De los 28 relevistas retirados con más de 300 juegos salvados en la historia de Grandes Ligas, solo 7 son miembros del Salón de la Fama de Cooperstown: el panameño Mariano Rivera (652 rescates) y los estadounidenses Trevor Hoffman (601), Lee Smith (478), Dennis Eckersley (390), Rollie Fingers (341), Rich Goossage (310) y Bruce Sutter (300).
Aunque la lista de taponeros exaltados al templo de inmortales podría crecer en los próximos años con los sólidos casos de Billy Wagner, Kenley Jansen y Craig Kimbrel, la anterior muestra nos deja claro lo complicado que es para un cerrador convencer a los votantes de que sus estadísticas, sus triunfos y su legado valen una placa en Cooperstown.
Y justo eso nos lleva al punto de uno de los debates más candentes y repetidos entre la fanaticada cubana durante los últimos tiempos: ¿merece Aroldis Chapman, el mejor relevista antillano de la historia, un lugar en el Salón de la Fama? La interrogante se mueve como pólvora en redes sociales y espacios de intercambio en diversos medios especializados, sin que exista un veredicto concluyente.
Por una parte, muchos defienden la estabilidad y el historial de resultados del apagafuegos holguinero, 7 veces seleccionado al Juego de Estrellas y doble campeón de la Serie Mundial, mientras otros aseguran que su velocidad, sus ponches y sus salvados no podrán ocultar sus eternos problemas con el control y los batazos decisivos que permitió en postemporada, sobre todo en su etapa con los New York Yankees.
Quizás estas visiones pequen de absolutas, en gran medida porque Chapman todavía no ha colgado los spikes y tiene por delante un camino inexplorado, que lo mismo puede encumbrarlo todavía más o manchar sus números. Por eso resulta ahora complicado emitir un criterio definitivo sobre las opciones del veloz tirador, quien este domingo llegó a 330 rescates en Las Mayores, igualando a John Wetteland en el puesto 16 de todos los tiempos.
Si tomamos como referencia estos 17 serpentineros, solo 5 (Rivera, Hoffman, Smith, Eckersley y Fingers) entraron a Cooperstown y 7 perdieron el carro (John Wetteland, Randy Myers, Troy Percival, Jeff Reardon, Jonathan Papelbon, Joe Nathan y John Franco), con la particularidad de que estos últimos quedaron eliminados en su primera presencia en la boleta, al no recibir el 5 % de apoyo mínimo necesario para mantenerse entre los aspirantes.
Este detalle es un llamado de atención para todos los relevistas con aspiraciones de avanzar rumbo a Cooperstown. De momento, el venezolano Francisco “Kid” Rodríguez (lleva 2 años en la boleta) y Billy Wagner (tendrá su última oportunidad en 2025) son los únicos de la élite de salvadores que están en esa ruta, a la cual se incorporarán más temprano que tarde Kenley Jansen, Craig Kimbrel y el propio Chapman, los tres mejores taponeros de los últimos 15 años.
Con más de 440 rescates y un palmarés destacadísimo, Jensen y Kimbrel son serios candidatos al Salón de la Fama. Sin embargo, como ya decíamos, no existe un criterio unificado sobre el cubano, a quien el caso de Billy Wagner debería servirle a modo de espejo. El ex lanzador nacido en Virginia, con 16 temporadas en Grandes Ligas, 422 salvamentos, efectividad de 2.31 y WHIP de 0.998, no ha tenido suerte en sus primeros 9 años en la boleta y espera dar la estocada final en su último chance dentro de unos meses.
Miembro de los Astros, los Mets, los Phillies, los Braves y los Red Sox entre 1995 y 2010, Wagner fue uno de los relevistas más dominantes de su época, al punto de que los rivales le batearon para una endeble línea ofensiva (Average/Promedio de embasado/Slugging/OPS) de .187/.262/.297/.558 en 3600 comparecencias.
Sin embargo, en sus primeros 4 años en la boleta del Salón de la Fama recibió menos del 20 % de apoyo de los votantes. Después ha subido paulatinamente, hasta lograr un 73.8 % de aprobación en 2024, muy cerca del 75 % requerido para ser exaltado a Cooperstown. Quizás en 2025 el ex taponero reciba el empujón definitivo, pero por las experiencias de los relevistas con Cooperstown, no sería una sorpresa si vuelve a quedar en la orilla.
En comparativa, Chapman y Wagner tienen números muy similares, con pequeñas diferencias en algunos apartados. Por ejemplo, los contrarios le promedian menos al antillano en OPS (.543), average ofensivo (.167) y slugging (.261) que al estadounidense, pero este supera al caribeño en WHIP (0.998 por 1.109), efectividad (2.31 por 2.65) y rescates (422 por 330).
En sentido general, Wagner fue más efectivo que Chapman a la hora de limitar los corredores en base, sobre todo por los problemas de control del holguinero, quien tiene una media de 4.7 boletos por cada 9 entradas y una tasa del 12.7 % de los rivales transferidos por cuatro bolas malas. No obstante, el actual relevista de los Pittsburgh Pirates se ha convertido en el rey del ponche, destronando precisamente a Wagner.
El estadounidense, durante 903 entradas de labor en Las Mayores, logró 1196 estrucados y por mucho tiempo fue el relevista zurdo con más contrarios retirados por la vía de los strikes en la historia de MLB, hasta que en la actual temporada el holguinero quebró su marca en 177 innings menos de trabajo.
Ahora Chapman va por 1240 “chocolates”, con una ventaja abismal sobre cualquiera de los apagafuegos zurdos que se mantienen en activo. Además, su promedio de 14.8 ponches por cada 9 entradas es muy superior al de Wagner (11.9), así como su tasa de retirados por la vía de los strikes: 40 % del cubano por 33.2 % del norteño.
En cuanto a totales de juegos salvados, ya veíamos que las cifras de Wagner son casi inalcanzables para Chapman, aunque el cubano tiene una mejor efectividad, con un 87.3 % de oportunidades de rescate concretadas por 85.9 % del norteño, quien desperdició 69 salvamentos en su carrera por 48 del holguinero.
Con todas estas cartas sobre la mesa, la próxima votación para el Salón de la Fama nos puede dar una idea más real de las posibilidades de Chapman. Si Billy Wagner finalmente es elegido en su última aparición en la boleta, entonces es probable que el cubano tenga chances en el futuro para también colgar su placa en Cooperstown.
El hecho de estar activo es un arma de doble filo para Chapman. Por una parte, sus totales van a seguir en ascenso, pero sus promedios se pueden deteriorar si no logra ser tan dominante en la recta final de su carrera. A su favor, el zurdo holguinero ha demostrado una ética de trabajo implacable que le ha permitido mantenerse en plenitud de facultades, alejado de lesiones o dolencias en el brazo. De hecho, no ha dado muestras de desgaste y, si nos guiamos por la velocidad de su arsenal, conserva indicadores de élite a sus 36 años.
Para tener una idea, el antillano es el quinto serpentinero con más lanzamientos (69) de 100+ millas en la presente temporada, solo superado por Mason Miller (114), Justin Martínez (101), Ben Joyce (77) y Emmanuel Clase (74), todos chicos menores de 27 años. Si nos vamos a su historial completo, Chapman acumula 1160 picheos de más de 100 millas en su carrera y su más cercano perseguidor (Jordan Hicks) tiene 469.
Aroldis Chapman recibe el Guinnes por una recta supersónica lanzada en 2011
Sin dudas, en lo estrictamente deportivo Aroldis Chapman ha marcado una época en Grandes Ligas por su velocidad y su ritmo ponchador, aunque algunos le van a achacar los problemas con el control. Además, debemos recordar que el camino rumbo a Cooperstown suele ser angosto y empinado, sobre todo porque muchas veces pesan cuestiones que no tienen que ver con el juego.
En tal sentido, el cubano fue sancionado hace algún tiempo por violencia doméstica y no culminó de la mejor manera su aventura con los Yankees, lo que hizo dudar a muchos de su compromiso. Estos asuntos pueden pesar en contra del zurdo holguinero. De todas formas, de poco vale adelantarse a los acontecimientos. Lo más importante ahora para Chapman es cuidar su legado desde el centro del diamante, donde por suerte todavía nos regala sus disparos supersónicos.