afición.

En la lista sobresalían chicos de mucho talento, algunos ya con cierto impacto en los destinos de sus equipos en la Serie Nacional. Loidel Chapellí Jr., Geisel Cepeda, Guillermo García, Andrys Pérez, Iván Prieto, Brayan Chi, Frank Abel Álvarez, Naykel Cruz, Luis Danny Morales, Jonathan Carbó y Yeniel Zayas aparecían como los rostros más familiares para la afición.

No obstante, el debate inicial no se enfocó en las virtudes y defectos del grupo. En primer orden, muchos se cuestionaron la designación de Eriel Sánchez como mentor, pero esa era una movida inapelable al ser justamente el manager espirituano quien consiguiera la clasificación al Mundial durante el Campeonato Panamericano celebrada en febrero del 2020.

En cambio, menos sentido tenía la exclusión de los lanzadores Yosimar Cousín y Yunior Tur, dos de los principales talentos del pitcheo cubano y miembros importantes en los cuerpos de lanzadores de Camagüey y Santiago de Cuba, respectivamente, en la Serie Nacional.

No lo sabíamos, pero la polémica en torno a estas dos ausencias solo estaba comenzando.

La entrevista

Domingo 12 de septiembre del 2021. Aunque había pasado un mes desde que se diera a conocer la preselección rumbo al Mundial, la fanaticada seguía enfocada en los que no estaban. Los nombres de Yosimar Cousín y Yunior Tur se repetían una y otra vez luego de un mes de preparación entre La Habana y Sancti Spíritus.

“Es inconcebible que no estén ellos por su nombre y resultados”, decía Eriel exactamente el 12 de septiembre en una entrevista concedida a Cubabebate, en la cual daba declaraciones un tanto contradictorias.

Por una parte, en referencia a la exclusión de Cousín y Tur, aseguró que “no es algo que decidimos nosotros directamente”, pero cuando le preguntaron sobre su autonomía en la confección del elenco precisó que sí tuvo participación en las decisiones: “Nunca me impusieron a nadie y nunca permitiré que hagan eso en mis equipos porque en realidad el que va a ser criticado después soy yo”.

En este zigzag, el otrora estelar receptor espirituano dejó una sentencia que lo ubicó en el ojo del huracán: “Para confeccionar selecciones nacionales que representen a nuestro país en un evento internacional, hay muchos parámetros que medir. No solo es mirar para cuanto bateó, para cuanto lanzó, o para cuanto fildeó, hay otros aspectos como la disciplina, el patriotismo”.

El alma del béisbol cubano, en juego

Esta última palabra opacó cualquier otro criterio de Eriel sobre la conformación del plantel, las estrategias de cara al torneo y las posibilidades del conjunto, incluso, pasó totalmente desapercibido el hecho de que la selección saldría a México a ciegas, sin conocimiento mínimo de los rivales.

“No tenemos hasta el momento ninguna información de nuestros rivales. Tenemos que fortalecer lo que tenemos e ir allí con lo que contamos nosotros. Vamos a jugar béisbol y no es contra maquinas ni extraterrestres, vamos a jugar con jóvenes de su misma categoría y con las mismas posibilidades. Los resultados dependerán de lo que pueda hacer cada cual. Es difícil porque otros países tienen esto en cuenta, juegan entre ellos, tienen más recursos y nosotros tenemos nuestras limitaciones, pero creo que al final eso no sería un eslabón que se rompa y nos haga daño en el resultado porque en realidad en todos los eventos donde participábamos antes cuando yo era jugador, también íbamos sin información.”

Cousín y Tur, a la riposta

Martes 14 de septiembre del 2021. “Todos saben que yo debería estar ahí”. Yunior Tur no se cortó cuando lo entrevistaron desde Swing Completo para preguntarle sobre su ausencia de la selección nacional Sub-23. El cerrador santiaguero, quien ya se había cuestionado antes cómo era posible que no lo tuvieran en cuenta para integrar al menos la preselección, denunció además que nadie le dio explicaciones del asunto.

La declaración de Tur fue un avance de lo que vendría después con Yosimar Cousín, quien se sintió en el punto de mira a partir de las declaraciones de Eriel y su referencia al patriotismo como criterio de selección, lo cual dejaba entrever que los ausentes tenían algún tipo de problema ideológico o cargaban con señalamientos disciplinarios

“No he tenido problemas de disciplina ni estoy sancionado por nada. Sospecho que esto se debe a una investigación que hicieron hace unos meses sobre salidas ilegales de peloteros y por la cual me entrevistaron y declaré que no tenía nada que ver con eso”, respondió Cousín al colega Félix Anazco, del periódico Adelante.

“Lo que me molesta es que nadie me explica nada. No hablan claro, porque si se trata de ese tipo de sospechas deben decírmelo, pero ni siquiera eso ha pasado”, fustigó el serpentinero camagüeyano, quien había sido uno de los puntales del equipo que obtuvo la clasificación mundialista en febrero del 2020, también con Eriel como mánager.

La travesía

Martes 21 de septiembre del 2021. Una semana después de develar la nómina de 24 jugadores que competiría en el Mundial, el conjunto salió rumbo a México, con la noticia de dos cambios de última hora. Quedaron fuera el utility granmense Darlin Jiménez y el jardinero cienfueguero Luis Enrique González, sustituidos por el patrullero pinareño Reinaldo Lazaga y el lanzador espirituano José Eduardo Santos.

A priori, parecía un viaje sencillo directo a Ciudad México y una posterior conexión hasta Ciudad Obregón, pero una decisión de las autoridades cubanas complejizó la travesía al extremo. En lugar de cubrir el trayecto entre las dos urbes por vía aérea lo hicieron en autobús, a pesar de que la diferencia en el costo de los servicios no superaba los 80 dólares por persona.

Como consecuencia, el equipo estuvo alrededor de 23 horas en la carretera para cubrir más de 1600 kilómetros de recorrido, atravesando las ciudades de Toluca, Morelia y Guadalajara y bordeando después la costa del Pacífico hasta llegar a la porción sur del estado de Sonora.

Lo que pudo ser un viaje de unas dos o tres horas en avión se convirtió en una odisea. Casi un día entero rodando produjo un desgaste físico significativo, del cual los chicos tardaron en recuperarse. Para colmo de males, ya en ese viaje la selección viajaba con un miembro menos.

Entre “fugas” y juegos

Martes 21 de septiembre del 2021. Seguimos en el mismo día, pero en otro lugar. Cuando los jugadores cubanos salieron del aeropuerto Benito Juárez en Ciudad México para buscar el autobús rumbo a Obregón, se percataron de que faltaba un hombre en el grupo. No, no era José Eduardo Santos, quien se uniría más tarde tras ser incluido en la nómina a última hora, y no, evidentemente no era Loidel Chapellí Jr., quien ya los esperaba en la sede.

El “desaparecido” era Luis Danny Morales, uno de los lanzadores más talentosos del equipo y, quizás, la mayor promesa de los serpentineros cubanos que todavía permanecen en la Isla. Dueño de una recta poderosa y una capacidad innata para retratar a los bateadores en el plato, el espirituano había mostrado credenciales en torneos nacionales de distintas categorías, acaparando las miradas luego de ponchar a 135 rivales en 82 innings del último campeonato juvenil.

Tan veloz como sus pitcheos y aplicando una fórmula similar a la utilizó César Prieto en el Preolímpico de la Florida hace solo unos meses, Morales ni siquiera esperó a salir del aeropuerto para separarse de la comitiva.

El agujero que abre César Prieto en la selección cubana de béisbol

La noticia corrió como pólvora y muchos se aventuraron a decir que esta era una jugada cantada, pues el lanzador ya había sido sorprendido en un intento de salida ilegal del país en septiembre del 2020, y sancionado por ello a tres meses sin opciones de competir en el escenario doméstico. Aquel “castigo”, sin embargo, quedó en casi nada y Morales pudo estrenarse en la 60 Serie Nacional con los Gallos.

Ahora, en México, su salida marcó la arrancada de una carrera frenética, a la cual se sumaron otros 11 jugadores para completar el capítulo de más bajas de una selección nacional cubana en cualquier deporte.

Tras Morales y ya en Obregón, el siguiente en tomar nuevos rumbos fue el lanzador santiaguero Ubert Luis Mejías, otro brazo prometedor que buscará establecerse en el béisbol profesional. La noche del 23 de septiembre, justo cuando debía consumarse el debut de la selección ante República Dominicana —frustrado por culpa de la lluvia—, el tirador indómito se esfumó.

Menos de 24 horas después, el receptor espirituano Loidel Rodríguez también dejó la concentración antillana, que antes de tirar la primera bola había perdido a tres hombres. Y así, manejando el lógico bajón que estos sucesos representan, el equipo abrió contra México y perdió por lechada, un muy mal augurio.

Sin embargo, en la siguiente jornada se recuperaron y consiguieron una victoria crucial ante Taipei de China, la cual sirvió de impulso para los partidos más fáciles de la llave contra Alemania y República Checa, saldados igualmente con triunfos.

El problema es que, a la par de las victorias, aumentaban las bajas. En la madrugada del 26 de septiembre salieron del hotel del equipo los pinareño Reinaldo Lazaga y Dariel Fernández, y un tercer espirituano, Dismany Palacios.

Con 18 jugadores en nómina, se respiraba un aire denso en las filas cubanas y todavía faltaban otros episodios de tensión. Concretamente, en la mañana del 28 de septiembre, a las puertas del choque ante Dominicana, que definía la suerte de la novena de cara a la Super Ronda, el zurdo pinero Yeniel Zayas también abandonó el grupo, dejando a solo siete lanzadores disponibles en el staff.

Ya en ese punto, Cuba navegaba a la deriva. La dirección era un manojo de nervios y comenzó a utilizar el pitcheo como en los campeonatos de 1940. En dos jornadas consecutivas, Eriel Sánchez exprimió primero a José Eduardo Santos y luego a Naykel Cruz más allá de los 100 lanzamientos sin necesidad, con partidos abiertos y relevistas disponibles y subutilizados en el bullpen.

Nunca podremos probarlo y quizás los propios serpentineros no lo admitan jamás, pero ni Santos ni Naykel pudieron aportar nada más a la causa cubana en la Super Ronda tras su enorme desgaste en los duelos de clasificación.

Con el pitcheo haciendo aguas, la ofensiva poco aportó, nuevamente hundida en los eternos baches de producción de carreras que atraviesan los equipos nacionales. Sin extrabases, sin jonrones y muy bajos promedios de embasado, al equipo solo le quedaba tirar de heroicidad, pero en el deporte moderno eso no basta para vencer a equipos medianamente sólidos como Venezuela y Colombia.

Los dos elencos sudamericanos asestaron duros golpes a la escuadra cubana, cuyas opciones de avanzar a la final se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. Quedaba entonces la oportunidad de discutir el bronce si se le ganaba a Panamá cuando amanecía octubre, y ese carro no lo dejaron escapar.

A golpe de empuje, remontando dos veces marcadores adversos, Cuba dejó al campo a los istmeños en entradas extras. Un buen relevo de Brayan Chi, un imparable decisivo de Yuddiel González y tres remolques cruciales de Rodoleisis Moreno, el bateador más débil de la escuadra, fueron las claves del éxito, que, combinado con otros resultados y desempates, colocaron a los antillanos en la pelea por el bronce.

El rival para entrar al podio eran de nuevo los colombianos, una nación que hasta muy poco tiempo no podía plantarle cara a Cuba en materia beisbolera. Pero los tiempos han cambiado y, al menos en esta categoría, los cafeteros dieron la impresión de ser el más cruel verdugo del plantel de la Isla.

Para ese encuentro, la selección dirigida por Eriel Sánchez llegó con lo justo, sin jugadores de cambio y seis lanzadores disponibles. La tarde anterior, cuando todavía estaban festejando la victoria contra Panamá, el infielder granmense Miguel Antonio González salió del hotel y nunca regresó, y pocas horas después siguió el mismo camino el lanzador capitalino Brayan Chi. Nueve “fugas” en nueve días.

Colombia se suma a la lista de verdugos del béisbol cubano. Foto: WBSC.

Con esta cruz, limitados por completo en cuanto a variantes y estrategias en el campo, vencer a Colombia era una utopía. Los chicos lucharon y en apariencia tuvieron a tiro el partido, pero en realidad los sudamericanos estaban mucho más lejos que las dos o tres carreras de diferencia que mostraba el marcador.

El último out cayó con aquel elevado al central de Loidel Chapellí Jr., el cual cerraba la actuación caribeña en un Mundial caótico, turbulento, tenso y nada agradable. Como ya habíamos dicho, el propio Chapellí y Yandy Yánez aumentaron la lista de bajas a 11, cifra que representa un golpe durísimo a la moral alicaída del béisbol cubano.

Con 13 peloteros, el cuerpo de dirección, federativos, un periodista y algún agente camuflado, la comitiva regresó a Ciudad México para abordar el vuelo de regreso a casa en el anonimato de la madrugada del 4 de octubre del 2021. La película casi había terminado, pero quedaba un capítulo más de zozobra: en el aeropuerto Benito Juárez, donde mismo había “escapado” Luis Danny Morales 13 días antes, otro espirituano de nombre Geisel Cepeda, también se bajó del carro.

Fueron 24 y regresaron 12. Inaudito.

 

Salir de la versión móvil